Parte 6

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Los domingos eran sagrados para reunirse todos de nuevo y pasar el día entero juntos. Desayunaban, comían, cenaban y se divertían hasta bien entrada la noche, charlando, riendo y cambiando impresiones. Un sábado, al regresar a su apartamento después del trabajo, YiBo recibió un mensaje de Zhan en el que le pedía que se quedara esa noche en su casa. Como no estaba lejos, en menos de media hora llamaba a la puerta aunque, por el camino, iba pensando si le habría sucedido algo grave o estaba metido en problemas. No se sintió tranquilo hasta que, al abrir, estaba aquella maravillosa sonrisa en la cara de Zhan, le había preparado la cena. Sobre la cama había una bata y un pijama para que se lo pusiera tras tomar una ducha. YiBo no daba crédito a tanta amabilidad, no tenía ni idea de lo que estaba pasando por la cabeza de ese muchacho pero, decidió seguir sus órdenes sin cuestionarse más los motivos. Salió del baño secándose el pelo, los platillos estaban dispuestos sobre la mesa y se sentó a cenar. Zhan estaba como siempre, no había nada raro en él, comieron, charlaron, rieron, recogieron la mesa y fregaron los platos. Se sentaron en el sofá y jugaron durante un rato a los videojuegos. YiBo no podía dejar de mirar de reojo a Zhan, esperaba algo más, lo sabía, estaba seguro, le conocía bien y este ofrecimiento no era a cambio de nada. Por fin habló:

-No quiero quedarme solo esta noche, te necesito, eres mi mejor amigo y tú te encargarás de decírselo a los demás. Esta tarde ha llamado mi padre, mi madre tiene cáncer en un estado avanzado y con pocas esperanzas de curación. Mañana por la mañana regresaré a casa porque la ingresan en el hospital para comenzar con los tratamientos de quimioterapia y radioterapia. Ella lo sabe y está de acuerdo en agotar hasta el último recurso para vencer a la enfermedad, lo intentará todo y yo quiero estar a su lado para cuidarla, lo pasaremos juntos los tres.

YiBo lo tomó entre sus brazos y le besó en la frente.

-Cuenta conmigo para lo que quieras, no lo olvides, no me dejes atrás, sabes que haré cualquier cosa por ti y por tus padres.

-Lo sé, por eso eres el primero en conocer la noticia. Estoy realmente asustado, desesperado, indignado por lo injusta que es la vida con las buenas personas y ella, para mí, ha sido y es la mejor madre que un hijo pudiera desear. Ahora mismo, ¡me siento tan inútil, tan impotente!

-No digas eso, estoy seguro de que tu madre recuperará las fuerzas necesarias para luchar en cuanto te vea entrar por la puerta. Nunca se sabe lo que puede pasar, la medicina ha avanzado mucho en ese campo, no pierdas la esperanza, ¿me lo prometes?

-Te lo prometo, mi querido YiBo.

Y, sin que se lo esperase, Zhan comenzó a besarle en la boca abrazado a su cuello. El primer impulso de YiBo fue el de apartarle pero no tuvo el valor suficiente para hacerlo, ¡le amaba tanto!, con toda su alma, por lo que acabó respondiendo a sus besos sin ir más lejos, le dejaría a él tomar la iniciativa en todo. Estaba seguro de que no era sexo lo que quería sino amor, como el de una madre, el de un amigo o el de un hermano, amor puro y casto que le hiciera sentirse seguro, apreciado y protegido como alguien muy valioso durante esa noche.

Y llevaba toda la razón. Entre los besos suaves, lentos y dulces se mezclaba el sabor salado de las lágrimas que iban cayendo de los ojos de Zhan. YiBo lo apretó más fuerte contra su pecho y lo tomó en brazos para llevarlo hasta la cama, lo acostó con cuidado y se tumbó a su lado volviéndolo a abrazar. El llanto de Zhan se hizo más fuerte hasta acabar en un grito angustiado que YiBo sofocaba con caricias y besos. Lo atrajo hacia sí todo lo que pudo mientras las manos de Zhan se aferraban a su espalda cerrando los puños. No supo cuanto tiempo lo mantuvo así pero empezó a notar que se le entumecían los brazos, no bajó la presión, parecía que a Zhan eso no le molestaba porque poco a poco se fue calmando. Levantó la mirada hasta clavarla en la suya y le dio las gracias besándolo de nuevo, recostó la cabeza en su pecho y se durmió. YiBo apenas pegó ojo, estuvo pendiente de Zhan casi toda la noche porque no dejaba de agitarse y le buscaba, se agarraba a él todo lo que podía, con piernas y brazos, YiBo volvía a presionarle para que notara su presencia a su lado y estuviera tranquilo. Cuando consiguió conciliar el sueño por fin, al rato, llegó la mañana y comenzó a sonar la alarma en el teléfono de Zhan que estaba completamente tumbado sobre él. YiBo le miraba abrir los ojos desperezándose y bostezando. No había nadie en el mundo tan hermoso como él al despertar y lo primero que recibió fue su sonrisa acompañada de un beso. YiBo se sintió muy feliz y triste al mismo tiempo, dentro de unas pocas horas se iban a separar por no se sabe cuánto, ya no se volverían a ver entre clases, como siempre, o cada domingo, o tomando un café. No quería dejarlo marchar, hubiera dado cualquier cosa para que esos momentos duraran para siempre, mantener a Zhan alejado del mundo, de la realidad y del dolor.

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora