Parte 22

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-¿Tanto te extraña?, ¿no me imaginarías nunca como seme?, le dijo muerto de risa para sus adentros, esforzándose por no soltarla al ver las caras raras que estaba poniendo YiBo.

-Yo te diré otra y eso si que no te lo esperas, James y yo éramos suke.

Ahí sí que ya no pudieron aguantarse y seguro que las carcajadas de ambos a unísono las escuchó su padre desde el otro lado del pasillo donde estaba su habitación.

-Mi querido YiBo, me temo que, después de estas confesiones, vamos a tener muchos más cambios en nuestras vidas.

Siguieron riendo mientras se besaban y se quitaban la ropa dispuestos a probar nuevas cosas en el amor.

Llegó el tercer día, YiBo no dejaba de apremiar a Zhan para que le contestase mientras que éste se hacía el sordo y andaba de acá para allá como si nada. Tuvo que ir a trabajar y, al llegar, comenzó a enviarle mensajes al móvil sin darle tiempo a abrirlos.

Zhan pasó casi toda la jornada preparándose para volver a sus ocupaciones, le gustaba lo que hacía, unas veces estaba más contento que otras con los resultados, como todo el mundo pero, en general, se sentía satisfecho con lo que había logrado hasta ahora y aguardaba expectante lo que le depararía el futuro más o menos cercano.

YiBo se daba prisa por acabar cuanto antes y regresar a casa de Zhan. No comprendía por qué demoraba la respuesta, se querían, las familias estaban de acuerdo, sabían lo suyo desde hacía años. Entonces, ¿cuál era el problema? Dio un suspiro y se preparó para salir, estaba ansioso y también algo preocupado. Ahora ya no podía leer tan bien a través de Zhan, no conocía las expresiones que se reflejaban en su cara cuando le veía pensativo, con la mirada perdida en algo que parecía estar muy lejano, algo que él no había vivido, cosas de las que no tenía ni idea porque estaba sentado en el despacho que le había preparado su padre, a la sombra de su padre, con lo que le gustaba a su padre y no es que no estuviera de acuerdo, trabajaba con ganas, pero... ¡Que estúpido!, ¡qué tonto había sido!, ¿cómo no se había dado cuenta?

Cuando llegó, Zhan estaba en el jardín jugando con los gatos. Lo tomó entre sus brazos y le besó con toda su alma.

-¿De verdad querrías una pomposa ceremonia en un hotel de lujo en Gran Bretaña, firmando unos papeles que no sirven para nada en este país y que no son más que una formalidad de cara a la sociedad hipócrita para legalizar el amor? No lo necesitamos, puedes negarte a hacerlo. Yo solo sé que quiero estar contigo siempre, que te amo más que a nada en este mundo, que no puedo vivir sin ti, que admiro al hombre en el que te has convertido y lo has hecho tú solo, dejándote la piel a cada paso, has luchado con uñas y dientes, has sufrido, has llorado, has perdido, has sonreído y has ganado, te has levantado tras cada caída, lo conseguiste y yo estoy muy orgulloso de que hayas vuelto a mí, de que me hayas elegido precisamente a mí, de que me ames. Tengo que aprender mucho de ti, seré tu apoyo cuando me necesites, cuando estés cansado y no puedas más, intentaré estar a la altura de tus expectativas y espero no defraudarte nunca. Te quiero muchísimo Xiao Zhan y trataré de demostrártelo todos y cada uno de los días que nos resten de vida y me sentiré muy honrado si me pides que me quede contigo. ¿Qué dices? ¿me aceptas ahora mismo?

Zhan se acerco a su boca y le besó dulcemente, las lágrimas a punto de salir le daban un brillo especial en la mirada. Le tomó de la mano y entraron en la casa, encendió el ordenador y abrió un video: Zhan y su madre estaban frente a la cámara. Les daba la enhorabuena deseando que estuvieran juntos , se alegraba mucho por los dos y esperaba que fueran tan felices como ella lo había sido con su esposo.

-Esta vez he sido yo el que fue por delante. Y ahora vamos a jugar por última vez, si ganas tú, nos casamos dentro de un mes.

-De acuerdo. Me da igual lo que diga la suerte. Solteros o casados en Europa, lo único que me importa es que no te separes de mi lado.

-Uno, dos tres...

Zhan no sacó su mano para "piedra, papel y tijeras" y la dejó atrás, escondida en su espalda.

-Perdí, mi querido YiBo, perdí.

                                                                


                                                                                       FIN

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora