La noche cae en Perdet y también la tormenta y, por alguna extraña razón, despierto más agitada de lo normal. Ese tatuaje no deja de dar vueltas alrededor de mi mente; ese círculo dibujado en su brazo de manera permanente.
¿Me estoy volviendo loca? ¿estoy viendo cosas donde no debería verlas? Quizás ahora todo tiene un poco más de sentido; quizás si lo imagino así es incluso obvio; la manera en la que mi acosador siempre parecía saber todo incluso cuando yo no le decía nada.
El reloj marca las doce; me asusto por un ruido lejano que segundos después logro comprender que es el timbre. A lo lejos, una voz conocida intercambia desesperadas palabras con mi padre. Se escucha agitada, quizás algo frustrada.
Me levanto de la cama de manera silenciosa y me acerco a la puerta de mi habitación para observar a Frances de pie bajo el umbral de la puerta. Su cabello está empapado y sostiene una linterna en su mano; tan sólo unos segundos después me doy cuenta de que la tormenta está tan descontrolada que los focos de las calles se han apagado.
— Tranquila— murmura mi padre intentando calmarla— estoy seguro de que debe estar en casa de algún amigo.
— ¿Qué sucede?— los interrumpo. El rostro de ambos se gira para observarme; los ojos llorosos de Frances se posan en los míos y supongo que por mero instinto, la muchacha se abalanza sobre mí para abrazarme con completa fuerza.
— Estuve tan preocupada por ti— solloza encima de mi hombro. Yo me quedo rígida durante unos momentos hasta que finalmente logro suavizar mi postura para abrazarla de vuelta; el aroma de la ropa de Frances inmediatamente me trae recuerdos de Alice y no puedo evitar ese golpe de nostalgia que se cola en mi interior.
— ¿Qué sucede?— vuelvo a preguntar— ¿qué estás haciendo aquí tan tarde? Alice debe estar perdiendo la cabeza...
— Alice no está— me interrumpe separando su cuerpo del mío. Yo frunzo el ceño confundida.
— ¿A qué te refieres con que no está?
Frances comienza a llorar de manera desesperada.
— No ha llegado a casa, Charlie— solloza— Amélie y mi madre salieron a buscarla a casa de sus amigos ¡pero no logran encontrarla por ninguna parte, así que pensé que quizás podría estar aquí!— la desesperación en su voz es evidente.
Yo trago saliva algo nerviosa y observo a mi padre; sé lo que ambos estamos pensando pero de alguna manera, ninguno se atreve a decirlo.
— Esto es lo que haremos— murmura mi padre, y clava la mirada encima de Frances— irás a casa, te pondrás ropa seca y pasaremos por tu casa en cinco minutos para ayudarte a buscar a Alice, ¿está bien?— le pregunta mientras Frances asiente una y otra vez de manera eufórica— todo estará bien— le asegura mi padre.
— Muchas gracias, señor De la Vega— solloza ella desapareciendo del lugar. Mi padre y yo nos quedamos observando pero no decimos nada.
El único pensamiento en mi cabeza ahora es Alice y el mal presentimiento con el hecho de que no esté; ella es demasiado buena con sus hermanos como para preocuparlos de esa manera. No se iría simplemente; no dejaría a todo el mundo devastado, mucho menos después de lo ocurrido.
Sé que quizás no soy de mucha ayuda; ni siquiera sé si lo que está en mi mente antes de mi secuestro es todo lo que realmente sucedió o simplemente es todo lo que realmente recuerdo, pero aún así, no puedo quedarme en casa mientras existe una posibilidad de que Alice esté en peligro.
— Litty, ¿estás lista?— mi padre interrumpe mis pensamientos. Ni siquiera me había percatado de que me había quedado de pie bajo la puerta en vez de haber ido a vestirme. Yo sacudo el rostro y me apresuro a entrar a mi habitación para ponerme mi abrigo y unas botas de lluvia en caso de que tengamos que caminar.
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PERDET
Novela JuvenilLuego del brutal asesinato de Camila Abele, el pueblo completo de Perdet queda conmocionado; pero lo peor llega cuando Alice Dominico, la única y principal sospechosa del crimen, es dejada en libertad. De la noche a la mañana, el pueblo de Perdet se...