Parte 21

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YiBo lo miraba fijamente, al escucharle hablar de esa forma no parecía su Zhan. Se dio cuenta en ese momento de lo mucho que había cambiado y también sufrido pero, su verdadera esencia, su inocencia y su bondad, deseaba que aun estuvieran ahí, aunque fuese muy adentro. No sabía cuánto había de bueno y de malo en todo lo que le había tocado vivir pero ahora quería que continuase hablando. Lo atrajo manteniendo las cabezas juntas.

-No huí ante nada ni ante nadie, no evadí la realidad ni me hice grandes ilusiones. Cuando las cosas se ponían realmente feas, mi formación en el karate me sacó de algún apuro aunque, al final, valía más la pena una buena patada en los huevos y marcharme sin mirar atrás para empezar de nuevo desde abajo, con los más humildes y entusiastas, la buena gente que aún no estaba corrompida ni manipulada.

YiBo le besó larga y cariñosamente y éste le respondió, en la expresión de Zhan se reflejaban la decepción y la amargura. Apagó el ordenador y se abrazó a él como aquella noche cuando estaban en la universidad, buscando el apoyo de un hermano o un amigo, amor puro, calor humano y no sexo, YiBo lo apretó fuerte como entonces, sin decir una palabra, esperando a que se durmiera tranquilo para vigilar su sueño. Al rato, sintió como un pequeño bultito trataba de subir hasta ellos y él alargó la mano para empujarlo hacia arriba con cuidado, era Mei, que se hizo un ovillo a su lado y se quedó dormida. Estar junto a YiBo en la cama sería siempre su sitio preferido.

Al día siguiente, Zhan estaba contento y animado. Sonrió al ver a la gata acurrucada en la curva entre el vientre y las piernas encogidas de YiBo que, seguramente, no estuvo muy cómodo tratando de no aplastarla con su peso. Era una imagen enternecedora y pensó que, el espacio en la familia para los nuevos huéspedes, estaba ganado. Lo despertó con besos en la oreja y susurros amorosos mientras el alargaba los brazos para atraparlo y que continuase un poco más. Quería sorprenderle con una excursión a donde quisiera, había arreglado todo en la oficina para tomarse el día libre y Zhan le pidió que fueran en la moto.

-De acuerdo, pero tienes que abrigarte mucho si es un viaje un poco largo, hace frio con el viento en la carretera.

Desayunaron con su padre y salieron de aventuras. Zhan le comentó que le gustaría comprarse una también, era lo mejor para viajar más rápido por la ciudad y evitarse los atascos. YiBo le sonreía al verle tan decidido pero le advirtió que necesitaba examinarse para obtener el permiso de circulación y Zhan estuvo de acuerdo, iba a conseguirlo cuanto antes.

Al final no se le ocurría dónde ir y eligió YiBo que le llevó a Simatai, contemplaron varios tramos de la Gran Muralla, escalaron un rato por las montañas, subieron en un teleférico y, lo que más disfruto Zhan, descender después en tirolina sobre un pequeño embalse. Estaba muy feliz, entre la velocidad de la moto por la carretera y la bajada tan emocionante, se sentía libre, relajado, muy lejos de las preocupaciones cotidianas y mas enamorado de YiBo. Comieron en un pequeño restaurante y, si por el fuese, se quedaría allí por lo menos una semana entera. YiBo tenía muchas ganas de volver a la conversación del día anterior para indagar más sobre ello pero Zhan no parecía dispuesto a continuar y, siguiendo su costumbre, decidió no forzarle a nada. Regresaron antes de que anocheciera para que no se quedase congelado y, esa pequeña escapadita, fue el tema de conversación durante la cena con su padre.

En la cama Zhan tenía de nuevo el ordenador entre manos, le enseñó a YiBo otras fotos, estas eran más personales, fueron tomadas en Suecia. Se le veía jugando con la nieve, sobre un trineo tirado por renos, en una barcaza en Estocolmo... y con un chico rubio de pelo largo muy guapo, el auténtico nórdico.

-Ese es Acke, fuimos amantes cuando estuve allí.

YiBo sintió una punzada en el corazón causada por los celos.

-¿Te enamoraste de él?

-Tal vez un poquito. Es un artista, un diseñador de objetos de vidrio y también los fabricaba a mano, soplando el cristal y experimentando con él para crear nuevas formas, texturas y colores. Le diseñé una campaña publicitaria a pequeña escala - él trabajaba solo- para el lanzamiento de sus productos y lo hice con mucho interés.

YiBo no quería mirarle, se estaba empezando a enfadar. Zhan le miraba de reojo y se reía mientras le veía enfurruñarse como un crio.

-No te preocupes, tú estabas primero que todo y lo suyo sabía que no iba a durar, solo durante mi estancia allí y fueron unos cuatro o cinco meses nada más pero, era muy bueno y amable conmigo, me llevaba a recorrer los lugares más bonitos que no estaban lejos de la capital y me introdujo en la industria del diseño artístico, tanto a gran escala como entre los más modestos. La verdad, me sorprendió lo creativos y originales que son los nórdicos, aprendí mucho de todo. Creo que es lo que más me ha servido para trabajar después con otra gente y en otros países muy distintos, como los del golfo pérsico por ejemplo, que disponen de unas cantidades desorbitadas de dinero o recursos para emprender cualquier cosa que se les ocurra hacer. Y te diré algo que te va a dejar atónito –YiBo levantó las cejas- él era el uke.

Éste dejó escapar una risilla entre dientes que trato de tapar con la mano.

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora