Capítulo 2: Sexto año.

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Era el primer día, no iba a ser muy distinto a todos los anteriores, no iba a ser un reencuentro con amigos ya que nos habíamos juntado bastante seguido durante las vacaciones.

Ya podíamos predecir todo lo que iba a pasar ahora, la presentación de los ingresantes, el agradecimiento del director, la presentación de los profes, la primera semana de carátulas y poca tarea, lo de siempre, eso que hace tan especial a cada año, esa pequeña introducción que le da la esencia a cada ciclo nuevo.

Pues eso iba pasar, llegué a la escuela, subí las escaleras y vi a mis amigas, esas 3 locas que me alegran los días, Mara, Lu y Vic, ellas son las principales personas con las que puedo confiar siempre y ellas confían en mí, pase lo que pase, estamos juntas.

Después de un rato dando vueltas por el colegio nos dimos cuenta de que nuestro nuevo curso estaba en la planta baja y nos reímos del error. El timbre sonó y fuimos a formar, era obvio que iban a comenzar a pasar los de primero, uno por uno, con vergüenza. De todas formas también nosotros tuvimos que hacer eso en el pasado. Para no mentir debemos admitir que eso no es muy agradable ¡hay toda una escuela viéndote!, pero bueno, es una tradición después de todo.

Sin embargo los profes no estaban, tampoco estaban preparados los ingresantes, solo estaban ahí formados, como todos los demás cursos de la escuela. El director se acercó lentamente, tomó el micrófono, saludó y dio una breve bienvenida a todos. Comenzamos a mirarnos, no entendíamos que pasaba ¿Acaso se había roto esa típica tradición? Un chico de otro curso comenzó a reír y dijo que iba a ser un año patético para los de primero, ya que no tuvieron su introducción tan vergonzosa.

Nuevamente nos miramos, nadie hablaba, algo raro estaba pasando, se notaba en el ambiente, tal vez algo que no querían decirnos.

Terminó rápido su notablemente corto discurso y se fue. Se dirigió hacia la dirección y permaneció un rato ahí. Eso la verdad fue algo bastante poco profesional pero nos dio un poco alivio. Aunque sabíamos que preocuparnos era en vano, porque si algo realmente grave estuviera pasando, nosotros no estaríamos ahí.

Miré a las chicas, Lu dijo que estaba nerviosa, le respondí que no sea exagerada, que nada iba a pasar que solo eran problemas "técnicos" y le sonreí. Varios me miraron y me respondieron con otra sonrisa, fue agradable.

De repente escuché pasos, miré hacia adelante y el director comenzó a hablar, nos había dicho que pasemos a los cursos, que la presentación de los de primero iba a ser en el transcurso de la semana y que el primer módulo iba a ser libre.

Algunos con cartas, otros con celulares, Mara, Lu, Vic y yo estábamos con amigos en ronda. Debatíamos que podría ser todo esto que estaba pasando, algunos decían que todos estaban en conferencia, otros que era una especie de paro, yo decía que tal vez había un problema que estaban intentando solucionar, no era nada fuera de lo común.

Pasó el primer modulo, el segundo, el tercero y llegó la hora de irse. Todos los módulos fueron libres. Tomé el colectivo, media hora después bajé en mi parada, preparada para caminar el kilómetro que me queda hasta llegar a casa.

Iba caminando maldiciendo al bruto colectivero por casi hacer caernos a todos los que estábamos parados más de una vez con sus bruscos movimientos, maldiciendo a las malas personas que no son capaces de darles un simple asiento a una señora mayor y maldiciendo a un niño que no paraba de llorar, vaya a saber quién qué bendito juguete era el que quería, que humildemente su madre no podía comprar.

Después de quejas, llegué a mi casa, saludé a Max y le di una manzana, saludé a mis perros que movían la cola incansablemente al verme llegar. Me senté a almorzar con mis padres y mi hermano mientras revisaba el correo electrónico de la escuela, y había un nuevo correo enviado por el director, no me pareció nada extraño.

La Última Cabalgata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora