Sabía que la respuesta era no, pero en ese momento me di cuenta de que no podía ser egoísta y privar a mis padres de la vida que ellos llevaban y la cual les había costado mucho trabajo obtener. Si Alfonso estaba siendo capaz de sacrificarse, ¿porque no debía de hacerlo yo también?, ambos lo hacíamos por el bienestar de nuestras familias, esas que nos habían dado todo sin condiciones ni limitaciones, las que nos habían apoyado en todo lo que hacíamos; ahora era nuestro momento de retribuírselos, ellos merecían seguir donde estaban ahora, y si ambos podíamos asegurarlo lo haríamos, aunque eso implicara un gran sacrificio.Esta noche no había sido mejor que la anterior. En mi mesita de noche descansaba la hermosa sortija, la que me comprometía a seguir con un trato que no sería del todo agradable, pero que debía de hacerlo por las personas que mas amaba.
Entré en la ducha intentando relajarme pero al recordar que hoy iba a comer con él los nervios regresaron, ¿como debía de comportarme?, ¿que debía de vestir?, mordí mi labio y tomé una falda amplia con una blusa a juego. Un par de miradas en el espejo y sonreí complacida con el resultado: sencilla pero sofisticada. Antes de salir, dejé la sortija en la cajita donde guardaba mis joyas.
Mis padres me sonrieron y me saludaron como cada mañana, me recordaron el evento del fin de semana, ese que era por parte del cumpleaños de uno de los amigos de papá, en el que solo un grupo selecto había sido invitado; aproveché para informarles que esta noche llegaría tarde ya que sería la noche de chicas y en la cual había muchas cosas nuevas que contar.
La mañana en la empresa pasó con rapidez, Andres y yo revisamos un par de informes mientras platicábamos de algunas cosas que no tenían nada que ver con el trabajo. Se disculpó por no ir a mostrarme el regalo pero que lo haría esta noche, tuve que desistir debido a la reunión con las chicas, las cuales siempre se alargaban hasta horas altas de la noche.
—Srta. Puente —escuché inconfundible voz de mi secretaria, que se asomaba por la puerta. Su voz se escuchaba más melosa.
—Dime, Emilie.
—La buscan —informó con una sonrisa. Observé el reloj de mi computadora y noté que faltaban diez minutos para las dos; solo podía ser una persona.
—Hazlo pasar —ella asintió sonriendo como una boba. Me giré para terminar el trabajo que estábamos finalizando con Andres.
—Buenas tardes —saludó de manera educada, logrando que tanto yo como mi amigo nos giráramos a verlo. Iba impecable, con un traje oscuro a la medida.
—Andres, el es Alfonso Herrera —presenté, mi amigo se levantó para estrechar su mano.
— ¿El hijo de Carlos?
—El mismo —confirmó dejando su rostro libre de alguna expresión.
—Siéntate, en un minuto nos vamos —el asintió y se acomodó en una de las sillas frente al escritorio. Continúe recargada en la silla que ocupaba, mi amigo observaba al recién llegado y el hacía lo mismo.
—Revisa la celda F19, colocaste un cero de mas —hablé para hacer que mi amigo volviera la vista a la computadora.
—¿Te parece si yo termino el escrito y en la tarde cuando estés de regreso lo revisas?
—¿Seguro? —arrastré las palabras pero el fingió no entender, ¿no se daba cuenta de que no quería irme, porque sabía que la conversación no sería una de mis favoritas?, pero mi amigo parecía divertido.
—Seguro, además aun tenemos que ponernos al día sobre la reunión de esta mañana —con la mirada me señaló que se refería a Alfonso como su supuesta reunión.
—Claro y gracias —tomé mis cosas y salí junto con Alfonso. La mirada de Emilie no podía ser más descarada que lo que estaba siendo en ese momento.
—Emilie, si hay algo de vital importancia llámame, espero estar de vuelta pronto.
Llegamos a su auto sin decir una sola palabra. Le indiqué con precisión un par de atajos que nos libraría del tráfico de las principales avenidas, haciendo que llegáramos en menos de media hora. Nos dieron una mesa cerca de uno de los ventanales. Agradecí al mesero cuando me entregó el menú, ordené una ensalada y una botella de agua mineral; él optó por un platillo de carne con verduras y una copa de vino. Ambos evitábamos mirarnos, solo escuchábamos las voces y las risas de los que estaban en el establecimiento. Tomé un poco de agua y dejé la copa en su sitio, justo en ese momento sentí su mano sobre la mía.
—Pensé que habías dicho que te había gustado el anillo —comentó acariciando el lugar donde debería estar la sortija.
—Es perfecto.
—¿Entonces por qué no lo llevas puesto? —enarcó una de las cejas.
—Aun no estoy lista para contestar todas las preguntas que esa sortija puede generar, prefería dejar todo en claro antes de llevarla.
—¿Quieres que comencemos o prefieres que sea después de la comida? —pero no fue necesario elegir ya que nuestros platillos llegaron en ese momento.
Me llevé a la boca un par de trozos de lechuga y zanahoria, pero mi estómago estaba contraído ante lo que se avecinaba; comencé a revolver la ensalada con la vista perdida en las personas que caminaban por la acera de enfrente.
— ¿Sucede algo con la ensalada?
— No, es perfecta. Gracias —me sonrojé al darme cuenta de que el ya había terminado y yo no había comido ni la mitad.
—Si es perfecta, ¿por qué parece que no es de tu agrado?
—Solo que no tengo hambre.
—¿Es que eres de las que comen poco en sus citas? —preguntó al mismo tiempo que sonreía.
—De ninguna manera, no le encuentro sentido a ocultar lo que comen, si al final de cuentas en algún punto sabrán la verdad —me encogí de hombros y tomé el resto del contenido de mi vaso. El mesero que nos atendía se llevo el plato de Alfonso y pedí que el mío también, ordenamos un café que nos fue traído en seguida.
—Creo que es momento de que hablemos de lo ocurrirá —lo miré directamente a los ojos.
—Sabes que nuestra boda, aunque sea intima, será una noticia —se acomodó en la silla junto a mí para quedar más cerca y así evitar que alguien escuchara nuestra conversación.
—Claro, seré la chica que amarro a Alfonso Herrera—dije sonriendo de lado, las palabras habían abandonado mi boca sin siquiera pensarlas bien, pensé que se molestaría pero al contrario de lo que yo esperaba, sonrió.
—No lo había visto de esa manera.
—La razón principal de nuestro matrimonio debe ser un secreto —asintió—, pero creo que debemos de inventar algo para cuando las preguntas lleguen.
—Tenemos una gran ventaja, nuestros padres son amigos así que podremos decir que nos conocimos algunos meses atrás, que nos comunicábamos a menudo, además ayuda el hecho de que tú y tu familia viajan a menudo, podríamos utilizarlos como encuentros entre ambos.
— ¿Crees que esa historia se la van a creer?, ¿que hay de tus relaciones anteriores?
—Lo creerán, además hace meses que no me ven con nadie porque he estado demasiado ocupado en los negocios de la familia, tenemos todo a nuestro favor. Diremos que los últimos seis meses hemos mantenido una relación a distancia—me apoyé en el respaldo de la silla y me gire hacia la calle, el lo hacía parecer tan sencillo, pero no sabía si podría hacerlo, no era demasiado buena mintiendo.
—Soy mala mintiendo—confesé antes de mirarlo de nuevo.
—Se que lo harás bien —acarició mi mano—. Como sabes, el viernes hay una cena.
—Planeas que...
—Creo que puede ser nuestro primer evento como pareja —observé el reloj y me sorprendí al ver que eran cerca de las cuatro. Aún tenía cosas por hacer, si quería llegar a tiempo a cenar con las chicas— ¿Sucede algo?
—Es demasiado tarde, ¿te parece si terminamos esta conversación después? —asintió pidiendo la cuenta...
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El trato que unió nuestras vidas
Fiksi PenggemarSIPNOSIS Anahi Puente deseaba encontrar el hombre perfecto era Joven, Inteligente y única heredera de las empresas Puente que solo veían un problema en su prospero futuro. Alfonso Herrera no creía en el amor además por que lo buscaría era Guapo, Muj...