Capítulo 14

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Estaba quieto frente a la puerta del palacio. Una postura firme y autoritario, su rostro en una expresión seria, como siempre debía estar. Después de todo, él se convertiría en el rey de este reino cuando su padre pasara a ser parte del consejo.

Tobio recuerda desde que tiene memoria, siempre le fascinó la idea de heredar el reino y gobernar. El pecho se le inflaba con orgullo cada vez que los vampiros lo miraban con respeto al reconocerlo como futuro monarca, dando una pequeña reverencia con la cabeza cada vez que pasaban por su lado.

Respeto. Poder. Soberanía.

Todas esas cosas siempre estaban en su cabeza cuando que era más pequeño.

Su padre era su mayor ejemplo a seguir en ese entonces. Era un buen rey, quizá uno de los mejores que ha existido. Aunque carecía de algunas cosas, su abuelo siempre decía.

Tobio no entendía antes cuando su abuelo hablaba de que Kenji, su padre, era un rey excepcional. Capaz de gobernar con justicia, pero carecía de indulgencia.

Con los humanos más que nada.

Antes Tobio no lo entendía, incluso restaba importancia a las cosas que escuchaba o llegaba a ver en varias ocasiones. Pero desde que Shōyō llegó a su vida, todas esas pequeñas cosas empezaron a tomarle un gran peso sobre sus hombros.

Porque cada vez que un humano cometía un error, por el más mínimo detalle, incluso si fuera un niño, lo castigaba de una manera inhumana.

El rey parecía tener oídos sordos cuando un humano suplicaba por misericordia.

Tobio apretó sus manos a sus costados cuando las puertas se abrieron. Miró a la guardia que mantenía la cabeza un poco baja, la mirada la manteniéndola fija en el suelo.

— Bienvenido, su alteza.

Oh, de verdad quería salir de allí.

Tenía un terrible hueco en el estómago cada vez que estaba en aquel palacio que difícil podía llamar hogar. No es que se llevara mal con su familia, pero se sentía incómodo, como si ya no encajara ahí.

¿En qué momento cambió todo eso?

— Hermanito, llegaste. — escuchó a su hermana, viéndola sentada en la barandilla, justo en la mitad de la escalera — Hueles a humano. — dijo mientras olisqueaba el lugar.

— Estamos un par de kilómetros de un pueblo humano.

Dio media vuelta, en dirección a la sala donde estaban sabía que estarían sus padres.

— El rey está de mal humor. — murmuró apenas su hermana. La miró interrogante y ella sólo alzó ambos hombros, dando un pequeño saltito para llegar su lado.

Ella fue la que abrió ambas puertas para pasar, saludando a sus dos padres con una pequeña reverencia y luego caminó hasta el sillón donde estaba su madre sentada.

— ¿Ya tuviste suficiente de tu paseo?

La voz del rey, impotente y brusca, resonó por las paredes dando la sensación de un pequeño eco. Un silencio sepulcral vino después de decir.

Tobio quería salir corriendo de ahí.

— Lamento mi tardanza, no creí que sería un inconveniente ya que estaban ocupados esta mañana. — dijo tan calmado y con la mirada segura — ¿Gusta saber dónde estuve, monarca?

Su padre mantuvo una expresión impasible mientras lo escuchaba hablar.

— Kenji, por favor déjalo. En un par de meses será su boda y sucederá el reino al mismo tiempo, son grandes responsabilidades. — su madre dijo con una sonrisa.

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