Capítulo 25

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— Ven, te explicaré. — dijo Tetsurō apenas llegaron la cabaña.

Shōyō lo siguió en silencio y en dirección contraria a la biblioteca donde estuvo horas atrás, entraron a una habitación que estaba por completo a oscuras. Tetsurō encendió un candil que estaba encima de una cómoda para iluminar.

Una cama estaba en medio de todo, muebles en perfectas condiciones, una alfombra en el suelo debajo de la cama, una ventana que estaba cubierta por una cortina y una puerta, que llevaba a un baño.

Shōyō parpadeó. Parecía una casa común y corriente, ¿quizá estaba habitada por humanos antes? Quitó aquellos pensamientos porque no venía a curiosear.

Apretó un poco sus labios, meditando la decisión que tomó.

— Como dije en la tarde, tu alma está pendiendo de un hilo. — sus ojos azules parecieron brillar al mirar el cuerpo de Shōyō de arriba abajo, escaneándolo — He visto esto antes.

Su mirada divagó por un segundo después de hablar, como si su mente fuera a otra parte del mundo y Shōyō, por alguna razón, se vio a sí mismo en aquella forma de quedarse en silencio.

El demonio volvió en sí en menos de dos segundos y siguió hablando, cruzándose de brazos.

— En palabras cortas, cortaré ese vínculo que te mantiene atado. — indicó a la cama y el menor se acercó, recostándose en medio — Aunque debo advertirte que sufrirás un poco de dolor.

Con una sonrisa no dejó que respondiera, enseguida golpeando con una mano a su pecho y Shōyō cerró los párpados, ahogando un grito en su garganta. Era como si hubieran tomado su piel, arrancándola y desprendiéndola de su cuerpo poco a poco. Ardía de una manera insoportable y al abrir los ojos, observó a Tetsurō manipular algo que sus ojos humanos no podían visualizar.

— ¿Quieres ver tu alma? — el demonio murmuró con una sonrisa, fijando su mirada en la del menor.

Shōyō lo miró a los ojos también y un pequeño cosquilleo llegó a sus ojos, quiso rascarse, pero su cuerpo no tenía fuerza para moverse. Parpadeó de manera pausada y cuando devolvió su mirada a las manos de Tetsurō, observó unos hilos trenzados que parecían tiritar en el aire.

De manera momentánea destellaban iluminando a su alrededor, pero luego se apagaban, casi desvaneciéndose.

— Las almas nunca tienen una forma específica, es interesante ver cada una de ellas. — llevó sus manos a los hilos y estos envolvieron gran parte de sus brazos — A pesar de todo el sufrimiento se siguen aferrando. — movió sus brazos y los hilos aflojaron su agarre.

Tetsurō parecía buscar algo entre todos los hilos.

Su mirada se movía de manera rápida, observando a cada uno sin parpadear y fue un breve momento cuando sus ojos destellaron, que tomó uno de los hilos, diferente a los demás. Era mucho más fino, casi transparente y cuando Tetsurō lo tomó con ambas manos, dirigió su mirada al menor.

— Este es la apariencia que tomó su vínculo. — su mirada, volviéndose opaca por un momento, empezó a humedecerse — Que amor tan desafortunado tuvieron.

Shōyō apretó los párpados antes de ver cómo Tetsurō llevaba aquel hilo a su boca, imaginándose qué era lo que haría a continuación.

Los recuerdos en su cabeza se amontonaron y en cada uno de ellos, estaba Tobio. El que era su primer y único amor, claro que jamás podrá olvidarlo.

Pero al menos quería seguir con su vida.

Jamás lo perdonará. A pesar de que en realidad no fue su culpa lo que pasó aquella semana, en la que perdió a su bebé, tenía tanto odio y resentimiento en su interior que no se creía capaz de perdonarlo, al menos, no en esta vida.

Rompecabezas | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora