Día 23: Negro

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Ginny Weasley estaba furiosa. Estaba tan molesta que las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos en cualquier momento, hacía que se mordía fuerte los labios para no ceder.

Odiaba que le dieran ganas de llorar cuando estaba enojada, porque se sentía tonta e inmadura, sobre todo cuando el motivo de su ira podía considerarse, para muchos, razón insuficiente para reaccionar así.

Pero ahí estaba. En la enfermería de Hogwarts con un brazo y cuatro costillas rotas porque no había podido esquivar una estúpida bludger que uno de los estúpidos golpeadores de Slytherin había tirado contra ella.

Le había dado en la cabeza e iba tan rápido, que nadie pudo evitar que se estrellase contra las gradas.

Lo que le molestaba no es que se hubiese roto unos cuantos huesos, la señora Pomfrey los reparaba rapidísimo, sino que se perdería el partido final y como capitana del equipo eso era para ella inconcebible.

—¿Weasley, ya tomaste la medicina? -pregunta la enfermera, apareciendo tras las cortinas de separación.

Ginny se incorpora rápido, y hace todo lo posible para que el dolor que le recorre el brazo no se evidenciara en su semblante.

—Todas. ¿Ya puedo volver?

La mujer suspira, acostumbrada ya a tratar con alumnos insistentes.

—No. Te he dicho que debes permanecer aquí hasta mañana.

—Solo quiero ver el juego, nada más. -suplica, pero la señora Pomfrey niega con la cabeza, tranquilamente.

—De ninguna manera. -dice, y le dedica una mirada de advertencia, como si pensara que iba a querer escaparse del lugar.

Evita rodar los ojos y resoplar para no ser descortés, pero piensa que igual podía intentarlo cuando el dolor pasara.

Bufa.

Si sus hermanos estuviesen aun en el colegio, la hubiesen sacado. Seguro.

Suspira derrotada. A lo lejos, se podía oír el alboroto que provenía desde el campo de juego, pero por más que intentara identificar que decían los gritos, no lo conseguía, y no sabía si su equipo aun seguía empatado o ya había superado a las serpientes.

—Ginny -no es la dulce voz de Luna la que la sobresalta, sino que es la enorme cabeza de león que se ponía cuando Gryffindor jugaba con otras casas que no fuesen Ravenclaw, y que no esperaba ver en ese momento. —Ginny ¿Cómo estás? ¿La señora Pomfrey ya te ha atendido?

La pelirroja no puede evitar que el corazón le salte cuando la chica envuelve su mano con la de ella.

—Sí, estoy bien, pero no me deja salir. -se queja, mirando de reojo la pequeña corona de extrañas flores que le ponía sobre la cabeza.

—Obviamente, Ginny. -comenta distraídamente mientras agita su varita un par de veces. —Esto evitará que sientas mucho dolor. Son flores acuáticas. Las sirenas las utilizan cuando tienen enfermedades o huesos rotos, como tú. -comenta —Una de ellas me ha enseñado como usarlas. -explica. Ginny asiente evitando hacer comentarios respecto a las gotitas de agua que caían ahora por su cabello.

Cuando Luna termina, la mira por un instante directo a los ojos, como si intentase descifrar algo en su mirada. En momentos así, es cuando a Ginny le daban más ganas que nunca de enredar su mano con la suya y confesarle lo muy enamorada que estaba de ella. Porque cuando Luna la miraba parecía, en serio que lo hacía, que sentía lo mismo.

—Luna... -susurra. Pero la chica justo recuerda algo, porque abre mucho los ojos y comienza a buscar algo en su bolso. Cuando lo encuentra, se lo tiende.

—¿Qué es esto? -pregunta, volteando una y otra vez las tapas duras de un libro. Eran de color negro y no tenían títulos ni hojas en medio.

—Imaginé que querrías ver el juego, y bueno, llevo trabajando en esto un buen tiempo. Las probabilidades de que un jugador se lesione durante un partido son altas, y no estoy diciendo que estaba esperando que tú te accidentaras, pero hice esto solo por si ocurría.

Ginny sube las cejas, no muy segura de entender, y Luna se limita a sonreír. En lugar de explicarse nuevamente, hace un par de hechizos complicadísimos, y luego, en el lugar en donde deberían ir las hojas, se abre una pequeña ventanita que poco a poco va tomando la forma del campo de quidditch.

—¿Es el juego?

Luna asiente con una sonrisa.

—Sí. Veremos lo que ve Colin. A él le he dejado la otra parte.

Ginny la mira sorprendida, y luego, sin poder resistirse más, se incorpora con ayuda de su brazo bueno, y se acerca a la chica lo suficiente para dejar un cortito beso sobre sus labios.

Pero se separa de ella tan rápido como la besó. Cayendo en cuenta de lo que acaba de hacer.

Había-besado-a-Luna.

Rápidamente, sus ojos buscan los de ella, y cuando los encuentra, es cuando nota que había aguantado la respiración. Siente que el aire vuelve a sus pulmones cuando se percata de esa sutil sonrisa que se dibuja en sus labios. Antes de poder decir algo, Luna le envuelve el rostro con las manos y deja un nuevo beso sobre sus labios, igual de cortito y suave que el primero.

—Me alegra que estés bien, Ginny.

—Y a mí que estés aquí, Luna.

La rubia sonríe ampliamente, antes de apuntar hacia las tapas del libro.

—Mira, creo que Gryffindor ha anotado. -comenta.

—Oh, pero vamos, Slytherin nos está ganando por cuarenta puntos -dice, dejándole un espacio a Luna para que se acomodase junto a ella en la cama y viesen el juego tomadas de la mano.

Treinta minutos más tarde, el contador estaba a favor de Slytherin. Gryffindor había perdido. Ginny no solo no había podido jugar completo su último juego, sino que no lograron vencer al oponente. Sin embargo, Ginny sentía en el estómago esas cientos de cosquillas que le daban cuando ganaba un juego. Pero multiplicadas por mil.

Piensa que debería estar al menos un poco desanimada por el resultado, pero no puede. Definitivamente, se sentía como si hubiese ganado el mundial.

***

¡Hola! OS del día de hoy.

Espero les guste!

Tengan una bella semana!!!

Nos leemos 

=Elie

Fictober | Drarry y otros ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora