Donde Draco Malfoy, el mago mas arrogante en Hogwarts, cae perdidamente enamorado de Gretta Fawley, una sangre pura preciosa, pero que no le da ni la hora.
Gretta Fawley es la perfección presonificada, además de bonita, tiene un poder extraordinario...
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Ron, Hermione y Gretta tenían que estudiar para los exámenes que terminarían el día de la tercera prueba, la cual se encontraba a la vuelta de la esquina, pero gastaban la mayor parte de sus energías en ayudarle a Harry a prepararse.
Sí, Gretta había vuelto a ser parte del famoso trío de oro. Harry le pidió disculpas por haberle dicho todas esas cosas feas en la casa de los gritos cuando la vio con Malfoy.
—No te preocupes por nosotros —le dijo Hermione, cuando Harry se lo hizo ver y les aseguró que no le importaba entrenarse él solo por un rato— Al menos tendremos sobresaliente en Defensa Contra las Artes Oscuras: en clase nunca habríamos aprendido tantos hechizos —finalizó la castaña.
—Si, Harry. Es un buen entrenamiento para cuando seamos aurores —comentó Ron entusiasmado mientras utilizaba el embrujo obstaculizador contra una avispa que acababa de entrar en el aula vacía que McGonagall les había prestado.
Al empezar el mes de junio, todos entraron en una ansiedad tremenda por culpa de la acercada fecha de la tercera prueba. Los entrenamientos de Gretta se volvían cada vez más pesados, ya que ahora Hermione y Ginny no eran sus entrenadoras, si no que ahora su profesor era el mismísimo Dumbledore. Alarick entrenaba oclumancia con el profesor Snape porque Albus estaba ocupado con Gretta, de vez en cuando intercambiaban de profesor, pero casi siempre era igual.
Gretta ya no tenía tiempo de pasarla con sus amigos de slytherin, porque si no estaba con Dumbledore entrenando, estaba con Harry ayudándolo con la tercera prueba y eso a Draco lo tenía mas irritable que de costumbre.
Al pasar los días, Harry no tardó en aprenderse el embrujo obstaculizador, un conjuro que servía para detener a los atacantes; la maldición reductora, que le permitía apartar de su camino objetos sólidos, y el encantamiento brújula, un útil descubrimiento de Gretta que haría que la varita señalara justo hacia el norte y, por lo tanto, le permitiría comprobar si iba en la dirección correcta hacia el centro del laberinto.
Sin embargo, seguía teniendo algunos problemillas con aprender a conjurar el encantamiento escudo. Se suponía que creaba un muro temporal e invisible alrededor de él, capaz de detener maldiciones no muy fuertes, pero Hermione y Gretta lograron romperlo con un embrujo piernas de gelatina bien conjurado. Harry anduvo tambaleándose diez minutos por toda el aula antes de que una de ellas diera con el contramaleficio.
—No te desanimes, Harry. Te está yendo muy bien —lo alentó Gretta —Algunos de estos hechizos te van a servir muy bien en el laberinto —le dijo mientras ella y Hermione tachaban el maleficio que acababan de aprender de la lista que hicieron.
—Vengan a ver esto —dijo Ron desde la ventana del aula —¿Qué estará haciendo Malfoy? —
Fueron a ver. Malfoy estaba sentado en el césped junto con Crabbe y Goyle. Los últimos dos estaban sonriendo maliciosamente y parecía que estaban vigilando, mientras Malfoy estaba hablando, cubriéndose la boca con la mano.
