6. Espero que Joaco esté bromeando...

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[Leo]

-Leo, son las 6 de la mañana y es Domingo.

Mi hermana se despertó por mi culpa. Su cabello estaba todo revuelto al rededor de su rostro. Su voz estaba ronca y débil y sus ojos apenas estaban abiertos y me miraba tal vez con enojo.

-Lo sé, perdón- Me disculpé- Pero ya me decidí.

-Qué bueno- Dijo- Ahora, tal vez tú seas un bicho madrugador, pero yo soy una persona normal a la que le gusta dormir en Domingo, así que, por favor, sal de mi habitación. Podemos hablar en unas 2 o 3 horas.

-Claro, lo siento- Dije.

Me dí la vuelta y salí cerrando la puerta. Volví a la habitación de Joaco y me lo encontré tapado hasta la cabeza.

Me metí de nuevo a la cama a su lado pero no intenté volver a dormir. Ya me desperté, es imposible que duerma de nuevo.

-¿A dónde fuiste?- Preguntó la voz ronca de Joaco desde abajo del edredón.

-Al baño- Mentí.

Se destapó con un brazo, dejando al descubierto su rostro destrozado por dormir. Su cabello estaba igual de deshecho que el de mi hermana y sus ojos chinos me miraban con cansancio.

-Son las 6 de la mañana.

-Sí.

-¿No tienes sueño?

-No.

Me miró (creo, estaba con sus ojos cerrados) en silencio y luego se acomodó de lado para ponerse frente a mí. Abrió sus brazos (sus ojos seguían cerrados) y yo entendí lo que significaba.

-No volveré a dormirme, Joaco- Advertí.

-No importa- Dijo ronco- Quiero sentirte cerca.

Me acerqué sin tardar más a él e hice que cierre sus brazos al rededor mío. Yo me puse más abajo, de modo que mi cabeza estaba en su pecho.

-Siempre va a gustarme sentirte así de cerca, Leo- Dijo.

-A mí también. Nunca voy a cansarme.

Pocos segundos después, comencé a escuchar su respiración más profunda, lo que me dice que ya se durmió.

-Quién hubiera dicho que mi nerd duerme tanto- Murmuré mientras colocaba mi mano en su pecho.

Me quedé cómodamente echado así las siguientes dos horas. Como dije, no pude volver a dormirme, así que simplemente esperé a que Joaco se despertara para volver con mi hermana.

-Por fin despertaste- Dije.

-No desperté todavía- Replicó.

-Ajá.

Esperó unos pocos segundos.

-Bien, ahora sí desperté- Anunció.

-Ajá.

Me separé un poquito de él para levantarme, pero me agarró para evitarlo. Bajó un poco, se acercó a mi rostro y me besó.

-Ahora sí puedes levantarte- Dijo sonriendo.

-Ajá.

Me levanté mientras él se quedaba echado observándome con una sonrisa boba.

-¿Qué?- Pregunté.

-Nada- Dijo- Solo contemplo a mi guapísimo novio.

Me hizo sonrojar y no pude reprimir una sonrisa. Él se rió suavito y por fin se levantó.

-Bajemos a desayunar- Dijo.

Al bajar nos encontramos con la madre de Joaco y mi hermana.

-Y por fin despertaron los príncipes- Exclamó mi hermana.

La madre de Joaco se rió por el comentario mientras Joaco y yo nos sentábamos en la mesa.

Luego de sentarme, mi hermana me tocó la pierna suavemente.

-Luego hablamos, Leo- Dijo sonriente.

En realidad ella ya escuchó mi respuesta, pero estaba dormida, así que no sé si la entendió bien.

-Seguro- Accedí.

Terminamos de desayunar con calma. Cuando terminamos, ella me llevó a su habitación. Cerró la puerta tras de mí.

-Bueno- Dijo- Estaba dormida, pero creo haber escuchado que aceptas...

Podía notar la emoción en su voz. Ella está esperando que yo quiera ayudarla.

Asentí sonriéndole.

-Sí, te ayudaré- Dije.

Ella se me acercó para abrazarme.

-Cuánto te lo agradezco, bichito.

Cuando me soltó la miré a los ojos.

-Solo quiero que sepas que no quiero hacerle daño a Joaco ni a su familia- Aclaré- Te ayudaré, pero será algo muy suave. No puedo arriesgarme a que me descubra y perderlo.

-Claro, hermanito- Dijo- Nunca te pediría que hicieras algo grave.

Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

-Te extrañé mucho, bichito- Dijo- Perdón por haber desaparecido de tu vida.

-Te entiendo- Dije- Yo también te extrañé.

Me dí la vuelta para salir, pero ella me detuvo.

-Te iré avisando lo que necesito que hagas- Dijo- Todavía no necesito que hagas nada, pero prepárate.

Asentí y salí del cuarto para ir con Joaco.

Cuando entré a la habitación me lo encontré desnudo. Gracias al cielo tenía una toalla cubriéndole desde la cintura. Me puse de espaldas a él y entré de lado hasta sentarme en la cama.

-¿Por qué entras de lado, Leo?- Preguntó.

-No quiero verte desnudo- Respondí- Todavía no estoy listo, por si no te diste cuenta.

Se calló unos segundos.

-Todavía no estás listo- Repitió- Eso quiere decir que... ¿algún día estarás listo?

Me dejó sin palabras. Yo no quería decir eso, pero lo dije. Ahora tendré que lidiar con eso.

-¿Quieres verme desnudo, Leo?- Preguntó con voz cautivadora.

Podía notar mis mejillas extremadamente calientes. 

-Yo, ejm...- No sabía qué decir para salvarme- Joaco, cállate.

Él se rió y se sentó a mi lado. Por instinto, giré mi cabeza para no mirarlo.

-Ya estoy vestido, Leo- Avisó- Y solo estaba bromeando, tranquilo.

Lo miré y tenía una expresión de diversión en su rostro. Mis mejillas seguían sonrojadas, pero me calmé un poco al verlo.

Se acercó a mí, me besó y dirigió su boca a un lado de mi rostro, en mi oído.

-Aunque puedes avisarme cuando quieras verme, ya sabes, con confianza- Dijo y me besó la mejilla.

Me dejó helado con su comentario y tuve que retirar la vista, no podía mirarlo. Pero en fin, sé que está bromeando.

Ojalá.

3.- Siempre Serás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora