Parte 9

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A media tarde fueron juntos hasta la estación, Xiao Zhan insistió en acompañarle y no habló en casi todo el trayecto. Cuando estaban a punto de llegar se detuvo:

-¿Qué voy a hacer YiBo?, está muy cambiada, ha adelgazado y su color de piel no es nada bueno.

 Él le abrazó.

-No te preocupes por eso, cuando empiece con los tratamientos seguro que se recupera, anímala como solo tú sabes hacerlo y la verás mejorar. Además, vendré en cuanto me lo pidas, nunca más vas a estar solo.

Zhan le empujó hacia el interior de la estación, no había nadie, solo las máquinas expendedoras de billetes y le sacó uno de vuelta. Le llevó hasta la pared del fondo y empezó a besarle pasando los brazos alrededor del cuello. Eran besos desesperados, con una mezcla de deseo y urgencia, como si no fuera bastante el tiempo que les quedaba para estar juntos, como si no quisiera separarse de él. Le obligó a abrir la boca y le metió la lengua mientras dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Se las limpió con el puño cerrado y continuó besándole, le succionó los labios, se los lamió, le volvió a meter la lengua para enredarla con la de él hasta casi quedarse sin respiración mientras escuchaban el sonido del tren que se detenía. YiBo apoyó la mano abierta sobre la ventanilla y Zhan hizo lo mismo desde fuera. No dejaron de mirarse a los ojos hasta que arrancó.

 Durante los meses siguientes, Zhan volvía a la universidad a primeros de semana, pasaba allí dos o tres días y regresaba a casa. YiBo le esperaba con impaciencia pero Zhan se dedicaba únicamente a estudiar. Asistía a todas las clases y sólo se juntaban en la cafetería a la hora de comer. YiBo le recogía los apuntes durante su ausencia y se los entregaba al llegar. Apenas hablaban unas pocas palabras y todos querían saber cómo le iba pero no se atrevían a preguntar. YiBo se hartó. Una noche tomó la copia de la llave del apartamento de Zhan y se fue hasta allí, la puso en la cerradura y entró. Él estaba sentado en el suelo rodeado de libros abiertos y papeles por todas partes, tomando notas y consultando su portátil, ni siquiera levantó la cabeza para mirarle aun sabiendo que estaba allí, delante de él, observándole con el ceño fruncido.

- ¿Se puede saber qué te pasa?, ¿qué te hemos hecho?, ¿por qué nos tratas así, como si fuéramos unos desconocidos molestos?

-No es cierto, solo que no tengo ganas de hablar con nadie, ¿a ti nunca te ha sucedido?

 -Ese no es el caso ahora, no se trata de mí sino de ti. Está bien, esperaré aquí hasta que termines y quieras hablar conmigo, no me pienso mover hasta que lo hagas.

Zhan levantó la cabeza, tenía los ojos enrojecidos y YiBo se dio cuenta de que había perdido peso, dejó caer los brazos a ambos lados del cuerpo y apoyó la espalda contra el asiento del sofá cerrando los ojos con un suspiro. Luego se llevó ambas manos a la cara frotándola fuertemente, como para despejarse.

-Lo siento, no era mi intención hacer que os sintierais mal pero, la verdad, no sé ni cómo contar por lo que estamos pasando, esto es horrible. 

YiBo saltó hacia él y lo apretó entre sus brazos, Zhan apoyó la cabeza en su pecho dejándose caer, era como sujetar a un niño pequeño al que le faltaban las fuerzas.

-Estoy seguro de que ni siquiera has cenado. 

Zhan negó con la cabeza.

-Vamos, yo tampoco lo he hecho y no acepto una negativa por respuesta.

Tuvo que vestirle, le puso una camisa gruesa y una chaqueta acolchada porque hacía frio fuera. Le arrollo al cuello una bufanda ancha y lo tomó de la mano.

Se alejaron un poco del campus para meterse en un pequeño restaurante con un aire muy acogedor y tranquilo. YiBo conocía muy bien los gustos de Zhan e hizo el pedido. Éste levantó sus ojos hacia él con la angustia reflejada en su rostro.

-Se muere, apenas le quedan dos meses de vida, tres como mucho. Mi padre está destrozado y yo tengo que tener ánimos para todos, por eso, cuando estoy aquí, me encuentro tan agotado que no me apetece ni moverme.

-Te dije que me llamaras.

-Pero, ¿qué puedes hacer tu?, ¿qué podemos hacer todos para que siga viva?

-No lo sé, por lo menos puedo sujetarte bien fuerte para que no te caigas, incluso te dejaría golpearme si eso te hace sentir mejor.

Zhan esbozó una pequeña sonrisa. Cuando llegó la sopa se lanzó a comerla como si no hubiese probado bocado durante días. Se acabó todos los platos y hasta se atrevió con un postre de chocolate.

Cuando salieron Zhan iba tocando su tripa.

-No sé si podré dormir con el atracón que me he dado.

-Lo harás, con lo flaco que te has quedado dentro de cinco minutos ya completaste la digestión.

Zhan sonrió ampliamente esta vez. Hacía mucho frio y se sujetó del brazo de YiBo pegándose a su cuerpo. Luego, se quitó la bufanda y la anudó en el cuello de ambos.

-Quédate conmigo esta noche.

-De acuerdo, estaba deseando que me lo pidieras.

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora