Capítulo 6

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— ¿Esto te pasa seguido?

Tadashi preguntó mientras lo veía vestirse. Ya cómodos con la presencia del otro, ya que compartieron el cuarto por una semana ya.

Shōyō siguió cambiándose de ropa mientras respondía.

— Desde hace un rato. — asintió — No sé en qué momento empezó, pero sí que fue ya hace mucho tiempo.

Repitiendo el mismo ciclo. Sin poder dormir por las noches, tener dolores de cabeza y pitidos constantes en los oídos. Marearse era algo que empezó poco tiempo atrás.

Lo que pasó el otro día, y lo que pasó esta tarde, suponía que era porque su cuerpo empezaba a cansarse y ya no daba más, colapsando.

Shōyō suspiró otra vez, lo había hecho desde que el pitido y el dolor en su cabeza cesó, recobrando el sentido de su cuerpo.

Miró por la ventana. Era de noche ya, y se quejó en un pequeño gemido, le hubiera gustado ir a dar una vuelta.

Esta vez solo.

Miró a Tadashi sentado en la cama y una expresión inquieta dirigida a Shōyō. El pecoso le hizo gestos para que se sentara a su lado y el menor no se negó, es más, la presencia de Tadashi le daba un poco de tranquilidad.

Sin saber si era por él mismo, por el bebé que crecía en su interior o ambos.

— ¿Por qué no intentamos dormir?

— Tadashi, sabes que por más que me quede con los ojos cerrados no lograré dormir. — susurró. Miró el puchero en sus labios, le pareció tan lindo y tierno que le dieron ganas de abrazarlo — ¿Por qué no duermes tú? — sonrió mostrando los dientes — Tus párpados te delatan, estás muerto de sueño.

Tadashi no podía negarlo, estaba agotado y dio un bostezo al aire, arrugando la nariz luego.

— Pero vas a quedarte despierto toda la noche ¿no es así?

— Venga, acuéstate y duerme, que llevas a una criatura también. Piensa en tu hijo.

Luego de acomodarse en la cama, Shōyō lo arropó lo mejor que podía y el chico cayó dormido casi al instante.

Shōyō se levantó de su lado en silencio, mirándolo con una sonrisa en el rostro y salió de la habitación. Caminó, tomando una manta y colocándose sus zapatos para que sus pies no se enfriaran más de la cuenta.

Se recostó en el sillón, sus ojos cerrados y mientras escuchaba su propia respiración, se quedó por un largo rato así.

Su mente estaba en blanco y aquello le regaló un poco de tranquilidad. Su respiración era calmada y empezó a contar en murmullos hasta llegar a algún número.

Un rato pasó y se sentó, abriendo un poco los ojos y miró a la ventana. ¿Cómo describir la sensación que estaba sintiendo? ¿Cómo describir una emoción que él mismo desconocía? Caminó a paso rápido a la puerta, abriendo y saliendo lo más silencioso posible.

Su madre le repetía cada noche antes de dormir. Salir por la noche era peligroso, los seres que habitaban a esta hora eran peligrosos e irracionales.

La luna estaba a la mitad esta noche, brillando y alumbrando los caminos, a pesar de que era de noche Shōyō lograba ver todo con claridad.

El camino de piedras pareció más eterno de lo que recordaba. El temor de estar en la noche, desprotegido y solo. El mínimo ruido lo hacía pegar un pequeño grito y saltar en su sitio.A mí no más se me ocurre salir y de noche.» Tembló por el frío y pegó un estornudo. Suspiró, pero se alivió que por fin estaba llegando a par de árboles que indicaban el principio del campo de flores.

Rompecabezas | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora