Miryeong le había enviado un mensaje de texto a Sohyun disculpándose por su padre, y como de costumbre, la profesora de música le había subido un poco el ánimo con sus bromas aunque le sabía fatal que hubiese perdido su trabajo dándole clases por su comportamiento de los últimos días.
Aquel fin de semana lo pasó castigada. No asistió ni a sus clase de ballet como acostumbraba y no había hablado mucho con Yuta, aunque todavía se comía la cabeza con todo lo que había pasado.
Le costaba conciliar el sueño y se sentía apagada y sin energía aunque no hubiese dado más de 5 pasos hasta la cocina en todo el día. Había pasado el tiempo jugando un poco con su videoconsola portátil pero aun así, la angustia que le producía el estar ahí encerrada con su padre gritándole a ella y a su madre las horas que pasaba por casa le agotaban mental y físicamente.
Aquel sábado, a las casi cuatro de la madrugada, sintió su teléfono vibrar por una llamada entrante en la mesilla de noche. No le había despertado pues aun no estaba del todo dormida, pero se había sobresaltado.
Confusa leyó qué aparecía en el identificador de las llamadas ocupando la mitad de su pantalla y al ver un número que desconocía, lo ignoró por completo. Dejó que vibrase mientras acostada miraba el techo. Se le hizo demasiado largo y cuando creyó que aquel número desconocido había desistido, le volvieron a llamar.
Sucedió tres veces más, Miryeong no solía atender llamadas de números fuera de su agenda de contactos a no se que los reconociera muy bien, pero ligeramente harta de lo que retumbaba su mesilla de noche entera, descolgó el teléfono.
—¿Sí? —Dijo la castaña.
—¡Miri-chan, por fin! —Se sorprendió al escuchar la voz al otro lado de la línea y reconocerla.
—¿Yumi unnie? ¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas? —Preguntó tratando no levantar mucho la voz.
—Supongo que te lo imaginarás. —Dijo la japonesa. —Es Yuta. —Miryeong tragó saliva. —De verdad, no te molestaría si no fuera importante pero...
—¿Qué ocurre? —Volvió a preguntar. La chica al otro lado de la línea suspiró.
—No tengo mucho tiempo para explicarlo... Son Yuta y su cabezonería, ¿puedes venir? —A Miryeong le creció una repentina incertidumbre. ¿Le había pasado algo a Yuta?
Estaba preocupada, pero quería evitar más castigos y gritos de sus padres por el momento. Sabía que salir en plena madrugada le traería consecuencias, así que suspirando antes de hablar, le contestó a Yumi:
—Lo siento unnie, no puedo hoy, buenas noches. —Colgó antes de que la japonesa pudiese convencerla y apagó por completo su teléfono. No pudo dormir por lo que restaba de noche pesando una y otra vez en el maldito Nakamoto Yuta.
Salió de su habitación a las seis de la mañana y su madre, ya despierta, se sorprendió al verla asomar tan temprano.
—¡Miryeong! ¿Ya te has levantado? —La castaña asintió entrando en la cocina. —Pues desayuna algo, dúchate y vístete. Vamos a la ferretería a por unas latas de pintura para rediseñar el salón y me ayudarás a elegir el color. —La castaña asintió sin decir nada queriendo evitar confrontaciones. —Y cuando volvamos llamaré a los pintores pero tú irás a estudiar.
Más tarde, Miryeong esperaba en el coche con su móvil a que su madre saliera de casa preparada de una vez para irse a elegir la estúpida pintura nueva del salón.
Escuchó con golpe en la ventanilla y se sobresaltó soltando el móvil y dando un grito. Se sorprendió aun más a ver a Yuta con cara seria golpeando con los nudillos el cristal de la ventana del copiloto.
Bajó del coche y tomó a Yuta por la muñeca mientras lo arrastraba hacia un lugar en el que su madre no pudiera verle.
—¡Yuta! —Exclamó. —¿Pero qué haces? ¿Por qué estás aquí? —Preguntó mientras le miraba. Tenía un par de cortes en la ceja y el pómulo y los labios hinchados. —¿Qué te ha pasado? —Estiró su brazo para acariciarle las mejillas, pero el japonés serio la tomó por la muñeca.
—¿Por qué no viniste anoche? Te necesitaba. —Espetó mirando a la chica fijamente.
—Estoy castigada Yuta. —Dijo firme. —No podía salir de casa. —Trató de volver a acariciarle la cara, pero de nuevo él se lo impidió.
—¿Y ahora te vas de compras con tu madre? —Rodó los ojos y sonrió cínicamente. —De verdad Miryeong, te necesitaba anoche. —Dijo. La chica se mordió el labio. —Necesitaba a alguien que me aprecie a mi lado...
—¿No estaba Yumi? —Dijo tragando saliva. —Ella me llamo y...
—¡¿Te llamo?! ¿Le cogiste el teléfono y no viniste? —Mosqueado pateó un cubo de plástico que el jardinero usaba para regar las plantas y Miryeong se asustó. —Joder, Miri-chan... ¿Somos tan si quiera amigos? ¡Parece que no te importo! —Se quejó. —Yumi me dijo que no estabas disponible... ¡Pero hablaste con ella! —Apretó los puños.
—Yuta de verdad, me importas. ¡Pero no podía ir a ningún sitio y menos en plena madrugada! —Espetó. —Las cosas en casa no están bien y...
—¿Qué las cosas en tu casa no están bien? —Se rio. —¡En TÚ casa! Ah claro, se os habrá roto el filtro de la piscina, ¡qué disparate! —Dijo con sarcasmo. —Por favor Miryeong, no sabes lo que son los problemas de verdad. —La castaña se sintió ofendida y dolida por el comentario de Yuta y, aprovechando que su madre salía de casa preparada para marchar, se despidió de Yuta.
—Lo siento Yuta, tengo que irme.
—¡Espera! —De nuevo, el japonés le agarró de la muñeca. —Miri-chan lo siento es que... ¡no sé que me pasa contigo! —Suspiró. —Dios estoy siendo un completo idiota... Perdóname Miri-chan... —Miryeong le dedicó una sonrisa ladeada, no quería quedarse más ahí porque desde su posición podía ver a su madre buscándola.
—Hablamos luego Yuta. —Sentenció. Caminó hasta el coche y se subió rápidamente esquivando a su madre. —Perdón mamá, me he dejado la cartera dentro y...
—¿Y la tenía ese chico? —La castaña tragó saliva y se abrochó el cinturón mientras su madre arrancaba el coche. —Recuerda que tu padre te ha castigado Miryeong. Mañana después de clase ven, tu padre quiere presentarte a alguien.
Aquello desconcertó a la chica. ¿Quería que participase en sus negocios? ¿A quién le iba a presentar? De algún modo, aquello era lo más emocionante que le había pasado desde la bronca de sus padres así que estaba impaciente por conocer a aquella persona.
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New Romantics |Na Jaemin; NCT|
Fiksi PenggemarMiryeong vive estancada en una rutina infinita; y aunque no se sintiese mal, conoce a un chico que tergiversará todos sus planes cada día, y no lo apartará de ella porque, como dicen, los actos en nombre del amor son completamente aceptables. Aunque...