Estúpido corazón

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El timbre de salida ya había sonado hace 15 minutos, durante las horas que estuvo pensando se dió a la tarea de recordar porque le molestaban tanto los Alphas, y claro que lo había recordado. Estos siempre tenían una tinta tan arrogante que le estresaba, eran como uno esos actores de películas, guapos y todo pero doble cara, creyendo que estaban por encima de todo como si cualquier Omega que quisieran lo obtuvieran tan solo con un chasquido de dedos. Lo va a admitir, últimamente andaba muy  cercano a los Alphas sin rechistar desde que medio recordó de quién estaba (y quizás seguía) enamorado, pero el actuar del moreno le hizo recordar cómo en realidad eran, unos malditos sin vergüenza, es más, apostaba que las faltas de Norman tenían que ver con qué andaba de casanova, o sea no tenía pruebas pero tampoco dudas.

Justo ahora le llegaba los flashes del comportamiento del albino cuando se conocieron.

—¿No lo odiaba?—Se pregunto a si mismo, levantándose de su silla y fruncir el seño—Oh claro que lo odiaba y lo siguo odiando por lo maldito que fue conmigo.— Esos recuerdos de su pasado lo habían cegado de su realidad, de su ahora, pero ahora que ha recobrado la compostura no va a volver a confiar en ningún otro Alpha nunca jamás, en especial si era Norman.—Oh, pero cuando lo vea le voy recordar cuan maldito y sin vergüenza fue, cual fue el trato de hipocresía que recibí, que sino fuera por ese imbécil no estaría tan estresado como ahora en una estúpida pintura y no estaría rodeado de seme rompe caderas en el maldito consejo. Definitivamente lo voy a decapitar cuando lo vea y lo torturaria de todas las formas que existieran, haría su cuerpo pedacitos y de lo daría de comer a los perros.

—¿Ray estás ocupado?—Norman había entrado.

—No, pasa.—Se recargo en la mesa, olvidándose de los motivos por los que se estaba quejando en voz alta.

—Lamento no haber venido hace días.—Se disculpo, cerrando la puerta por detrás.

—No hace falta, estaba bien sin tu presencia.—Claro que ese iba a hacer el difícil. Ni crea que va a caer así de fácil por un trato bonito.

—Emma me dijo que no has avanzado con la pintura.

Y guardo silenció, cerrando sus ojos con fuerza y rezar para no escuchar las quejas del albino, ya había tenido un día difícil como para que se complique.

—Sí... Sobre eso...

—Tranquilo, no vengo a apúrate pero el límite está cerca. En todo caso que no puedas lograr hacerlo buscaré un remplazo rápido.—Sonrio, con un ligero tono rosado en sus mejillas y soltando resplandor.

Ray bien podía quedarse ciego.

El azabache se alejo de la mesa, acercándose al albino, analizando de arriba abajo al chico. Hasta que le dió una cachetada.

—¡¿Quién eres y que le hiciste a Norman?!

—¡Auch! ¿Qué te pasa? Soy humano creas o no.

—El Norman real jamás se portaria tan bien conmigo ¿Un remplazo? ¡Estás loco!

—¿Es tan raro que me porte bien?

—Demasiado.—bufo, recargandose otra vez en la mesa y mirar a su contrario. ¿Debería preguntar sobre su ausencia? ¿O se verá muy metiche e interesado?—¿En dónde estuviste estos días?—Si bien su bendita boca a veces no se podía mantener cerrada.

—¿Te preocupe?—Y ahí estaba, ese tono de voy arrogante.

—Si vas a empezar mejor ni me hables.

Norma tan solo río por el comentario, negando levemente y relajarse.

—Fui a visitar una conocida, está próxima a tener sus cachorros así que quería ver cómo estaba.

—Oh, que bien.

—Entonces ¿Me quieres dar de comer a los perros?

—¡¿Me escuchaste?!

—Por dios Ray, te escuché desde dos pisos abajo.

—No me arrepiento de nada.

—Olvidando eso ¿No te llega un olor a vainilla?—Inahalo más aire, pues aquel aroma era demasiado dulce.

—Mh... No.

—¿De verdad? Es demasiado fuerte.— Comenzó a caminar siguiendo el aroma.

Ray se alteró, pues vio que el albino se estaba acercando a él hasta que se quedó quieto quedando demasiado cerca.

Oh no. ¿Cómo lo pudo haber olvidado?

De un momento a otro se encontraba sentado sobre la mesa con la espalda pegada a la pared y soltando un ligero quejido, pues había sido muy brusco con él. ¿Cómo podía ser tan descuidado? Su celo aún no se terminaba y por andar pensando en las acciones de Don y Oliver se olvidó por completo de tomar su segunda dosis de supresores del día para evitar descontrolarse o mínimo que sus feormonas no fueran liberadas inconscientemente, como ahora.

Se estremece cuando se da cuenta que el albino lo tiene sujeto por la cintura, pasando su mano por debajo de su camisa y hacer círculos imaginarios en su espalda. Un jadeo es lo que se le escapa cuando la lengua del Alpha está pasando por su cuello, saboreando la piel del Omega que trata de no sucumbir a la tentación de una manera increíble. Le tenia que hacer honor a su título como Omega dominante.

—Nor-Norman alejate—Lo toma de lo hombros tratando de alejarlo, pero lo único que consiguió fue hacerse más a un lado, dejando completamente expuesto su cuello y clavícula.

—Encontre de dónde venía el olor.—Susurro en el odio del azabache, mordiendo el pómulo de su oreja y comenzar repartir besos a lo largo de su cuello hasta llegar a su clavícula, en dónde dejo chupetones que rápidamente se tornaron rojos.

Se mordía el labio inferior tratando de que no se le escapara algún gemido, la vergüenza de que aquello saliera de sus labios sería horrible y su orgullo estaría más que muerto. Su pánico creció cuando fue posicionado boca abajo y su nuca estaba siendo expuesta.

—¡No, Norman! ¡Alejate, no lo hagas!

Es su intento de liberarse, otra vez, sus manos fueron tomadas y puestas sobre su cabeza. Podía intentar moverse todo lo que quiera pero no sé iba a escapar. Aún no estaba listo, era joven, no queria ser marcado aún y menos de esa forma tan inconsciente y bajo los instintos animales que ambos los poseian. Quería estar libre de los Alphas, eso le traían malos recuerdo del pasado de su actual vida y claramente ya había comenzado a llorar. Se le hacía tonto porque ni si quiera han tenido sexo solo lo estaba besuqueando por todos lados y ya lo quería marcar.

Sus lágrimas eran insaciables, de verdad no quería, lo único que  sentía era repugnancia a sí mismo.

El alpha saco sus colmillos, listo para marcar al Omega que estaba debajo suyo.

La puerta se abre de forma brusca, dejando ver a Emma que al ver la escena corrió para alejar a Norman.

—¡¿Imbécil que carajos haces?!—Lo apartó, tirandolo al suelo y quedar encima de él.

Anna y Gillian llegaron corrieron a auxiliar al azabache que se había dejado caer al suelo, tocando su nuca y con la respiración irregular.

—¿Estás bien? Tranquilo ya pasó.—Dijo Gillian en consuelo, acomodando las ropas de Ray que estaban desordenadas.

—Gillian...—Hablo Anna en bajo. La aludida volteo a ver a la rubia que estaba estática en su lugar mirando a Ray.

Gillian hizo lo mismo y al notar lo que su compañera estaba viendo dejo salir un jadeo por la sopresa. De la nuca del azabache estaba escurriendo sangre que pasaba por su cuello hasta manchar su camisa.

—Me marco— Susurro con pánico, su lágrimas no paraban de salir mientras se cubria la herida con una mano.—El... me marco.

Emma volteo a ver a Ray, Norman había apartado a la pelirroja de encima, limpiandose los rastros de sangre de los labios.

¿Qué había hecho? Ese no era el plan de su visita.

Insolente pero no tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora