Capítulo 32: Cerrando ciclos

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Nicolás.

Había intentando dejar que todo pasara, había intentado no forzar nada, que se sintiera cómoda y ser amigos, pero también sabía que no estaba siendo más que un hipócrita que muy al fondo esperaba lo mismo. Esperaba migajas del amor que por mí ella no sentía y aun sabiendo eso yo estaba queriendo amar por los dos.

Pensé que ella sentía más que atracción, hoy me confirmaba que le gustaba y había sido una inesperada alegría mezclada con las más tristes de las verdades. Porque no me amaba y me quería lejos.

Podía decir que entendía sus miedos y sus aflicciones, pero no. Ella se estaba negando a vivir de nuevo y quizás tenía razón en muchas cosas, quizás el que fuera tan reciente no nos ayudaba mucho, quizás ella aun amaba a Lionel, quizás no había cerrado ciclo con ese imbécil y quizás ella sí quería protegerme, pero mientras que sus palabras me alejaban esas miradas, esas sonrisas traviesas, la felicidad que había vivido conmigo hacía pocas horas me habían dado las suficiente esperanza para aferrarme a mi fe, pero ella no creyó que eso era suficiente para intentarlo. Y era la verdad... ambos teníamos razón y por eso había aceptado su decisión con molestia y tristeza.

Empezó a sonar un teléfono con una canción de Gaga y me di cuenta que Anna había dejado su celular, quise devolverme pero me arrepentí... no quería verla de nuevo, no quería rogarle que no me alejara, pero yo no era ese tipo de hombre, no había rogado de esa forma antes y no lo haría después. Aun mantenía mi orgullo y si ella quería alejarme respetaba su decisión. No se podía estar donde no era bienvenido. Los días que habíamos pasado juntos y felices siendo nada y todo a la vez los había guardado en mi corazón como fragmentos de un amor no correspondido. Seguí mi camino dispuesto a irme esa misma noche y al llegar al lugar donde me quedaba hice un par de llamadas para dejar todo listo para la construcción, ya no era necesaria mi presencia, había dejado los planos a las personas encargadas y todo lo necesario, claro. También les había dicho que era confidencial.

Haría lo que había venido hacer, eso no cambiaba nada. Tomé mis cosas y le dejé dinero al chico encargado de la recepción para que le enviara el celular a Anna a su trabajo y así ese mismo día emprendí el camino a casa.

Abrí la puerta de la casa en la madrugada y todo estaba en penumbras y en silencio, subí las escaleras sintiendo mi cuerpo cansado por lo largo y agotador que había sido el día y tambien con la tristeza de haberme visto derrotado ¿Qué haría ahora?

Al amanecer me había metido de lleno al trabajo como siempre hacia, los días que siguieron me hicieron recordar al hombre solo y vacío que era antes de encontrarme con el diario de Anna, ese diario había sido el comienzo de todo. Había hecho que me enamorara de ella, ya no quedaba ni una sola página que pudiera consolarme y acercarme a ella. Solo quedaba el hombre que una vez fuí aunque este hombre miraba constantemente su móvil esperando el sonido característico del chat que había puesto a su contacto, pero no sucedió y los días que pasaron tampoco pasó nada llegando a resignarme más.

Mis dedos picaban queriendo tomar el celular y escribirle un simple "Hola" pero no... No podia hacerlo. Ella lo quería así. Nisiquiera podía borrar su número telefónico para resistir la tentación de no escribirle porque para mi desgracia lo sabía de memoria.

Lionel había vuelto a la empresa después de haber hecho las pases con mi padre, mi padre no le había echado, pero el quería darle tiempo a todos. No me provocaba nada encontrármelo, no existía rabia, ni dolor, ni resentimientos... igual él había posado sus ojos en ella primero. Pero aún así, no quería verle ni dirigirle la palabra sabiendo que ella aún lo amaba y aún sin hacer nada seguía compitiendo con él sin siquiera proponérselo.

Lionel me envío un mensaje depronto diciendo que quería hablar conmigo, le habia dicho que estaba ocupado, necesitaba trabajar lo suficiente para no pensarla. Cansado y fatigado me dirigí a buscar el café como hacía siempre que me sentía de esa forma, solo que los ojos que me atendieron no se quedaron embelesados al verme como había sucedido la primera vez con Anna, sacudí mi cabeza y la chica se cabellos rubios y delgada que me atendía esperaba expectante.

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