Capítulo X: Más cerca

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La incertidumbre de lo que podría o no pasar conmigo no me había dejado descansar bien

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La incertidumbre de lo que podría o no pasar conmigo no me había dejado descansar bien. Había pasado horas y horas dando vueltas en mi cama, sin ser capaz de cerrar los ojos por más de cinco minutos. La pesadilla de la muerte de Ada me perseguía, me torturaba cada vez que intentaba dormir. Aún podía sentir la piel de mi hermana desgarrarse, la sangre que brotaba de la herida, el olor ferroso del líquido combinado con el de la mugre de la cabaña. Todavía sentía el pánico de Ada al notar que iba a morir en ese lugar, sola, asesinada por alguien a quien no conocía. Recordaba a la perfección esos ojos verdes, el sonido de los truenos, la iluminación fantasmagórica del lugar. Era como si aún estuviera dentro de la pesadilla.

Y todas esas emociones no se iban, a pesar de que habían pasado tres días desde el juego, ni siquiera al estar en la escuela. Cada risa y cada pisada fuerte me sobresaltaba. En todo momento tenía la horrible sensación de que me estaban vigilando.

—Ela, Elaaaa —me llamó con voz cantarina Dora.

Parpadeé en su dirección, de regreso a la realidad en los blancos pasillos de la escuela.

—¿Qué? —pregunté sin ser del todo consciente de mi entorno.

Las únicas dos horas de sueño que había podido disfrutar comenzaban a causar estragos en mi cuerpo. Dora negó, entre preocupada y divertida. Se acercó unos pasos a mí y apoyó las manos sobre mis hombros. Inclinó la cabeza un poco hacia arriba, porque yo era unos seis centímetros más alta que ella, y me sonrió compasiva.

—Decía que deberías quedarte en tu casa, descansando —repitió con paciencia, un estado que no era usual en ella.

—No quiero quedarme sola... me aterra la posibilidad de que un demonio o una persona aparezca a matarme —susurré.

Y era verdad, desde el día en la biblioteca le tenía pánico a permanecer sola en cualquier lugar. El sentimiento solo se había intensificado cuando las gemelas habían jugado con la ouija. Antes de eso, en la casa de mi tía podía sentir cierta seguridad con todo lo que Alex había hecho para que los demonios no se acercaran. Después de ver que la tabla era solo eso, una tabla, ya no tenía la certeza de qué era lo que había matado a mi hermana, solo sabía que también iría por mí, y los humanos sí podían entrar con facilidad a la casa.

—Está bien, entonces a la salida te voy a hacer compañía hasta que Alex se digne a aparecer —aseguró.

—Alex está ocupado ayudando a su padre con algo del trabajo —lo justifiqué antes de que Dora comenzara a despotricar contra él.

—No importa lo que esté haciendo, no creo que sea más importante que asegurarnos de que nadie te vaya a matar —replicó ella.

—Si alguien quiere matarla, creo que deberían decírselo a la policía, o a sus padres —comentó un chico que jamás había visto en mi vida—. Soy Jason, un gusto —dijo y extendió su mano hacia mí.

Noche de tormenta (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora