Capítulo 5

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Dos días después Shōyō se mantenía descifrando cómo se hacía un punto, viendo a Tadashi maniobrar los palillos y la lana con mucha experiencia. El pecoso fue lento, explicando paso a paso con suma paciencia y una sonrisa en sus labios.

Ambos estaban en casa, Shōyō en reposo porque todavía no se recuperaba por completo y Tadashi lo acompañaba, aunque no tenía mucho que hacer en verdad.

— No logro entender. — murmuró bajo. Su vista fija en el palillo, pasándolo lento por debajo, pero sus manos chocaron y la lana se enredó.

Tadashi carcajeó, mirando con ternura al otro y le sobó el hombro.

— Tú puedes. — lo alentó.

Pasaron quince minutos, donde el estrés alcanzó el límite en la cabeza de Shōyō, tirando los palillos a un lado.

— Soy mejor horneando o fabricando muebles. — se rindió al final.

— ¿Fabricas muebles? — los ojos de Tadashi parecieron brillar, curioso por el menor.

— Ajá. Las sillas fueron de mi creación y el mostrador que tenemos para atender a los clientes en la panadería también.

Tadashi quedó más que encantado, abriendo con mucho asombro su boca y al final sonrió, avergonzando a Shōyō por tanta atención.

— Eres increíble Shōyō.

— Oh, — sonrió esta vez — es la primera vez que me llamas por mi nombre.

— ¿En serio?

Ambos rieron, miraron al techo de la casa y Shōyō lo miró un par de segundos después.

— Tengo curiosidad por algo, ¿cuál es tu apellido?

Tadashi lo miró, apunto de hablar, pero antes de eso el menor se corrigió.

— Antes de casarte.

— Uh, Yamaguchi.

— Yamaguchi Tadashi, tanto tu apellido como tu nombre son lindos.

Esta vez fue Tadashi el que se avergonzó, sonriendo tímido y siguió tejiendo al ver que el contrario ya empezaba con sus viajes astrales.

A pesar de llevar menos de una semana ahí, logró entender, con ayuda de Yachi también, que Shōyō tendía a quedarse en sus pensamientos y era mejor dejarlo estar. Se preguntó en qué pensaría o por qué le pasaba aquello. Tadashi era bastante curioso, más al tener a un bebé dentro suyo.

Se acarició el vientre. Las náuseas matutinas ya empezaban a apaciguarse, un poco, al menos ahora podía soportarlas. El aroma de la casa era muchísimo más agradable que donde solía habitar.

Cuando Shōyō volvió en sí, Tadashi estaba ya terminando la prenda que estaba tejiendo. Era un chalequito para su bebé.

Shōyō carraspeó, parpadeando y casi se derritió cuando vio la prenda recién tejida.

— Te quedó fantástico.

Tadashi asintió a gusto con el resultado a pesar de que pasó bastante desde la última vez que tejió, pero la memoria muscular no fallaba.

— ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? — propuso Shōyō, levantándose y yendo por algún abrigo.

— Pero se supone que debes descansar.

— Oh, venga. Yo ya estoy mejor, mis madres sólo exageran. — sonrió — Ten, colócate esto, hace un poco de frío fuera.

Salieron de la casa luego de unos minutos, Tadashi un poco inseguro de salir y Shōyō notó aquello.

Rompecabezas | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora