Parte 8

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-¿Eres un niñato multimillonario? Nunca lo hubiera pensado de ti, en serio.

-¿Tu me has visto alguna vez como tal? No fui educado de ese modo por mis padres, como un privilegiado. Mi padre siempre tiene en cuenta de dónde salió, de uno de los suburbios pobres de Beijing, es un hombre sencillo que jamás alardea de su dinero y procura hacer muchas obras de caridad anónimamente. ¿Recuerdas la cafetería nueva donde fuimos aquella vez para pescar a tu novio con su amante, la que estaba enfrente del parque con el estanque de patos? 

-Sí, claro que me acuerdo, estabas guapísimo ese día, espero que mi ex sufriera mucho más al vernos juntos.

YiBo rió a carcajadas ante la ocurrencia, Zhan nunca dejaría de ser la persona más adorable y encantadora del mundo para él.

-Pues en ese lugar estuvo una vez su casa.

-¡Vaya!, si que ha cambiado el barrio, parecía una zona cara, para gente de alto poder adquisitivo.

-Mi padre compró dos edificios ahí y los alquileres son bastante asequibles.

-Me encantaría conocerle, de veras, espero que me lo presentes algún día.

Desde luego, cuando quieras, además, le hablo tanto de ti y tus cosas que es como si ya lo hubiese hecho.

-¿Y tu madre?, ¿cómo es?

-Aun más sencilla que mi padre, la auténtica ama de casa chapada a la antigua que se ocupa personalmente de su familia como una gallina con sus polluelos. Limpia, cocina, cuida del jardín y nos revisa las habitaciones para que recojamos el desorden y nos hagamos la cama.

-¡Dios Mío!, ¡es maravilloso!, ni te imaginas las ganas que tengo de que me lleves a tu casa. ¿Y no tienes hermanos?, nunca te lo he preguntado, lo siento.

-Hubo uno antes que yo pero no llegó a nacer, murió en el vientre de mi madre y ella estuvo gravísima. Mi padre no quería poner en riesgo su salud de nuevo y estaba dispuesto a no dejar descendencia, hasta que aparecí yo por sorpresa. Mi madre, que es la más terca de la familia, decidió sacarme adelante como fuese y ¡aquí estoy!

-No sabes cuánto me alegro de que estés aquí, en este mundo, conmigo, a mi lado en estos momentos.

Zhan tomó las manos de su amigo entre las suyas mientras le miraba a los ojos:

-Te quiero mucho YiBo, algún día te lo demostraré y me entenderás.

Esas palabras de Zhan sembraron la duda en su corazón. ¿Qué había querido decir?, ¿cuál era exactamente su significado? No tuvo tiempo de preguntar porque habían llegado a su destino. Zhan se levantó de un salto para coger su maleta y ambos bajaron del tren para encontrarse en medio de un barrio periférico de casitas de dos plantas y un jardín delantero, con una valla de madera en la entrada, eran casi todas iguales. A lo lejos se veía un gran polígono industrial. Caminaron durante unos minutos y Zhan llamó a una puerta, la abrió una chica muy bonita, era alta y delgada, de melena larga y ojos negros. Al ver a Zhan se abalanzó entre sus brazos y le cubrió la cara de besos mientras este no paraba de sonreír. Cuando reparó en YiBo se detuvo ruborizándose.

-Esta loca tan besucona es mi amiga, este es YiBo, les presentó Xiao Zhan.

-¿Tu nuevo novio?, ¡es guapísimo! Me alegro de que dejaras a aquel imbécil por fin.

Zhan soltó una carcajada.

-Solo somos amigos desde primero de carrera, los mejores amigos, ¿verdad?, YiBo asintió.

-¡Oh!, ¡qué pena! Sois la pareja perfecta. Disculpadme, ¿queréis pasar un momento? puedo prepararos un té.

-Te lo agradezco pero tengo prisa por llegar a casa y ver a mamá.

- Lo siento, me lo ha dicho mi madre. Espero que se ponga bien, confío en ello. Sabes que es fuerte y no se dejará vencer por una enfermedad tan fácilmente. Pasaré a última hora de la tarde para veros a todos y charlar un rato contigo, seguro que tienes mucho que contar, le dijo mientras le lanzaba una miradita pícara a YiBo que bajó la cabeza ruborizado.

Salieron para continuar caminando hasta el final de la calle. La casa de Zhan era la última y distinta a las demás, con un tamaño el doble de grande y un jardín delantero, muy cuidado, con macizos de flores de varios colores y rosas blancas.

-Mi madre es la que se ocupa de él, en eso coincide con la tuya, le dijo Zhan.

-Me gusta mucho, ¡y huele tan bien!

Parecía que el padre de Zhan les estaba esperando impaciente porque abrió la puerta antes de que llegaran a la entrada. YiBo pudo apreciar que padre e hijo se parecían. Ese no era su caso, él había salido más a la madre. Les recibió dándoles un abrazo a cada uno y tomó la maleta de las manos de Zhan invitándoles a entrar. Su madre estaba sentada en el sofá y se levantó al verles, abrazó a su hijo y también a YiBo, igual que el padre. Eso le hizo sentirse muy cómodo porque tenía que reconocer que había estado un poco nervioso por si les molestaba la presencia de un extraño que aparecía de repente en su casa. Sabía que Zhan no les había avisado de antemano porque estuvo con él todo el tiempo. Al rato, estaban sentados charlando animadamente en el salón mientras él tenía que responder a todas las preguntas que le hacían los padres sobre Zhan y su vida universitaria. Tuvo que mentir un poco para ocultar lo de las fiestas y las juergas en las que apenas podían regresar en pié hasta sus apartamentos pero, se ocupó de destacar todo lo que hacía Zhan por las Ong, lo bueno que era en sus estudios y un gran amigo de sus amigos. Aceptó quedarse a comer ante la insistencia de toda la familia y disfrutó mucho con ello, la madre cocinaba muy bien, seguro que Zhan había aprendido de ella. Fue un día realmente agradable.

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora