Capítulo 23

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Era sofocante.

Cada paso que daba, alejándose de la persona con la que estaba vinculo, lo dejaba sin aire. O al menos así lo sentía en su interior.

A veces, podía sentir hasta el palpitar en su corazón si se enfocaba demasiado.

Ahogó un suspiro cuando su madre le preguntó si estaba bien, respondiendo en un movimiento de cabeza y una sonrisa, no queriendo hablar.

Sentía sus rodillas temblar, observando el rostro adormilado de Tadashi a su lado, que estaba siendo cargado por Atsumu.

Pasaron cinco horas desde que el pueblo humano fue sacado de sus casas por la madrugada, donde el príncipe y otros vampiros les pidió evacuar lo antes posible los terrenos del reino.

Nadie preguntó ni tampoco se quejaron.

Sólo obedecieron.

No fue difícil.

Un humano era inferior a un ser sobrenatural, el terror que tenían algunos o el respeto que tenían otros, era más que suficiente para que hicieran caso.

Shōyō reprimió un par de lágrimas, parpadeando al cielo.

Ya era de día y el sol apenas calentaba, pero la caminata al menos servía para que todos no pasaran tanto frío. Al menos, no nevó en toda la noche. Eso ayudó a que el grupo avanzara más rápido.

Shōyō escuchaba murmurar a veces a las personas alrededor. Algunos, se preguntaban a dónde tenían que ir. Qué les deparaba el futuro. Si iban a sobrevivir fuera, sin protección alguna. A veces, Shōyō también escuchaba el nombre de Tobio, y eso provocaba un dolor horrible en su interior.

Muchos supusieron que algo iba a pasar, donde más de uno estaba en lo cierto. Que ocurriría una catástrofe inimaginable.

Cerca del mediodía, Kiyoko les dijo a todos que deberían tomar un descanso.

Con lo poco que trajo hicieron una pequeña carpa improvisada para Shōyō, Yachi y Tadashi. Las demás familias hicieron lo mismo, decidiendo que acamparían hasta el día siguiente.

No sabían dónde se encontraban. Era en algún lugar del bosque, alejados del reino.

— Ve a descansar.

Yachi le dijo cuando Shōyō quiso ayudar a traer un poco de leña, para hacer una fogata.

En sí, lo que menos quería hacer era acostarse. Porque su cabeza en el mínimo momento que tenía de silencio, lo atormentaba con pensamientos y su angustia crecía y crecía, dándole pequeñas crisis que contenía con muchas fuerzas.

Ahogó otro suspiro al acostarse a un lado de Tadashi, quien todavía dormía.

Bajó la mirada a su pequeño vientre que empezaba a notarse y su pecho dolió, sus ojos se humedecieron en un santiamén.

Apretó los puños y los labios, ahogando otro suspiro.

Parpadeó rápido, conteniendo la respiración.

"¿Vas a morir?"

"Quizá."

Su voz resonaba en su cabeza desde que lo vio por última vez. Shōyō se odiaba, porque a pesar de que Tobio no tenía la culpa de haberlo dejado solo aquella vez o de haber perdido a su hijo, sí tenía la culpa de haberle hecho daño por años en el pasado.

Shōyō se odiaba tanto porque lo seguía amando.

Si el vínculo no se habría formado, ¿hubiera seguido con su vida como si Tobio hubiera nunca existido? Quería tantas respuestas, pero nadie a quien preguntárselas.

Rompecabezas | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora