Parte 17

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-Dime, ¿dónde he estado los últimos seis años?

YiBo abrió mucho los ojos, temía a Zhan cuando se ponía así de serio. La última experiencia para dejarle hecho polvo en aquel hotel no pudo ser peor.

-No pasa nada, no estoy enfadado y no me voy a marchar, no te preocupes.

-Pues... en Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Suiza, Suecia, Italia, Sudáfrica, Qatar, Dubái, Arabia Saudí, Corea, Japón...

-Te falta uno.

-¿Australia?

-Eso es. ¿Y quién te lo ha dicho?

-Tu padre.

-¿Cuándo lo hizo?

YiBo lo miraba de reojo, estaba muy tranquilo.

-Cuando me pasaba por tu casa.

Zhan se recostó contra el respaldo y se deslizó hacia él para apoyar la cabeza en su hombro.

-Me gustaría que me contaras lo que has hecho en estos seis años, desde que te fuiste a Oxford. Siempre he creído en ti, sabía que no romperías la promesa que te arranqué para no buscarme, espiarme o llamarme, pero también sabía que no te ibas a quedar de brazos cruzados.

YiBo se levanto para meterse en la habitación de los equipos de moto y sacó un portátil con un cable USB, lo conectó a la televisión y encendió ambos aparatos, rebuscó entre los archivos y empezó a proyectar imágenes en la pantalla. Eran fotografías de la universidad, paisajes muy bonitos, edificios y monumentos, de él con otras personas en actitudes divertidas o simplemente posando, hasta que llegó a una en la que estaba con un muchacho rubio de ojos azules en la que ambos se abrazaban por el cuello.

-Este es James, fuimos compañeros y amantes casi desde que nos conocimos al cabo de unos cuatro meses de mi estancia en la facultad. No hubo amor ni compromiso entre los dos, desde el primer momento nos lo dejamos muy claro. El salía de una relación de varios años con su novio que acabó de mala manera, con infidelidades de por medio por parte del otro y yo solo te amaba a ti, eso no iba a cambiar nunca. El me ayudó a superar muchas angustias, desesperación, soledad y malos ratos en los que a punto estuve de dejarlo todo, romper mi promesa y correr a buscarte dondequiera que estuvieses. Lo pasé fatal. Intentó animarme, recorrimos juntos el país y pasamos al continente para visitar Paris, Berlín, Madrid, Roma, Viena... incluso me inscribió en el famoso club de remeros de Oxford. Mírame aquí, estas son las fotos, soy el chino exótico que destaca entre los occidentales.

Zhan se rió, le pasó el brazo por la cintura y le dio un beso en la mejilla.

-Por supuesto no llegué a competir en la famosa carrera contra Cambridge, para eso se necesitan años de preparación pero, no se me daba mal el remo y no ocasioné ningún desastre en las pequeñas competiciones que se celebraban de vez en cuando a nivel local, hasta ganamos alguna que luego íbamos a celebrar a lo grande en los pubs entre mares de cerveza negra. Ahora James y yo somos amigos, muy amigos, él sabe de tu existencia desde el primer momento y me ha dicho muchas veces que le gustaría conocerte en persona. Tiene una nueva pareja y está muy feliz, se casaron –ya sabes que allí es legal- incluso estaban pensando en adoptar hijos y ser una familia completa. Estuve en su boda, en Escocia, su marido es de allí. Mírame aquí, me vistieron con el típico traje de gala, incluida la falda. Debajo de ella hay que ir desnudo, sin nada.

Zhan rió al ver la imagen. YiBo estaba entre los novios, los tres con una copa de champagne en la mano, brindando hacia la cámara.

-Estas guapísimo, todos lo estáis. ¿Aun tienes el traje?, me gustaría verte con él puesto. Debe ser muy sexy meter la mano por debajo de la faldita.

YiBo rió a carcajadas.

-Todos dicen lo mismo y, lo siento, no lo tengo, fue un préstamo del marido de James para la ocasión pero puedo hacer que me envíen uno y me lo pondré para ti exclusivamente.

Zhan le giró la cara y le dio un beso en los labios, largo y cálido que YiBo correspondió emocionado.

- Hace poco más de un año viajaron aquí, a China, yo les invité y fuimos de turismo por algunos lugares, los más conocidos, incluida la Ciudad Prohibida y la Gran Muralla. Tú estabas en Australia creo.

-Sé que me gustará James y yo también quisiera conocerle, podemos ir a visitarles juntos.

-¡Me encantaría!, además, si eso sucede, te puedes llevar una gran sorpresa.

Esas palabras despertaron la curiosidad de Zhan, quería saber a qué se refería exactamente Yi Bo pero éste se cerró en banda, no se lo iba a decir, tenían que pasar ciertas cosas primero.

Se acercó de nuevo al ordenador para abrir otro archivo.

Ahí estaban sus compañeros y amigos, el abogado y el químico en lo que parecían ser varias celebraciones y reuniones a lo largo del tiempo, incluida una navidad en la que los tres llevaban gorritos rojos y estaban frente a un árbol decorado con luces y adornos, posando en playas, jardines y parques, templos, museos, pescando, nadando, jugando al baloncesto o en actitudes muy graciosas sobre monopatines o bicicletas.

Zhan lanzó un suspiro, estaba tocando fondo pero, las cosas ya no eran como antes, sabía levantarse sin llantos ni lamentaciones de niñato consentido.

-He hecho mal dejándoos a todos de lado de esa manera.

YiBo le abrazó.

-Nadie te lo reprocha, respetamos tus decisiones, las comprendemos y te esperamos en la próxima reunión en la que nos volveremos a juntar. Vendrás, ¿verdad que sí?

-Claro que sí, mi amor, no me la perderé por nada del mundo. Deja que yo te abrace. Te permito que seas tú ahora la princesita llorona, quéjate todo lo que quieras, incluso te dejaré golpearme si así te sientes mejor, le dijo mientras le estrechaba fuertemente.

UNO DOS TRES... PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora