Avanzando con nuestra familia

III

Por suerte pudieron pasar el celo de Luffy sin más complicaciones, más allá del encariñaniento por parte del felino con Marco.

Era de noche, le tocaba guardia a Ace. Estaba en el nido del cuervo aburrido, para él no era problema quedarse despierto para vigilar, con su Kenbunshoku Haki podía saber si alguien se acercaba a una gran distancia, y eso era lo que lo aburría. Se apoyó en el borde del cesto de madera y suspiró, deseaba estar con sus hermanos, más después de ver como el celo afectaba cada vez más a su hermanito. Gruñó enfurecido ante ese recuerdo. No odiaba a Marco, sabía que el otro comandante no quería hacerle daño a Luffy y mucho menos algo que pudiera poner al de fuego y agua en su contra, pero si Luffy seguía evolucionando en su celo pronto no habría manera de evitar lo inevitable. Solo imaginarlo lo hacía arder de rabia. El viento comenzó a arremolinarse, creando fuertes corrientes como si estuviera enfurecido. Esto pilló por sorpresa a Ace, quien se calmó para mirar el extraño clima. Era Nuevo Mundo, no debía sorprenderle, pero en la noche era más difícil que un cambio tan drástico se diera, sumándole que el agua estaba en calma. Tan pronto él se calmó el viento se convirtió en una suave brisa, ocasionándole más dudas. Miró a su alrededor y forzó su Kenbunshoku Haki para intentar encontrar al causante de aquel cambio brusco de clima, pero no había nadie, solo estaba él y el mar en calma. Una idea brilló en su cabeza. Miró al cielo, no había nada más que estrellas y la luna que estaba creciendo. Por suerte pudo ver un murciélago pasar.

--¡Eh, ven un momento! --llamó al animal, que al sentirse llamado descendió su vuelo para posarse en el brazo que le era ofrecido.

--¿Ocurre algo, maestro? --la voz del murciélago era áspera, se notaba que no estaba acostumbrado a eso.

--¿Sabes quien soy?

--Sí, el maestro del aire y el fuego --afirmó sin dudas, asombrando al D.

--¿Aire? Se supone que solo soy el maestro del fuego --mostró su incertidumbre.

--Así era, pero vieron que el potencial del maestro del agua y el de la tierra era demasiado, por eso decidieron concederle el don del aire para poder igualarlos, después de todo, el aire y el fuego se complementan --contó con esfuerzo.

--Puedes irte, no te fuerces más --dejó ir, mañana le preguntaría a una gaviota.

El murciélago se inclinó y alzó vuelo para seguir su ruta.

Por mientras, Ace se sentó en el puesto de vigía y se puso a pensar en lo dicho.

--¿Qué tan fuertes pueden ser Sabo y Luffy para que me hayan dado otro elemento? --pensó ciertamente extrañado.

Sí era verdad que si tenía en cuenta que Sabo podía controlar el agua en sus tres estados, junto a caminar sobre ella y respirar debajo de ella, habría que decir que sí tiene un gran potencial. Con Luffy era lo mismo, el poder controlar cualquier materia prima, desde la madera al diamante, eso sí era bastante poderoso, sumándole sus visiones al pasado que seguían sin entender por qué las tenía. Ace podía convertirse en fuego, atravesarlo, transportarse a lugares donde hubiera y volar con su ayuda, pero con el aire podría aumentar todo eso, siendo capaz de volar sin alas ni la necesidad del fuego, aumentando su velocidad y rango de ataque, y también ayudaría a crear tormentas cuando la situación lo amerite. Si no recordaba mal, Sabo una vez les contó que el viento, el único elemento que no tenían, era capaz de también crear electricidad a la hora de hacer fricción con la atmósfera, lo que recaería en las nubes y así podría crear una tormenta eléctrica sin necesidad de tener exactamente ese poder. Era algo complicado, pero por suerte se acordaba, tendría que ponerlo en práctica, ya que si controlaba el rayo gracias al aire, su poder de fuego aumentaría y podría usar su transportación ígnea más seguido. Estuvo toda la noche meditando todas las posibilades posibles que podría hacer con ese nuevo poder hasta que acabó con dolor de cabeza, por suerte ya amanecía y Thatch y Sanji ya estaban en la cocina. Bajó de su puesto y fue al comedor acariciando su cabeza adolorido.