La tristeza de ese Omega tiene que acabar

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Su pulso estaba acelerado, pese a que su rostro se mantenía sereno y serio, las manos le estaban sudando y tenía una interminables ganas de dar media vuelta e irse a esconder a los brazos de su Alpha y recibir mimos de este mismo. Tenía miedo, pero no por nada era un perfecto actor a la hora de ocultar sus emociones, así que se calmo y escondió sus aroma para que su miedo y nervios no fuesen delatados.

—Tranquilo, si las cosas parecen salirse de las manos recurriremos al plan de emergencia.—Le dijo Ayshe a su lado.

—Lo se. Lo haré bien.

A unas cuantas calles se encontraban Norman y Yuugo, quienes estaban para una emergencia de que el plan inicial no saliera bien, también tenían la línea telefónica de la policía activa y unos cuantos más policías en cubierto de los alrededores, pues si la misión en la costas salía con éxito de inmediato se ordenaria la captura de Peter y no lo iban a dejar que se escapara.

Ray y Ayshe entraron al edificio, a los alrededores podía notar a gente comprando drogas, tomando, fumando y viendo una que otra pareja coquetear. Al entrar y bajar por unas escaleras se toparon un dos hombres de traje oscuro, quienes los detuvieron.

—¿Nombres?

—Ray Grace y Ayshe Ratri.—Respondio el azabache con voz irritada, observando como ambos hombres se miraban.

—Deberian saber que no son bienvenidos aquí. Larguense.

—¿Ja? ¿Y quién te crees para darme órdenes?—Ray se cruzó de brazos, mirando con desafio a ambos Alphas.

—Quienes te partirán la cara sino das medida vuelta, pequeña puta.

—Te jodiste.

Molesto atrajo la cara del hombre y alzando la rodilla lo golpeó con esta en el rostro, provocando que esté se le rompiera la nariz y sangrara, pero eso no fue todo, lo tomo de los cabello y lo estrelló contra la pared de un lado. Su compañero que parecía que iba a tomar el arma en su cintura, noto que ya no estaba, y solo escucho el seguro del arma ser quitado y la albina apuntándole.

—Muevete— El Alpha que aún se mantenía en pie se hizo a un lado, no sin antes dejar soltar sus feromonas con la idea de debilitar al Omega, peor lo único que causó fue que Ray hiciera una mueca de asco. 

—Cubrete la nariz.—Le ordenó Ray a Ayshe, la aludida hizo caso y dejo a Ray quedar enfrente del hombre procediendo ahora el a dejar liberar sus feromonas.

El primero que ya se encontraba en el piso ante el olor cayó inconsciente, mientras que el otro parecía que le faltaba el oxigeno. Mientras sean Alphas comunes él los podría mantener a sus pies con tan solo liberar un poco de sus feromonas, una jugada sucia que solo los Omegas dominantes podrían hacer. Más que en toda su vida estaba agradecido de ser un Omega dominante.

—Vamos.—Ordeno.

Ambos atravesaron la puerta y siguieron por un estrecho pasillo hasta llegar a una especie de cortinas largas varios trozos de hule con manchas de colores fosforescentes. Al pasar por estas entraron a una habitación que se encontraba casi a oscuras de no ser por los focos amarillos, las paredes estaban decoradas de rojo y dorado, y había sillones de seda y cuero negro, el aire estaba inundado de tabaco y otras sustancias que no hacen falta mencionar, al igual que en aquellos sillones ya hacían hombre alpha siendo rodeados por omegas hombre y mujeres mientras son tocados, incluso alcanzo a ver una ligera incomodidad entra aquellos omegas. Haría algo al respecto cuando todo eso acabe.

Todos dirigieron su vista al recién llegado, unos se quedaron sorprendidos porque evidentemente nadie se esperaba ver al hijo de Leslie Grace en un lugar así y acompañado de Ayshe. La albina postro su vista en alguno hombre, algunos ya los reconocía, pues no iba a olvidar que aquellos que reconoció fueron los que le hicieron pasar un muy mal rato en su niñez. Se formó un silenció incómodo.

Insolente pero no tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora