Día 7:Descendencia

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Draco Malfoy entendía la importancia que tenía para su padre la descendencia. De ninguna otra forma el legado de su familia trascendería. Sin descendencia, tarde o temprano todo lo que habían construidos sus antepasados se perdería, sus propiedades pasarían alguna otra familia, y el apellido ya no inspiraría el respeto que inspiraba, aun pasado los sucesos de la guerra.

Las nuevas generaciones, quienes los sucedieran a ellos, tendrían la responsabilidad y el honor de continuar con las tradiciones de los sangre pura y la obligación de mantener el apellido Malfoy entre los más importantes de Inglaterra.

Para Draco también era importante y estaba total y absolutamente en sus manos llevar a cabo esa labor trascendental. Era el único heredero y el no cargaría con la responsabilidad de ponerle un punto final a los Malfoy.

Sin embargo, la forma en la que estaba cumpliendo puede que no fuese la favorita de Lucius.

A decir verdad, tenía que admitir que quizás estaba un poquito nervioso de tener que darles la noticia a sus padres. Se decía que era una estupidez estarlo. Tenía veintiséis años y era uno de los mejores pocionistas del país, era un adulto hecho y derecho que ya no le debería rendir cuentas a nadie. Si sus padres se molestaban, allá ellos...

—Draco -saluda Lucius en cuanto él sale de entre las llamas verdes de la chimenea. Draco aguarda a que el humo se disipase para poder sacudirse. En su butuca favorita estaba su progenitor, con un libro en la mano y esa postura que era una amalgama de confianza, control y altivez. —Que bueno que ya has llegado.

—Hola, padre ¿Y madre? -pregunta, acercándose al hombre para darle un abrazo.

—Fue a inspeccionar la cocina. -comenta —Quiere que los elfos tengan tus comidas favoritas para la cena. Cena a la cual llegas tarde, por cierto. -añade, con una ceja en alto.

Draco resopla rodando los ojos.

—Controla esa emoción que tienes por verme, padre.

Lucius solo se limita a sonreír.

—Ve a asearte para que podamos reunirnos en la mesa ¿si?

El rubio asiente, y luego de pasar por la cocina para saludar a su madre, se dirige a su antigua habitación para prepararse para la cena.

Cuando está listo, se dirige al salón, preparado para cenar con su familia como antaño. La misma sonrisa de siempre cálida de su madre se dibuja en su rostro cuando él cruza el umbral, mientras que su padre suaviza su semblante.

La comida transcurre con tanta normalidad que siente como si nunca hubiesen pasado los seis años desde que dejó la mansión. Claro, hablan de aquello que no se han comentado desde la última vez que se vieron y que no han incluido en sus cartas, pero es una cena tan amena, que casi olvida la razón principal por la que se encuentra ahí.

—Madre, padre -les dice, cuando los elfos hacían aparecer el postre frente a ellos. —si bien no suelo venir entre semana por todo el trabajo que tengo, esta vez lo hice porque tengo una noticia que darles.

Los mayores intercambian una mirada. Su madre inmediatamente le dirige una mirada ansiosa mientras que su padre, a pesar de que mantiene una expresión serena, se inclina a penas un poco más hacia él.

—¿Qué clase de noticia, cariño? -pregunta Narcissa, rindiéndose a una sonrisa emocionada que Draco no entiende.

—No se como se lo tomarán -comienza, ambos pares de ojos puestos con atención sobre él. Se dice que, antes de darles tiempo para que se hagan una idea de qué podría ser la noticia, es mejor ir directo al grano. —Bien, les cuento que finalmente serán abuelos.

Fictober | Drarry y otros ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora