La canción de cuna

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Mis pies descalzos se arrastran contra el pavimento. Hace frío; hace mucho frío y mi cuerpo entero parece estar tiritando pero yo no parezco ser capaz de sentirlo.

La lluvia cae sobre mi rostro de una manera abrupta y violenta; mis ojos apenas se mantienen abiertos. Las luces de los automóviles que chocan con mi rostro hacen que de repente los cierre por completo.

Apenas puedo respirar bien; ¿dónde estoy? ¿qué está pasando conmigo? ¿dónde están mis zapatos? ¿donde está mi abrigo? ¿por qué mis brazos están desnudos si está lloviendo con tanta fuerza? ¿por qué mi pierna está sangrando? ¿por qué veo tan borroso?

¿Esa canción de cuna realmente está sonando o es solamente producto de mi imaginación?

El pitido de un auto hace que mis sentidos se pongan alerta, así que intento concentrarme en la canción que está sonando en mi mente;

Tili tili boom
Tili tili boom

— Tili, tili, boom— canto para mi misma en un hilo de voz— tili, tili boom...

Otro pitido; otro auto que toca la bocina para que me salga del medio del camino.

Mis pies están sangrando también y me pregunto si es por caminar demasiado.

¿De dónde vengo de todas maneras? ¿por qué estoy aquí y no en casa? ¿por qué estoy caminando sola en medio de la carretera?

Alice.

El rostro de Alice se aparece en mi mente de manera abrupta y hace que me detenga en seco por un segundo, provocando que un auto esté a punto de atropellar mi desabrigado y vulnerable cuerpo.

Alice. Alice. Alice.

Cierro los ojos intentando recordar la última vez que la vi.

¿Acaso fue en el funeral? ¿cómo llegué del funeral a este lugar? Yo sigo avanzando mientras intento darle un poco de calor a mi cuerpo; el frío se empieza a hacer un poco presente en mi piel y en menos de lo que me doy cuenta se vuelve casi insoportable. Froto mis brazos desnudos con las palmas de mis manos intentando calmar mi cuerpo tiritando, pero parece imposible.

Voy a morir de hipotermia en cualquier momento y creo que prefiero que sea rápido.

¿Dónde está mi teléfono celular? ¿dónde está mi dinero? ¿dónde están todas mis pertenencias?

La imagen de un círculo se me viene a la mente de una forma tan nítida que un escalofríos recorre cada rincón de mi cuerpo y el vómito se acumula en mi garganta. Mis manos se van a mi estómago por inercia y descubro que se siente vacío.

— ¿Estás bien?— un auto se detiene a mi lado y ralentiza para poder andar al mismo ritmo lento al que voy caminando. El rostro de una muchacha de mi edad me observa; sus enormes ojos se clavan en los míos, y a pesar de que la lluvia me dificulta un poco la visión, puedo notar la manera en la que su sorpresa se vuelve impacto— ¿Charlotte?— pregunta al mismo tiempo que el auto se detiene en seco.

Yo doy un paso atrás, asustada. La muchacha se baja del vehículo con las manos en alto como si quisiera asegurarme que no me hará daño; pero algo en mi interior me pide a gritos que no confíe. Que no confíe en nadie.

— ¿Charlotte De la Vega?— pregunta. Yo me quedo perpleja; no sé cómo es que conoce mi nombre y tampoco estoy segura si quiero averiguarlo.

Yo observo hacia todos lados como si hubiera un lugar cerca por el cual escapar; ¿quizás el bosque que está al lado de la carretera? ¿quizás si cruzo al otro lado y camino en dirección contraria?

PERDETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora