Anna.Querido diario.
La junta de ayer fue un éxito, logré convencer al nuevo inversionista con una mirada de mis chispeantes ojos azules, él quedó prendido de mí, lastima que no me gustó lo suficiente. No puedo decir que no era agradable a la vista porque estaría mintiendo cuando se me acercó y dijo ¡Oh R! Eres tan hermosa que haces que mi corazón lata tan rapido como el galope de un caballo salvaje en medio de una pradera. Me gustó lo que dijo, pero igual no tenía mente para él, mi asistente Tomasito me había dicho que prefería tener autismo a fijarse en él ya que era un ser grosero y tosco y que yo merecia algo mejor, mi belleza lo opacaria por completo, me dirigí al baño para retocar el maquillaje y sonreí sensualmente al espejo echándome brillo labial rojo. ¡Chica, eres perfecta!
Hoy era sábado, último día de trabajo y sentia una leve emoción, no es que fuera el domingo hacía a algún sitio ni que tuviera una cita con alguien. Es más, me quedaba en casa a devorar libros. También me gustaba imaginar, transportarme y vivir la experiencia completa imaginando que era yo la protagonista de esas historias, la millonaria, la secretaria sexy, la mujer de ojos azulados y piernas largas que robaba el corazón con una sola mirada, la que tenía más de cuatro hombres detrás de su interés y a la que la ex novia loca y el cuñado envidioso intentaban matar y al final era rescatada por su caballero de brillante armadura.
Sí, tenia una imaginación bastante agradable y me gustaban los domingos porque me permitían tiempo con mis libros y volar un poco más allá de mis cuatro paredes para escapar de mi superficial realidad.
—¡HIJA!—no entendía porque mamá todo lo quería resolver a gritos.
—¿MMM?—dije astiada, era la quinta vez que me llamaba hoy. Y no eran llamados importantes, era para preguntarme dónde había dejado el quita esmalte, dónde había colocado el cepillo de cabello y si le podía prestar mi lapiz labial morado. Consecuencia de tener una madre joven.
—No seas antipática, contesta bien a tu madre—dijo desde el pasillo.
A la falta de respuesta llegó hasta mi cuarto y abrió como siempre, sin avisar la puerta.
—¡Hola! Hoy iré a verme con Miller.
—Le envias saludos y ahora, adiós.—le hice un gesto con mi mano. No me gustaba cuando interrumpian mi escritura o lectura.
—No me esperes... Estaré todo el día ocupada— dijo con voz socarrona
Le lance una almohada y está le dió en la frente.
—¡Mama...! ¡Quiup!— dije haciendo mueca de asco.
Salió riendo de la habitación y sonreí al sentirla tan feliz, ella era una persona intensa e insoportable, pero era la mujer más valiosa y hermosa que habia conocido en mi vida.
Sola en mi habitación hice mi ritual diario para llegar al trabajo y encontrarme en la cafetería a Lenny quien empezaba a hablar sobre su novio Anthoni. Lenny deseaba terminar con su relación que se habia convertido en una completa rutina, me daba pesar porque tuve la oportunidad de conocer a Anthoni y sabía que era una buena persona, pero en el corazón no se mandaba y Lenny habia dejado de quererlo, tanto que lo evitaba y por eso me habia obligado prácticamente a ir con él a playa el domingo por lo que mis maravillosos planes se habían arruinado, para el así tener una excusa y no ir al cumpleaños número ochenta de la abuela de Anthoni al que ella misma le había invitado.
—Deberias hablar con él y ser honesto, no merece menos, se ha portado genial contigo— le regañé y anote en el libro de inventarios en la cafetería, todos los sábados debiamos hacerlo.
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El Diario De ANNA
RomanceAnna es una mujer de veinticinco años, común y corriente, tiene el rostro dulce y la mirada chispeante. Vive encerrada en su pequeño mundo ficticio en el que se traslada una vez escribe en su diario, en él escribe de su día a día, pero no de la man...