Habían pasado dos semanas y media y el dichoso día tan ansiado por Ada había llegado. Lástima que ella no estuviera para presenciarlo. Habían sido dos semanas horribles, donde la policía había entrado y salido de la casa de mi tía. Dos semanas en las que habían interrogado a medio pueblo. Dos semanas en las que no tenían una base sólida para acusar a nadie de haber asesinado a mi gemela. Dos semanas en las que no había sido capaz de dejar de pensar en la pesadilla. En las fotos que había visto, Ada estaba igual que en el sueño, en la misma posición, con la misma ropa desgarrada, con los mismos cortes... todo era igual.
Cerré los ojos con fuerza. Debía evitar que esas imágenes regresaran a mi mente. No comprendía qué había pasado por la cabeza de esos policías al mostrarme las fotos, desde entonces no lograba borrarlas de mi mente. Me torturaban todas las noches junto con los recuerdos exactos de la pesadilla. Había veces en las que despertaba con los dolores agudos de los cortes que ella había sufrido, con el olor nauseabundo de la sangre y la mugre que se filtraban por la punta de mi nariz.
Era atroz e inevitable.
Las sensaciones de las pesadillas siempre me habían durado semanas, a veces, perduraban por meses hasta que lograba sacarlas de mí. En este caso, presentía que iban a durar toda mi vida. Y si no había conseguido compartirlo con ningún psicólogo antes, dudaba que esta vez fuera diferente, no me sentía lista para hablar al respecto.
Limpié con brusquedad las lágrimas en mis mejillas, algo que ya se me había hecho costumbre, y terminé de pasarme la crema que mi tía me había dado para evitar que la piel se me irritara. En medio de un suspiro, acabé de prepararme para ir a la infernal escuela. No quería asistir, no obstante, mi tía insistía en que era lo mejor, que juntarme con mis amigos me ayudaría despejarme un poco. Decía que me ayudaría a disipar mi mente de emociones negativas. Sin embargo, yo creía que lo sugería porque estaba cansada de que la encontrara revisando álbumes viejos con fotos de mi gemela y fotos de su gemela, mi madre, ambas muertas.
—Elma, cariño, Alex está esperándote abajo —me susurró mi tía, se encontraba inclinada sobre el marco de la puerta.
Asentí, sin ánimos de discutirle el uso de mi nombre, y salí de la habitación. Al bajar por las escaleras, me encontré con mis primas sentadas en el mismo escalón, con sus cabezas inclinadas en ese gesto terrorífico que las caracterizaba y sus ojos verdes clavados en el rostro lleno de incomodidad de mi amigo. Cuando los iris, también verdes, de Alex se posaron sobre mí, brillaron con alivio.
—Ela, por fin... —suspiró mientras soltaba el aire que estaba conteniendo.
No esperó a que lo saludara, me conocía lo suficientemente bien como para hacerlo. Ambos salimos de la casa sin decir una palabra y nos detuvimos en la acera para esperar a que su padre pasara a buscarnos. Esa era la misma rutina de todos los años, de todos los días. Alex nos iba a buscar caminando a Ada y a mí, y luego su padre pasaba a recogernos para llevarnos a la escuela, sin importar que se encontraba cerca.
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Noche de tormenta (completa)
ParanormalEla soñó que un extraño de ojos verdes asesinaba a su hermana gemela y, al despertar, descubrió que no había sido solo una pesadilla más. *** Luego de la muerte de su hermana en las manos de un desconocido, la vida de Ela se vuelve un caos. Creyendo...