Capítulo 16

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CAPÍTULO 16

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CAPÍTULO 16.

DÍA SIGUIENTE.

Mirando desde la ventana del auto, Cristal podía observar tanto los árboles pasar como el Sol que nacía tras las montañas. Al parecer, la charla de Hansel con su padre había tomado el camino que esperábamos: la chica estaba siendo llevada a la mansión Méndez.

Al traspasar un gran portón verde a finales del bosque y pasando por un gran muro de piedras, condujo el chofer hacia el extenso jardín de la mansión. Esa mansión... enorme es la palabra adecuada para calificarla.

El chofer bajó la ventanilla del coche para hacerle una seña a un guardia, que de hecho portaba su mismo uniforme, para que le abriera el portón. Cristal mantenía su mirada en el borde de la gran casa que se lograba ver encima de la puerta de entrada. Todo fue como debería ser y el portón se abrió, dándole paso al auto hacia sus interiores.

Nuestra chica observaba perpleja la intensidad de detalles perfectos que poseía esta maravilla escondida. Una pequeña rotonda rodeaba una fuente activa, el césped verde acariciaba el suelo bien hecho y una casa gigante, que a simple vista parecía de 3 pisos de altura yacía sobre este.

Finalmente, el auto se estacionó.

Wow, Wow, Wow, hasta yo quiero que me secuestren.

La pierna de Cristal saliendo del auto llamó la atención de los guardias que vigilaban la gran puerta principal.

-Anda, camina -dijo uno de ellos empujándola levemente por el hombro, animándola a dar su primer paso en esa nueva tierra.

Como cinco pasos fueron suficientes para chocar con una puerta blanca con cristales en la parte superior.

Esta si es una mansión de ricos.

¡Ánimo, Cristal, que quiero ver!

Se detuvo frente a la puerta, esperando una orden o permiso para poder pasar. ¿Es lo que se supone, no? Si hay una puerta, tienes que entrar.

¡Cómo sea, dejémoslo ahí!

Un suspiro alentador hizo caminar a la chica hacia la sala con la mirada en el suelo... un suelo adornado por madera de caoba y barnizada.

¿Qué es esto?

El suelo brilla por su limpieza, sería capaz de apostar la voz interior de Cristal, o sea yo, a que si le pasas la mano no tiene una pizca de polvo.

-Sería una buena idea -me respondió por lo bajo, pero a su vez lo suficientemente alto para llamar la atención del guardia, quien se viró a de espaldas.

-¿Con quién hablas? -le dictaminó el guardia.

Perdón, Cristal.

-Eh, nada...

Sin más, con pasos pequeños se va adentrando a la casa, o mejor dicho, a la mansión, para luego subir las grandes escaleras en espiral y detenerse al llegar al segundo piso.

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