Estaba esperando a su padre en el salón. Como le había dicho. Iba a presentarle a alguien y tenía que comportarse bien y como una chica formal y educada ante las visitas que suponía, eran socios e inversores de la empresa.
Estaba impaciente y quería que todo aquello terminara pronto para poder hablar algo con Yuta. No le había enviado ni un triste mensaje tras su riña del otro día y Miryeong quería hablar y dejar las cosas claras.
Escuchó la voz de su padre en la entrada y tomando aire profundamente se levantó de donde estaba sentada y se pasó las manos por los pantalones ligeramente nerviosa. Escuchaba las pisadas de su padre como un martirio. El pasillo hasta el salón le empezó a parecer eterno y trago saliva cuando vio el pomo de la puerta moverse.
—Buenas tardes padre. —Dijo Miryeong al verlo entrar. Le sorprendió que, quien le acompañaba no tenía pinta de inversor alguno. La castaña hizo una reverencia y su padre empujó al chico.
—H-Hola. —Él también se inclinó ante la chica tras dar unos pasos torpes debidos al empujón del señor Park.
—Haz lo que te ha dicho Lee. —Y con esas palabras secas, el padre de la chica abandonó el salón si tan siquiera mirar a su hija.
Miryeong jugueteó con las puntas de su pelo que aquel día llevaba semirrecogido con una trenza y un lazo. No sabía qué hacer ni sabía por qué motivo estaba sola en su salón con un chico más o menos de su edad.
El silencio se mantuvo entre los dos un rato hasta que Miryeong fue la primera en romper aquel incomodo momento.
—¿Quieres tomar algo? —Preguntó amable. Él negó con la cabeza no queriendo incomodar. —Puedes sentarte si quieres. —La castaña le señaló el sofá por si quería tomar asiento y el chico, también castaño, caminó para sentarse con tan mala pata -literalmente- que volvió a tener un traspiés que trató de disimular de manera abrupta sentándose con la espalda erguida.
La chica no pudo evitar soltar una risita que trató de cubrir tapándose con la mano y el invitado comenzó a sonrojarse del bochorno que estaba pasando en ese momento.
—¿Cómo te llamas? —Preguntó la castaña sentándose en un sillón algo alejada del invitado.
—Na Jaemin. —Respondió el chico. —¿Miryeong, verdad? —La chica asintió sonriente. —Encantado de conocerte.
—¡Sí e igualmente! —Respondió más animada. —¿Por qué quería mi padre que te conociera, Jaemin-ssi?
—¡Oh...! Eso... —Jaemin se rascó la nuca ligeramente nervioso. —Soy amigo de Lee Taeyong, ¿lo conoces verdad? —Miryeong asintió. —Voy un poco mal en las clases y tengo que remontar para poder ir a la universidad y... Taeyong lo comentó con tu padre y llegaron a la conclusión de que podrías echarme un cable. Supongo. —La chica castaña le escuchó con el ceño fruncido.
¿Tanto revuelo había armado su padre para que al final el invitado estrella fuera a ser un adolescente corriente que no sabía cómo estudiar? Miryeong se sintió algo decepcionada, de perder a su profesora de música ahora ella tendría que ayudar con las clases a un completo desconocido.
—Entonces Jaemin-ssi... ¿tienes mi edad? —La castaña no sabía qué decir ni como empezar, aunque el chico parecía agradable.
—¿Eres del 2000? —Jaemin abrió los ojos sorprendido y la chica asintió. —¡Entonces sí! No hace falta que me llames con honoríficos, ¡puedes llamarme solo Jaemin o Nana!
—Vale, entonces solo Jaemin o Nana, ¿no quieres tomar nada? ¿ni un té o un vaso de agua? —Jaemin comenzó a carcajearse por el chiste tan malo que acababa de soltar Miryeong y a la chica se le dibujó una sonrisa en el rostro.
—¡Ey, esa ha sido buena! —Dijo él. —Pero no, estoy bien.
Miryeong se sentó junto al chico para charlar de aquellas supuestas clases de repaso que le tendría que dar.
Supuso que todo aquello de ser ahora la profesora era parte del castigo que le había puesto su padre por desobedecerle, y sinceramente, no le parecía del todo mal. Jaemin de primeras le pareció un chico agradable y le dio la impresión de que sería fácil llevarse con él, por lo que las clases no se harían muy pesadas. De hecho, toda aquella situación le servía para despejarse al menos durante un rato en su casa así que no se lo tomó como el peor de los castigos ni por asomo.
—Bueno Jaemin, ¿qué asignaturas te parecen más complicadas? —Preguntó Miryeong. —Probablemente en tu instituto sea todo diferente pero podemos utilizar algo de mi material y... —Se encogió de hombros. —te ayudaré a llegar a la universidad. —Jaemin pensó dubitativo de forma exagerada durante unos minutos antes de contestar.
—Inglés, matemáticas y lengua. —Dijo finalmente. —¡Oh y biología! Sí, sí, ¡biología también!
—Vaya.. esas son muchas asignaturas, —Habló la castaña. —¿Has llegado hasta tercero con una buena media? —Jaemin se encogió de hombros. A Miryeong le extrañaba como podía estar ese chico en tercero si tan mal levaba todas aquellas asignaturas.
Le chirriaban varias cosas de la situación, pues si su padre quería que diese clases, ¿por qué alguien de su edad y no alguien más pequeño? ¿Cómo había llegado Jaemin a tercero si no rendía bien en la escuela? Miryeong sabía de sobra que los estudiantes que continuaban estudiando con la intención de seguir en el futuro en la universidad solían preocuparse a más no poder por su media y hablaba por experiencia.
Pero ¿por qué Jaemin quería estudiar de repente? No quiso darle más vueltas al tema y decidió intercambiar números de teléfono con el chico para mantener el contacto y acordar todo lo necesario para sus futuras clases. Guardó a Jaemin en su agenda como "Na Jaemin" y en el momento que fue a guardar su móvil para continuar hablando con Jaemin, tan oportuno como un apagón, vio la notificación de un nuevo mensaje del mismísimo Yuta.
Miró la pantalla del móvil leyendo lo máximo que alcanzaba a aventurar con tan solo la notificación y Jaemin se percató de la mueca de sorpresa y preocupación de la chica. La había visto toda la tarde alegre y prácticamente sonriente a cada minuto mientras conversaban y se temió que, fuera lo que fuera que acababa de ver Miryeong en su móvil, debía de tratarse de algo importante.
—¡Puedes responder el mensaje Mimi! ¡No te preocupes! —Dijo el chico.
—Ah no te preocu... ¿Mimi? —La castaña guardó su teléfono en el bolsillo decidida a ignorar a Yuta al menos mientras estuviera con Jaemin, no quería ser grosera.
—¡Ay! ¡Perdona! ¿No te gustan los apodos? —El chico se rascó la cabeza. —Es que como podemos ser amigos y somos de la misma edad he pensado que...
—¡No, no, no, tranquilo! —Miryeong le sonrió. —¡Puedes llamarme así! ¿Pero por qué Mimi? —Preguntó. —Alguien... Algunos amigos me llaman "Miri", pero nunca había oído Mimi. —Se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa al chico.
—Bueno... Es que... —Jaemin comenzaba a ponerse nervioso. ¡Tendría que haber esperado antes de tomarse tantas confianzas con la chica! —No sé, es... ¿adorable? —Miryeong comenzó a reírse y se cubrió la boca con el dorso de la mano. —¡Ay, no, no! ¡No te rías Miryeong-ssi!
—¡Miryeong-ssi! —Las carcajadas de la chica se hicieron más sonoras al ver a Jaemin nervioso. Comenzó a ponerse roja de tanto reírse, y Jaemin comenzó a ponerse del mismo color pero de la vergüenza que estaba pasando. Tardó un rato en calmar la risa y reparó en lo adorable que se veía Jaemin jugueteando con sus labios y moviendo la pierna de forma frenética. —¡No te preocupes! ¡Mimi me encanta, Nana! —Jaemin la miró con los ojos abiertos de par en par al oírla llamarle Nana y le sonrió.
—¡Uau! ¡Genial entonces! —Le tendió la mano de manera amistosa a la chica, y la castaña se la estrechó. —¡Mimi y Nana!
ESTÁS LEYENDO
New Romantics |Na Jaemin; NCT|
Fiksi PenggemarMiryeong vive estancada en una rutina infinita; y aunque no se sintiese mal, conoce a un chico que tergiversará todos sus planes cada día, y no lo apartará de ella porque, como dicen, los actos en nombre del amor son completamente aceptables. Aunque...