Capítulo 3: Mar de inseguridades

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Anna.

Nicolás, Nicolás, Nicolás no podía sacarlo de mi cabeza, antes pensaba que no era suficiente para mí, pero ví en sus ojos tanta humildad al ver aquel post en donde le daba a esos pobres chicos de África un poco de comida que quede enamorada, flechada e idiotizada.

Los ojos verdes de Nicolás eran hermosos, lo observaba sentado en la otra esquina de mi asiento mientras esperaba el café de la sonsa mesera, ese hombre era caliente, muy caliente. Me sonreía con picardía y estúpidamente yo me sonrojaba, al salir de la junta me interceptó y contuve mis ganas para no tocarle un cabello.

Señorita...

—Dime Nicolás—le dije segura tratando que de mi cara no brotarán corazones.

Está hermosa hoy.

Al decirme esas palabras casi quise gritar, pero solo me sonroje un poco y me dió un beso casto en los labios sin siquiera verlo venir, sus labios eran como plumas, suaves y delicados. ¡Dios! Este hombre era hermoso ya quisiera cabalgarlo y verlo en otro terreno...

*.*.*.*.*

Dejé de escribir sonriendo por la locura que hacía, metí mi diario en el bolso y coloqué mis lentes de sol. Un desesperado Lenny estaba pitando con su auto fuera de mi casa.

Noté a mamá tirada en el sofá con los ojos cerrados y el maquillaje corrido, había llegado borracha en la madrugada. Le di un beso en la frente.

—Por favor querida, sal rápido y dile que deje de pitar, mi cabeza reventará— sonreí y grité en su oído que la amaba y exclamó una maldición que me hizo correr.

—¿De quién escapas?—preguntó Lenny apenas me vió subir a toda prisa.

—Mamá borracha y furiosa por tu pitido, se le pasará—le dí un beso en la mejilla a Lenny quien estudió mi ropa con desaprobación.

—¡Qué feo caso...!—Dijo con burla.

—¡Oye! Es mi short favorito—me defendí.

—No quiero imaginarme cuál es el peor, eres hermosa Anna, pero a veces siento que tú no lo crees.

—Deja de mentir y mueve esas llantas, tengo ganas de asolearme un poco.

Muchas personas me habían dicho lo guapa que era, que mi rostro era lindo, que tenía cara tierna y mirada preciosa y no lo ponía en duda aún tenía cara de niña de veinte y mi mirada sí era tierna, pero era mi cuerpo el mayor complejo, sentía que uniendolo con mi rostro circular era feo, estaba pasada unos quince kilos de más, tenia trasero de elefante y poco pecho, mi cintura no era pequeña aunque tenía curvas y mis piernas parecian pernil de cerdo, grandes.

Elegí ponerme un short largo en vez de uno corto junto con un suéter blanco ancho con una sandía en medio. No me gustaba, pero escondía bien mis rollitos.

—¿Traiste vestido de baño?—asentí, pero no, no lo usaría porque se veía vulgar y expondría lo que tanto trataba de ocultar, solo lo traje para no mojar mi ropa interior.

—Lo tengo debajo—dije y cerré los ojos para sentir la brisa chocar con mi rostro... ¡Rico!

—Espero ver qué ocupas debajo de tanta tela—sonrió de forma socarrona.

—Suenas como heterosexual— le dije sonriendo.

—Solo contigo me da algo de curiosidad ya que jamás te he visto mostrar demasiado, eres un enigma para mí—dijo serio, pero sabia que tenia una sonrisa juguetona sin verlo.

El Diario De ANNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora