YiBo abrió las puertas y fueron hasta su despacho que estaba al fondo de todo, también cerrado por puertas de madera oscura decoradas con caracteres chinos. Se dirigió hacia la derecha y entraron en una habitación con una cama gigantesca, un vestidor y un cuarto de baño con ducha, bañera-jacuzzi y estantes con toda clase de productos de aseo personal, batas, toallas perfumes, jabones, sales de burbujas...
-YiBo, ¿vives aquí? , preguntó Xiao Zhan.
-Casi. Desde que empecé a trabajar en el conglomerado, mi padre quiso expandirse por otros países cercanos, Corea, Tailandia, Laos, Japón... adquiriendo pequeñas empresas a las que exportar nuestros productos fabricados aquí, en China, e importar los suyos. Es un intercambio comercial más que nada, pero entre un mismo cliente que, a su vez, lo distribuye en el país para hacerse competitivo en cuanto a precios ante otras multinacionales.
-Me parece que tu padre tiene una gran visión para acercarse a los ciudadanos con menor poder adquisitivo, ofreciéndoles productos de calidades similares a precios asequibles, dijo Xiao Zhan.
-Eso es, has captado la idea inmediatamente.
-Si mi proyecto de expansión sobre una empresa de telefonía móvil es aceptado, espero poder colaborar con vosotros en otros campos más adelante.
-¡Me encantaría!, de verdad. En la universidad acabaste segundo en tu promoción y sé que no conseguiste el primer lugar por causa de la enfermedad de tu madre. También me enteré de su muerte pero, ya sabes, estaba en Inglaterra.
-Sí, recibí tu nota de condolencias y la gran cantidad de rosas que enviaste al funeral. Fue un período triste y doloroso para mi padre y para mí, ella era una gran mujer y una madre maravillosa. ¡YiBo, faltan diez minutos para la reunión!
El se dirigió hacia el vestidor y le mostró una colección de trajes para que eligiese uno mientras le buscaba una camisa, zapatos, complementos...
Xiao Zhan se rió.
-Puedo usar los míos, no te preocupes tanto, le dijo mientras se quitaba la chaqueta, la corbata y se desabrochaba la camisa.
YiBo no dejaba de mirarle disimuladamente. Aunque se había ladeado un poco para dejarle privacidad, un espejo de cuerpo entero mostraba la suave y blanca piel del pecho, los brazos torneados y musculosos, el vientre plano, las piernas largas y una cintura estrecha que invitaba a querer rodearla en un abrazo. Estaba menos delgado que en la universidad. Su cuerpo, que tantas veces deseó pero nunca se atrevió a decírselo, ni lo insinuó siquiera con sus acciones, estaba ahora ante él, cubierto solo por unos bóxer negros que acentuaban la curva de sus nalgas, no había cambiado mucho. Nunca dejó de amarle. Casi se desmaya cuando se cruzaron sus miradas en la entrada del edificio y revolotearon mariposas en su estómago, pero... ¡aquellos juegos estúpidos!, ¡aquellas tonterías a las que se acostumbraron y que no tenían sentido!
Xiao Zhan le sacó de su ensimismamiento, ya había terminado de vestirse y el traje le quedaba bien. Con las prisas, su rostro tenía un ligero rubor en las mejillas y un mechón de pelo le caía sobre la frente. Estaba adorable, pensó YiBo, que no pudo evitar acercar su mano para apartarlo delicadamente.
-Estás perfecto, le dijo.
-¡Gracias!, ¡me salvaste! Ahora nos toca correr, le dijo mientras le tomaba de la mano para llevarle hasta el ascensor.
YiBo hubiese querido retenerla entre las suyas para siempre, tan cálida y suave pero, al mismo tiempo, se la apretaba con fuerza para que no se soltara y le siguiese al mismo ritmo.
Llegaron puntuales. En la sala de juntas aun no se habían sentado todos los asistentes. Andaban de un lado a otro charlando y cambiando impresiones, momento que aprovechó YiBo para presentar a Xiao Zhan a su padre. Éste le saludó cordialmente y, aunque nunca se conocieron, había oído hablar de él a su hijo durante sus años en la universidad, sabía que fueron amigos en todo aquel período y le alegró enterarse de que era uno de los mejores estudiantes. Por lo menos estaba tranquilo de que su hijo no se juntara con los más juerguistas. Zhan y YiBo no pudieron evitar lanzarse una mirada cómplice seguida de una media sonrisa al recordar aquellos tiempos. ¡Claro que eran juerguistas!, pero luego se mataban a estudiar el doble para que no repercutiese en sus notas y, por lo menos, se ayudaban unos a otros para salir del apuro en los exámenes.
Terminadas las presentaciones, comenzó la reunión en la que Xiao Zhan expuso su proyecto que, al final, tras una breve deliberación, obtuvo una aprobación unánime. YiBo apenas prestó atención a sus palabras, tampoco le correspondía a su departamento hacerse cargo del mismo, solo le interesaba él: su boca, sus ojos, cómo fruncía el ceño para concentrarse al responder las preguntas con precisión y exactitud, su sonrisa que le robaba el corazón y su cuerpo, lo tenía muy presente, casi desnudo en su despacho y lo que le costó reprimirse para no estrecharlo entre sus brazos y besarlo hasta quedar agotados y sin aire.
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UNO DOS TRES... PERDÍ
FanfictionDurante cuatro o cinco días, se recupera una historía de amor que se había perdido hacía seis años, tras un encuentro casual en el que el destino se puso de su parte.