El hermano mayor

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Él siempre había sido el hermano mayor. Y no sólo una vez, sinó seis. Se podría decir que era un experto.

Siempre había sentido la responsabilidad de cuidar de sus hermanos. Fue sorprendentemente fácil hacer que Charlie se sintiera cómodo en Hogwarts. No tuvo que poner nada de su parte, Charlie era feliz allí. Sobre todo los últimos años, escondiéndose con Tonks dentro de cualquier cuarto de las escobas en una relación que Bill no acababa de entender pero que, sorprendentemente, no pareció hacerle daño a ninguno de los dos cuando acabó.


La relación con Percy siempre fue más difícil, pero él le dejó claro que quería seguir su propio camino. No quería un protector en Hogwarts. Su prioridad era aprovechar "al máximo las oportunidades de aprendizaje de este templo del saber" aunque también consiguió encerrarse con una chica en los armarios que Charlie dejó vacíos al marchar.

Los gemelos realmente nunca necesitaron su ayuda. Desde el principio se tuvieron el uno al otro para apoyarse. Bill hubiera pagado una fortuna por ver el espectáculo de despedida que montaron el día que abandonaron Hogwarts. Algún dia, cuando todo acabase, le pediría a McGonagall permiso para ver ese recuerdo en el pensadero que reposaba en el despacho del director.

Y luego venía aquel saco de malhumor, inseguridad y palabrotas llamado Ron, del que estaba tan orgulloso. El que se sacrificaba junto a su mejor amigo y el amor de su vida para salvarlos a todos y aún se seguía preguntando si realmente merecía ser un Gryffindor.


Y por último, ahí estaba Ginny. Más guerrera que princesa. Valiente, leal, irónica y tan temible como Molly en uno de sus días épicos. Le partía el corazón verla ahí sentada, quieta y triste, removiendo sin ningún interés un tazón de cereales. Sintiéndose encerrada. Pero sus ojillos tristes brillaron, casi imperceptiblemente, cuando su madre se sentó entre ella y el más mayor de sus hermanos. Ella sabía la conversación que vendría a continuación y estaba muy interesada en oírla. Bill había acudido a una reunión urgente de la orden a primera hora de la mañana en casa de Tía Muriel y hubiera sido grosero no compartir con su familia el desayuno que su madre les había preparado al acabar.


- Come, querido, últimamente estás muy delgado. - Bill río. Esa misma frase era la que Molly le repetía una y otra vez a sus hijas cada vez que se reencontraban, aunque sólo hubieran estado separados un par de días. - Y cuéntanos cómo están los chicos.


Ginny se tensó en su asiento. Los gemelos dejaron de susurrar para no perderse la conversación.


- Ellos están bien, mamá.


- ¿Hermione ya está recuperada del todo?


- Sí, lo está.


- Gracias a Merlín. Pobrecilla, espero que algún día nos explique qué fue lo que pasó para llegar en ese estado.


Arthur le cogió una mano por encima de la mesa y le sonrió.


- Pero lo importante es que ella ya está bien, querida.


- Sí. - Comentó Fred - Por lo visto, los besos de Ron tienen un poder curativo.


- ¿Por qué otra razón si no es por esa iba ella a besarle? - Añadió George.


- ¡Dejadles en paz! - Dijo Ginny. - Sólo les tenéis envidia porqué ellos si pueden besar a alguien mientras vosotros estáis aquí encerrados y solo os tenéis el uno al otro.


- ¡Ajá, hermanita! ¿Y eso no es también el motivo por el que contestas mal al más querido de tus hermanos? - Replicó George.


Ginny rodó los ojos y siguió removiendo sus cereales. Tras un rato de silencio, lanzó una pregunta a su hermano mayor sin siquiera mirarle.


- Bill, ¿Ron y Hermione están ya oficialmente juntos?


- No.


- ¡Mierda!


- ¡Esa boca, Ginevra!


- Perdón, mamá. Es sólo que pensaba que a estas alturas ya serían novios.


- ¡Pero si él tardó seis años en besarla! - Dijo Fred.


- Hemos calculado que siguiendo esa tendencia más o menos se lo pedirá para su treinta cumpleaños. - Terminó George.


- En realidad, Ron se lo pidió. - Dijo Bill consiguiendo la atención de todos.


- ¿Y ella dijo que no? Es imposible, está loca por él hace años. - Contestó Ginny.


- Ella le dijo que quería que sus padres estuvieran con ella cuando todo fuera oficial. Que prefería esperar. Y él estuvo de acuerdo.


- Es una buena chica. A ver si vosotros os buscáis una también. - Dijo Molly mirando a los gemelos y retirándose a limpiar los platos.


- Me pregunto si la opinión de mamá cambiaría si se llega a enterar que Ron casi se tira a Hermione contra la pared de su cocina durante la boda de Bill. -Arthur levantó una ceja al oír las palabras de Fred - Sí, papá, lo que oyes. Si no llego a interrumpirles, quizás ya serías abuelo.


Bill se excusó y puso rumbo a su trabajo. Aquel día salió tarde, teniendo que recuperar las horas que por la mañana había perdido por asistir a la reunión de la orden. Cuando llegó todo estaba oscuro y oyó un pequeño gemido salir por debajo de la puerta del cuarto de las chicas cuando pasó junto a ella.


Por supuesto que Bill sabía de la mayoría de cosas que pasaban en su casa. Sabía que Luna iba a pasear de madrugada y que Ron y Hermione cada noche se encerraban por unas horas en el cuarto de las chicas. Pero tanto le daba, por él podían estar jugando al ajedrez, creando pociones o haciendo el amor durante horas. Valía la pena dejarles tranquilos a cambio de las sonrisas que mostraban cuando despertaban. Era la calma que precedía a la tempestad, él lo sabía. En cualquier momento volverían a desaparecer y él no podía hacer nada más que mostrarles su apoyo. Su hermano y Hermione se merecían todas las horas de felicidad que pudiesen conseguir y él no iba a ser quien se entrometiese entre ellos.

Lo que Harry no supo ver: el secreto de Ron y HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora