Xiao Zhan corría bajo la lluvia tras bajar del taxi. Tenía una reunión muy importante en la sede central de un conglomerado empresarial, XiaWang, sobre unos proyectos que le habían encargado hacía un mes. Era un profesional independiente con una buena reputación que se había ganado a base de mucho tesón, esfuerzo y trabajo aunque, en realidad, estaba bajo contrato temporal con algunas de las entidades más destacadas del sector en el pais. Si le salía bien la jugada, iba a estar ocupado los próximos diez años, como mínimo, ya que, aquí, se agrupaban más de veinte negocios diferentes que abarcaban desde inmobiliarias hasta moda, complementos, restaurantes, hoteles, concesionarios de coches de lujo importados, constructoras y un largo etcétera.
Lo que más le preocupaba en esos momentos era tener una buena presencia al atravesar la puerta de la sede del consejo general y no llegar empapado. Le había llevado un buen rato elegir la ropa para estar impecable. Un sobrio traje negro, camisa blanca, corbata poco llamativa, todo de Armani, de pies a cabeza, incluido el perfume y los accesorios. Se había refugiado bajo la marquesina de la parada del autobús para resguardarse del fuerte aguacero. Aun faltaban treinta minutos para la cita pero quería llegar con anticipación para prepararse.
Tuvo que dejar el taxi antes porque, al ser la hora punta, estaba retenido en un atasco y, entonces, si que no le hubiera dado tiempo a llegar. Esperó a que cambiase el semáforo y se dispuso a cruzar a toda prisa pero, un coche negro con los cristales tintados, pasó a gran velocidad aprovechando que la señal aun estaba en verde y le salpicó de arriba abajo.
Xiao Zhan no podía creerlo. ¿Quién era el estúpido que cometió tal imprudencia?. Si se topaba con él, o ella, le iba a montar un escándalo y a obligarle a pagar la tintorería. No quiso entretenerse más y corrió hacia la entrada del complejo XiaWang para buscar un baño y solucionar los desperfectos en su indumentaria. Frente a la puerta, se estacionó el coche negro del que se apeó un hombre. ¡Ahí está el idiota que me ha dejado hecho un desastre! Iba vestido casi como él, excepto la corbata, era muy llamativa y hacía juego con el pañuelo en el bolsillo superior derecho, gafas de sol, pelo algo largo para su gusto pero a él le quedaba muy bien, tuvo que reconocerlo cuando le echó una rápida y completa ojeada. No pudo evitar acercarse y tomarlo del brazo para increparle su anterior comportamiento mientras, el hombre, se le quedaba mirando sin entender nada. De pronto, en su preciosa cara se dibujó una gran sonrisa:
-¿Zhan?
-¿YiBo?, ¡eres tú!
-Sí, ¿qué te trae por aquí?
-Tengo una cita con los gerentes de la empresa para presentarles mis proyectos de diseño de lanzamiento pero ¡mira lo que has hecho!
YiBo se fijó en que el traje de Zhan estaba manchado de barro y también su blanca e impecable camisa.
-Lo siento, no me di cuenta. Tenía prisa por llegar a una reunión con un diseñador de campaña.
-¿Es contigo con quien tenía que encontrarme hoy también?
-Creo que sí.
Ante lo casual y apurado de la situación no pudieron evitar reírse ambos a la vez.
-De nuevo te ruego que me perdones, trataré de solucionarlo. Ven conmigo a mis oficinas porque estará presente mi padre en la junta directiva y, como te conozco muy bien, me matarías si causas una mala impresión por mi culpa.
YiBo lo tomó del brazo y lo introdujo en un ascensor privado en el que metió una llave y éste los llevó directamente al último piso. Durante el breve trayecto cruzaron algunas palabras. Desde que acabaron la universidad no habían vuelto a verse, y de eso hacía ya seis años.
-¿Cómo te fue en el extranjero? –dijo Xiao Zhan.
-Bien, fue divertido e instructivo. Sabes que estudié ciencias económicas y lo completé con un curso más de comercio exterior. Allí pasé dos años, en Oxford, y luego trabajé en varias empresas de la City para adquirir experiencia. ¿Y tú?, ¿qué hiciste al acabar la carrera?
-Fui a Estados Unidos, a Harvard, casi un año después de marcharte tú, donde tomé varios cursos sobre diseño, lanzamiento de productos y marketing pero, no sé si me sirvió de mucho para China porque, allí, el mundo de los negocios es demasiado agresivo para nuestra mentalidad. Nosotros estamos más apegados a las tradiciones, a la sencillez en los mensajes sobre lo que queremos transmitir. El concepto de ventas o adquisiciones puramente americano parece algo inalcanzable para nuestros ciudadanos.
-Tienes razón. Me gusta tu punto de vista. Si tu proyecto responde a tus palabras, creo que vas a tener éxito en la empresa, sobre todo porque mi padre es muy tradicional, aunque maneje este gran conglomerado.
-No tenía ni idea de que tu padre fuese el dueño y menos aun de que te encontraría trabajando a ti aquí. Durante nuestros años universitarios, ya sabes que todo era muy distinto.
-Sí, lo era, solo pensábamos en pasarlo bien mientras estuviésemos estudiando. ¡Vaya fiestas!, ¿eh?
-Desde luego, las resacas también fueron memorables.
Ambos rieron a la vez. Ya habían llegado a su destino. Una planta entera circundada por grandes ventanales desde la que se veía casi toda la ciudad, dividida en dos por unos paneles y puertas de madera decoradas con unos dragones chinos. Xiao Zhan no pudo evitar soltar una exclamación.
-¡Vaya! ¿Esta es tu oficina?, uno podría perderse tranquilamente sin dar con la salida en todo el día.
YiBo se rió por la ocurrencia.
-En horarios de trabajo hay varias personas, incluidas mis dos secretarias y los asistentes. Ahora deben estar abajo preparando la sala de juntas para tu presentación.
-¡Dios mío, es verdad!, tenemos que darnos prisa, no podemos llegar tarde.
ESTÁS LEYENDO
UNO DOS TRES... PERDÍ
FanfictionDurante cuatro o cinco días, se recupera una historía de amor que se había perdido hacía seis años, tras un encuentro casual en el que el destino se puso de su parte.