Tres semanas habían pasado desde que comencé a tomar las pastillas para dormir. Tres semanas en las que no supe del demonio por otro medio que no fuera sus paquetes con las partes de Ada. Paquetes que cada vez contenían piezas más pequeñas que solo confirmaban lo que Alex y yo habíamos pensado. Él necesitaba los cuerpos para crear los vínculos, y ahora que no podía acceder a mi mente con facilidad, no podía darse el lujo de desperdiciar lo único que fortalecía su valiosa conexión. En esas tres semanas, mi vida había vuelto casi a la normalidad o lo que yo ahora consideraba una.
Desde que me había mudado momentáneamente a su casa, Norman había instalado una cama en la habitación de su hijo para mí, creo que fue porque ya estaba cansado de ir a despertarnos y encontrar a Alex durmiendo en el suelo. Algo más que había cambiado en esas tres semanas fue la insistencia de Dora y de Jason en saber lo que pasaba con el castaño y conmigo. Dora parecía haber comprendido sola que nosotros habíamos avanzado sin ella. Al principio, no le gustó, nos había dejado de hablar, pero luego lo aceptó y regresó a la que se estaba volviendo nuestra nueva rutina: esperarnos fuera de la escuela junto con Jason y sentarnos los cuatro juntos en clase; luego de eso, Alex y yo nos íbamos por nuestro lado, ignorando la insistencia del par para que hiciéramos algo juntos. Ninguno de los dos terminaba de confiar en el rubio de ojos verdes, nos parecía demasiada casualidad que él hubiera aparecido después de la muerte de Ada y que insistiera tanto en ser nuestro amigo. La historia nos resultaba demasiado parecida a la que Norman nos había contado de mi tía y el demonio. Habíamos avanzado demasiado para echarlo todo a perder para ser amigos del chico nuevo. Si él no era el demonio, entonces, cuando acabara todo eso, nos disculparíamos por nuestra actitud, pero de momento no íbamos a arriesgarnos.
Como ya se me había hecho costumbre, salí del baño ya lista para ir a la escuela. Alex me esperaba abajo junto con su padre, los dos listos desde hacía media hora. Siempre era la última en prepararse. Ellos incluso se levantaban una hora y media antes de que tuviéramos que irnos para estar listos con antelación, algo que no lograba comprender, desde que había vuelto a dormir con normalidad, las horas de sueño eran mi momento favorito del día.
—Ela, no olvides que hoy por la tarde tienes turno con el doctor Kevin —me recordó Norman mientras que con Alex nos bajábamos en la escuela. Asentí sin darle mucha importancia y seguí a su hijo hacia la entrada del edificio.
Otra cosa que había cambiado en mi vida era que me veía obligada a asistir al psicólogo. Él era un amigo de Norman y estaba enterado de todo lo que sucedía, como la gran mayoría de los adultos en el pueblo, así que podía descargar todas mis emociones con libertad sin sentir que me verían como a una loca. Era la primera vez en mi vida que me sentía cómoda hablando con un psicólogo y que en verdad creía que eso estaba ayudando en algo. Liberar todos mis pensamientos con él había servido para aliviar la ansiedad y el estrés que me provocaban los sucesos futuros o el tema de mi familia. El doctor Kevin estaba intentando que me reconciliara con la idea de mi familia, que recuperara los vínculos rotos con mi tía y me planteara la posibilidad de hablar con mi desconocida abuela, para poder decidir si quería que formara parte de mi vida o no.
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Noche de tormenta (completa)
ParanormalEla soñó que un extraño de ojos verdes asesinaba a su hermana gemela y, al despertar, descubrió que no había sido solo una pesadilla más. *** Luego de la muerte de su hermana en las manos de un desconocido, la vida de Ela se vuelve un caos. Creyendo...