14. La hermana de Leo me pone nervioso. Mucho.

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[Joaco]

-Leo, ya salí de la ducha y tú sigues dormido.

Yo estaba revisando mi ropa en el ropero con una toalla al rededor de la cintura. Leo estaba echado de lado, dándome la espalda.

-Estoy despierto- Respondió.

-¿Y por qué no te levantas?

-No quiero verte.

Eso sonó demasiado fuerte, lo admito.

-¿Qué?¿Por qué?

-¿Estás vestido?

-Pues todavía no.

-Entonces por eso.

Y ahí lo entendí. Caminé descalzo hasta el lado de Leo, para ponerme frente a él.

-Abre tus ojos.

-No.

-Ya estoy vestido.

-No te creo.

Esto va a ser difícil.

-Te prometo que estoy vestido.

-Acércate.

Leo sacó una mano sin abrir los ojos y la acercó a mí mientras yo me quedaba parado. Puso su mano en mi estómago y, ni bien me tocó, la retiró.

-Vístete y abriré mis ojos.

No hice más que sonreír. Me agaché, le dí un beso en la mejilla y me fui a vestir.

-Algún día, Leo- Dije- Algún día.

En fin, me vestí, él se levantó y fue a ducharse. Cuando los dos estuvimos vestidos bajamos para desayunar.

Recordé que hoy mi madre tenía que trabajar todo el día, así que ya había salido. Solo estaba la hermana de Leo.

-Buen día, cuñadito- Me saludó.

-Buen día...- Ya no sabía cómo llamarla. Se me hacía incómodo llamarla cuñada. Al final no le dije nada más.

-Hola, hermanita- Saludó Leo.

Lo miré y él me sonrió con diversión. Yo de nuevo le enseñé una sonrisa nerviosa. No supe que hacer ayer cuando me llamó cuñado por primera vez y ahora me puse nervioso.

Comenzamos a desayunar con una que otra charla. Leo y su hermana se lanzaban algunas miradas cómplices que me hicieron preguntarme de qué hablaron anoche. Cada vez que yo miraba a Leo él me sonreía, pero luego la sonrisa se le borraba rápidamente y miraba a otro lado. Pero no son mis asuntos.

Terminamos y yo me dispuse a volver a mi habitación con Leo para hacer alguna tarea o... pasar tiempo con Leo, pero su hermana me detuvo.

-Cuñadito- Dijo poniendo su mano en mi hombro- ¿puedo hablar contigo?

Miré a Leo quien solo asintió. Luego miró a su hermana con esa mirada cómplice y se dirigió a mi habitación.

-Claro- Respondí nervioso.

Ella me estaba sonriendo. Su sonrisa era muy parecida a la de Leo, por lo que era bonita.

-¿Te parece si salimos a pasear un momento?- Preguntó.

Evalué la situación. Ahora sí me intrigó mucho saber de qué hablaron anoche ella y Leo.

-Ejm... Sí, vamos- Accedí- Traeré mi abrigo.

Ella asintió y yo me dirigí a mi habitación.

Entré y Leo estaba sentado sobre sus manos al borde de la cama, zapateando nervioso.

-¿Estás bien?- Pregunté.

Levantó su mirada, estaba mordiéndose el labio. Dejó de zapatear y trantó de sonreírme.

-Sí, todo bien- Afirmó.

Yo entré para sacar una chamarra, ya que afuera estaba todo nublado y frío; una mañana normal de mediados de Abril.

-Bueno, pues... Saldré con tu hermana- Dije en la puerta.

Él asintió.

-¿Estás seguro que estás bien?- Pregunté- Te ves preocupado.

Levantó la vista de nuevo.

-Sí, estoy bien. Tranquilo- Me sonrió suavemente.

Le sonreí nervioso, me acerqué y lo besé sin más.

-Te quiero- Dije saliendo del cuarto.

-Yo también- Oí que respondía.

Bajé de la puerta donde me esperaba la hermana de Leo. Salimos y, cuando ella cerró la puerta, yo me quedé parado a su lado.

-Bien, cuñadito- Dijo pasando su brazo por mi hombro- Tengo algunas cosas que quiero charlar contigo. Vamos.

Comenzamos a caminar. Estaba haciendo frío, pero no tanto, por suerte.

-Y bueno- Dijo- ¿Cómo estás, cuñadito?

Ella me abrazaba con un brazo y me pegaba a ella. Ahora sí entiendo qué sentía Leo cuando le incomodaba el contacto físico.

-Bien... Supongo- Respondí.

Ella soltó una risita.

-Sí sabes que puedes hablarme, ¿no?- Dijo con alegría.

Yo creía que ella era de mi tamaño, pero ahora parecía que yo le llegara al hombro.

-Claro...- Respondí- Sí.

Seguimos caminando sin rumbo unos segundos más en silencio y mis manos comenzaban a sudar.

-Joaco, ¿puedo preguntarte algo?- Preguntó.

-Sí, claro- Accedí con precaución.

-¿Y me responderás con honestidad?- Añadió.

-Lo... Lo intentaré- Respondí con más precaución.

Seguimos caminando un poco más hasta llegar a una de esas placitas. Nos sentamos en una banca y ella suspiró.

-¿Qué sientes exactamente por Leo?- Preguntó por fin.

Definitivamente fue la pregunta más intensa que alguna vez me dijeron.

Ni siquiera estoy seguro de qué siento por Leo. Tengo una idea, pero no es completa.

-Leo es especial para mí- Comencé- La timidez que tenía cuando lo conocí me hizo querer acercarme a él. Luego descubrí que yo le gustaba...

-Espera- Me cortó- ¿Timidez? ¿Leo era tímido?

La miré y ella tenía una expresión de total incredulidad.

-Demasiado- Respondí- Siempre andaba con la cabeza gacha y no hablaba con nadie. A mí apenas me dijo una palabra la primera semana, y fue porque yo le pregunté su nombre. Literalmente lo conocí por un libro.

-¿Cómo va eso?

-Él escribió un libro en el que contaba su vida. El protagonista se llamaba Fred y yo creí que era una historia al azar, pero luego entendí que esa era exactamente su vida.

-Nunca lo hubiera pensado- Dijo- Pero tiene sentido. Todo lo que sufrió... claro. Y yo no estuve para él... Pero bueno, no estamos hablando de mí, sino de tí- Me miró con una sonrisa- Continúa.

Esta será una mañana muy larga.

3.- Siempre Serás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora