Capítulo XVIII: Confrontaciones

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Desperté con el corazón acelerado y el cuerpo bañado en sudor frío

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Desperté con el corazón acelerado y el cuerpo bañado en sudor frío. Las imágenes que me había mostrado el demonio se repetían una y otra vez en mi cabeza. No quería creerlas, deseaba que fueran mentira. Sin embargo, sabía que no era así.

Él no tenía motivos para ponerme en contra de Ludo, sabía que, por muchas cosas horribles que me mostrara, no iba a ceder, no iba a entregarme para mi muerte. Y eso solo significaba que ella me había mentido toda mi vida. No solo con la muerte de mi madre, que había dicho que fue en un robo. Sino que también con el abandono de mi padre. Me había hecho pensar toda mi vida que él no me había amado, cuando no había sido así.

Miré el reloj de la mesita de luz y suspiré. Todavía era demasiado temprano como para ir a confrontarla. Me acomodé en la cama e intenté volver a dormirme, mas no lo conseguí. Mi mente no paraba de pensar, de analizar la información que el demonio me había dado.

No sabía si él había sido consciente de que me había enseñado algo importante de su ritual, pero tampoco me importaba mucho. De alguna manera, Alex y yo debíamos utilizar lo que había visto, los cuerpos, la sangre del suelo, los ojos de él cuando fallaban, cuando resplandecían de color blanco.

De esa forma pasé toda la madrugada, hasta que escuché que Ludo salió de su habitación. No le iba a dar tiempo para despertarse del todo, la necesitaba indefensa para que respondiera todas mis preguntas con sinceridad, algo que veía complicado. La seguí sin hacer ruido hasta la cocina. Allí carraspeé para llamar su atención. Ella pegó un salto en su sitio y se llevó una de las manos al pecho. La había asustado.

—Elma, cariño, ¿está todo bien? —dudó.

Pero ella ya conocía la respuesta, podía verla rutilar en sus ojos. Negué y me senté en una de las banquetas de la barra.

—Ambas sabemos que no, tía —solté y me sentí estúpida porque había sonado como la línea de una película barata.

—Elma...

—Yo quiero ser la que hable primero —corté el discurso que pretendía darme. La conocía, sabía que iba a intentar ganar tiempo para inventarse excusas, yo me parecía mucho a ella—. Ya estoy cansada de fingir que no sé qué es lo que está sucediendo. Y estoy muy segura de que ya te esperabas esta conversación, a él le encanta presumir en sus pesadillas —dije y los ojos le resplandecieron con una emoción que no logré identificar.

—Elma...

—Tía, hablo en serio, yo quiero ser quien hable primero, así que déjame terminar —dictaminé, ella se sentó del otro lado de la barra, en una banqueta que no debería estar allí—. Él me mostró muchas cosas, pero muchas otras las descubrí por mi cuenta.

»En la escuela, el primer día, los chicos y yo fuimos a la cabaña porque espiamos a los profesores y los escuchamos hablando de las fotografías que yo había visto en mi sueño. Me había parecido extraño, así que les conté a Dora y a Alex todo lo que había visto, de camino a la cabaña lo comprobamos... —Fijé los ojos en su rostro, deseosa de leer cualquier emoción que intentara ocultar.

Noche de tormenta (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora