10. La pelirroja hipnotiza a mi amigo... Interesante.

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[Joaco]

Mientras Leo se divertía con su ex, yo estaba aguantando los coqueteos de Agus.

No es bonito.

Bueno, tal vez sí, un poquito. Me gustan los cotilleos.

Volvamos a la mañana. A Andy, Agus y a mí nos eviaron al asilo. La verdad, siempre me gustaba ir a los asilos. Los ancianos son buenos charladores (y yo tengo mucha experiancia con charlas).

En fin. Llegamos al colegio temprano para alistar algunas cosas y subir a los buses.

Notaba que Leo se ponía nervioso cuando subíamos a buses diferentes, pero no hizo nada serio. Antes, seguro que se habría desmayado y habría vomitado o algo por el estilo. Ahora maneja muchísimo mejor sus emociones.

En fin, me acomodé en el bus al lado de Agus, yo en el asiento de la ventana y él en el del pasillo.

-Siempre me gustaron los asilos- Comenté mirando las calles y edificios.

Él no respondió.

-¿Qué crees que nos hagan hacer?- Pregunté sin quitar la vista de la ventana.

De nuevo, no hubo respuesta.

-Agus.

Giré la cabeza para ver que mi amigo estaba perdido mirando a alguien dos filas más adelante.

-¿Quién te tiene tan perdido?- Pregunté tocándole el hombro.

-¿Qué?- Por fin me miró- Ejm, nadie.

-Ajá.

Sin previo aviso, pasé un poco por encima de él para ver quiénes estaban más adelante.

Logré divisar a tres posibles chicas (o, más bien, sus cabellos) que él estaba mirando.

-¿Estabas viendo a Catalina?- Aventuré con una sonrisa pícara.

Él me miró con confusión.

-¿Qué? ¡No!- Aseguró.

-Claro...- Dije- Entonces es Mariana.

-Tampoco- Y volvió a mirar hacia adelante, mordiéndose una uña.

Fruncí el ceño y volví a mirar disimuladamente hacia donde lo hacía él. Me fijé en las personas que había ahí sin entenderlo, hasta que ví a la chica en la que se fijaba.

-¿En serio te gusta Andy?- Exclamé con una sonrisa.

Él dejó de morderse la uña y me miró confuso.

-Claro que no- Dijo, tranquilo.

Algo que debo decir de Agus es que siempre supo mentir muy bien. Y algo que debo decir de mí es que aprendí a saber cuándo miente. Después de todo, es mi mejor amigo hace años.

-Te encanta- Dije más sonriente.

-Joaquín, te voy a dar un puñetazo.

Ahí lancé un gritito muy agudo y Agus me miró raro, pero me da lo mismo. Estaba emocionado.

-No puedo creer que no me haya dado cuenta antes- Apunté.

Él intentó mantener su expresión confusa, pero finalmente suavizó el rostro y soltó un suave suspiro.

-Sí, traté de esconderlo un poco- Confesó.

Seguí sonriéndole. Esto estaba poniéndose muy interesante.

-Claro que sí- Afirmé- Pero ahora tienes que hacer algo.

-No sé, creo que todavía no.

-¿Cómo que todavía no? Yo mismo te ayudaré, si quieres.

Él me estudió un momento hasta que lanzó una sonrisa.

-Gracias, Joaco- Dijo- Pero no creo tener muchas oportunidades con Andy.

-Las tienes todas, amigo. Te lo aseguro.

Él solo asintió y volvió a mirarla perdido mientras se mordía la uña. Yo solté una débil carcajada y lo palmeé en el hombro.

-Amigo, estás perdido por ella- Señalé.

-No, tampoco tanto- Negó- No, es algo suave.

-Ajá.

-Sí, en serio.

-Entiendo por qué te gusta- Señalé- Es linda...

-Hey, ella es mía.

-Tranquilo- Dije levantando los brazos divertido- Además, yo ya tengo dueño.

En ese momento me puse a pensar en que estará haciendo Leo con Jason y Mica. Espero que lo esté llevando bien, lo de socializar todavía no se le da perfecto.

-Hoy comenzarás a conquistarla, Agus- Dije- Cuando bajemos de este bus.

Él me miró con los ojos abiertos y luego negó suavemente con una sonrisa, para volver a perderse en la pelirroja.

Agus no dijo nada más el resto del camino. Ni dió señales de vida.

Cuando por fin llegamos, me encontré con una larga muralla de rejas y a través de ella había un precioso e inmenso jardín. Pasamos al lado de un cuartito donde había un guardia, quien nos hizo entrar. En aquel jardín podía ver a los ancianos sentados en bancas tomando sol, conversando unos con otros. Habían algunas enfermeras vestidas de blanco que iban de aquí para allá.

Al final de aquel jardín había un edificio largo donde, supongo, están sus habitaciones y demás. Debió tener como 4 pisos, con demasiadas ventanas por piso.

En la planta baja del lugar estaba la recepción, además de los salones comunes: el comedor, un solarium y una sala de juegos. Al otro lado del edificio había una gran piscina techada, con algunos ancianos en ella.

Nos acompañaba el profe de Literatura. Él se puso a conversar algunas cosas con dos señoras del lugar. Mientras tanto yo quise hablar con Agus pero él, obvio, estaba perdido mirando a Andy, así que me quedé en silencio.

-Bien, atiendan, chicos- Dijo el profe, haciendo que todos volteáramos a verlo- Las actividades que realizarán aquí son sencillas, ya que ustedes son el grupo más grande de los tres lugares- Y vaya que lo parecía- Vamos a dividirnos por grupos.

En ese momento tomé a Agus por la muñeca y me lo llevé con Andy.

-Oh, hola chicos- Saludó ella con una sonrisa.

-Mejor si estamos juntos, a ver si nos ponen en el mismo grupo- Dije, mirando de reojo a Agus.

Andy asintió sonriente y Agus me miraba con cara de asesino.

-Bien, de aquí- Señaló a un muchacho- Para allá- Guió sus manos a la izquierda- Divídanse en parejas.

Eran más de la mitad de todos nosotros, que comenzaron a dividirse en parejas. La otra mitad nos quedamos esperando.

-Ustedes seis- El profe señaló a los del borde- Vayan con la señora Greta- Apuntó a una de las señoras que hablaba con él.

Los seis elegidos se fueron con aquella señora.

-Y los seis restantes- Dijo mirándonos- Vayan con la señora Consuelo.

Nos dirigimos con la otra señora, quien estaba muy sonriente y parecía de avanzada edad. Ella nos guió al amplio comedor, que estaba vacío a esa hora.

-Bien, jóvenes- Dijo, con una voz suave- Les tocó el trabajo más sencillo: compañía.

3.- Siempre Serás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora