Eran las dos de la tarde y yo me estaba levantando, pensé que tal vez todo era un sueño, y con un poco de desconfianza prendí mi celular, el corazón comenzó a latirme, tenía diecisiete llamadas perdidas y cinco mensajes, todos del mismo número, los mensajes eran puntos y símbolos raros, hasta el día de hoy desconozco su significado. Instintivamente bloqueé el número, hasta que recordé que era innecesario, uno de los mensajes me lo había dicho.
Dejé mi celular y miré hacia la ventana, había en ella una marca roja, estaba del lado de afuera, me pareció raro pero no le di importancia, después de todo solo era una marca, algo así como una gota de pintura que se había deslizado por el vidrio. Salí de la pieza y me fui a la cocina, todos estaban ahí sentados. Charlamos juntos sobre lo que había sucedido anoche y dijeron que si se repetía sería conveniente rastrear el número o llamar a la policía si se agravaba la situación.
Por algún motivo decidí quedarme adentro, me sentía un poco asustada y contuve mis ganas de ir con Max. Las horas fueron pasando, fue un recorrido sencillo, de la cocina al living, del living al sillón, del sillón a la cocina y nuevamente comienza el ciclo de desplazamiento por esos lugares. Eran las seis de la tarde, y pensé en que podría salir un ratito afuera, ventilarme, hablar con las chicas, y hacer lo que siempre solía hacer. Me dirigí a mi pieza y agarré mi celular, no tenía mensajes ni llamadas, eso me alivió muchísimo. Miré hacia la ventana, pero mis ojos no me permitieron observar los árboles, las aves, las plantas y todo lo que había en el exterior no podía parar de mirar la marca roja en el vidrio, que ahora no solo era una, si no que eran tres. Alineadas en la parte superior del vidrio, verticales y medianamente largas que no llegaban a los quince centímetros de largo, pero ¿qué eran y qué significaban?
Me fui rápidamente afuera, hacia mi padre, vi que estaba trabajando en el corral de Max haciendo algunas remodelaciones, le pregunté si sabía qué eran las marcas de pintura roja y me miró confundido. Eso fue suficiente para darme cuenta de que él no estaba involucrado; luego le pregunte a mi madre, a mi hermano, a Fran, no había caso, nadie sabía nada pero a todos les pareció un poco extraño. Fue bastante fácil no darle importancia porque podría ser cualquier cosa y no era necesario hacerse la cabeza por algo insignificante como eso.
Al parecer las llamadas habían terminado, tal vez el emisor se había quedado sin números telefónicos o simplemente se había cansado, llegué a la conclusión de que era una simple broma de algunos amigos que nos había alertado a todos.
ESTÁS LEYENDO
La Última Cabalgata.
Teen FictionLa historia de Clara, una joven que a causa de quince días totalmente libres podrá experimentar nuevas sensaciones, tendrá un encuentro con ella misma y su entorno. Pero no sabrá que el enemigo la sigue, y que en cualquier momento deberá escapar. Si...