Bueno, creo que llegó mi turno de hablar ¿No?, digamos que por eso estoy acá, con vos. Pero no me siento lista todavía, podríamos comenzar hablando de vos, de tu vida, de tus hobbies, pero no estamos literalmente juntos y eso lo hace difícil. Creo que no queda otra opción que hablarte de mí.
Me llamo Clara Parker, tengo 23 años y vivo en San Carlos de Bolívar, Buenos Aires. Este año me gradúo de la secundaria y eso me pone feliz por las nuevas etapas que voy a recorrer en mi vida, pero también me da miedo, mucho miedo. Tengo que confesarte que me cuesta mucho soltar, es decir, olvidar amigos, parejas, compañeros, etapas, momentos que ya pasaron y eso me come la cabeza.
No lo consideraría un problema. Es solo cuestión de superar pero si lo pienso demasiado se mete en mi cabeza y no sale de ahí, por más que lo intente.
¿Sabés cuál es la ventaja? Me da la oportunidad de contarle a personas como vos todo lo que viví. No absolutamente todo, pero las cosas más significativas de mi vida (la cual es bastante corta considerando que tengo solamente 23 años). De todas formas pienso que todo lo vivido es importante, ya que de todo aprendemos algo. Pero no quiero aburrirte así que mis mejores momentos, miedos y emociones son las que voy a contarte, en este caso, el momento en que mi vida cambio para siempre.
Antes de comenzar quiero contarte un poco mas de mí. No sería muy cortés de mi parte comenzar a contarte toda mi vida sabiendo que casi no nos conocemos.
La verdad ahora me encuentro tranquila, la tranquilidad que siento es parecida a la que se sentía cuando vivía en el campo, por allá en medio de terrenos y calles de tierra, con mi madre, mi padre, mi hermano mayor, mis perros y mi caballo.
Tenía cinco años cuando Max vino a casa. Era un hermoso caballo negro azabache, era mi sueño, era el caballo de los tantos libros que había leído, parecía sacado de una película. Recuerdo que el día que llegó a casa traía una carta atada en su cuello. "Prometo cuidarte y acompañarte en los momentos más difíciles y hacer cada día mágico." Mi padre la había escrito, aún la tengo guardada. Cuando nos vimos se sintió una conexión inmediata, no fue necesario ningún tipo de amaestramiento, él simplemente era así, cariñoso, amable. Pasábamos todos los días juntos en la orilla del río con los perros, era perfecto.
Hacíamos eso todos los días, durante trece años, todas las vacaciones de verano, ya que en época de clases se complicaba un poco ir al río, pero aún así seguíamos juntos en casa. Las primeras veces mi hermano Marco nos acompañaba, luego le dije que podía hacer las cosas por mi cuenta y a pesar de que no le gustó mucho, cedió a dejarnos solos. Tal vez suena un poco despreciativo, pero no es bonito depender todo el tiempo de un hermano mayor que te dice cuando ir y cuando volver a un lugar al que vas a relajarte, es simplemente molesto.
Pasó el tiempo, todo era bastante igual, ovejas iban, ovejas venían, gallinas corriendo, hamacas en los árboles, tardes de música, picnics bajo el árbol, pijamadas con amigos y películas, muchas tardes felices y algunas tardes tristes, navidades en familia, noches de fiesta y bebidas, selfies de buenos momentos, y la típica vida genial de una adolescente promedio de campo con amigos en la ciudad.
Todo iba muy bien, hasta que llego sexto año de secundaria, y con él mis dieciocho años y las cosas comenzaron a cambiar.
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La Última Cabalgata.
Teen FictionLa historia de Clara, una joven que a causa de quince días totalmente libres podrá experimentar nuevas sensaciones, tendrá un encuentro con ella misma y su entorno. Pero no sabrá que el enemigo la sigue, y que en cualquier momento deberá escapar. Si...