Capítulo 7

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Shōyō rara vez soñaba o al menos, al despertar, nunca recordaba qué era lo que estuvo soñando. Su mente estaba cansada como para tratar de recordar algo así y Shōyō nunca le tomó demasiada importancia.

Pero justo ahora tenía una necesidad tremenda de recordarlo.

El sudor frío que recorría su espalda, los escalofríos y el leve temblor de sus labios, indicaban que tuvo un mal sueño, quizás. Tal vez era mejor dejarlo así, un simple sueño o quizá una pesadilla y ya, pero Shōyō estaba demasiado alterado.

Se paró y con cuidado de no despertar a Tadashi para ir al baño, llenando un pequeño jarrón con agua y se miró al reflejo. Recién dándose que estaba llorando.

Se abrazó a sí mismo por puro instinto y cerró los ojos.

Escuchó su propia respiración alterada, el latido en su pecho a mil y tembló. Se sentó en el suelo apoyando la espalda en la pared.

Estaba llorando y no sabía por qué.

¿Estaba volviéndose demente?

Alterándose tanto sólo por un sueño que ni siquiera recordaba. Sollozó bajó, tapando su boca y quiso salir corriendo por la puerta. Salir, gritar, llorar. Se sentía ahogado.

— ¿Hijo?

Kiyoko tocó la puerta.

Shōyō apretó los labios y sollozó otro poco más, suficiente para que su madre entrara sin permiso. Ella se colocó de rodillas al frente de él al instante, tomando su rostro y mirándolo a los ojos.

— ¿Qué pasó?

Shōyō se acercó, sintiéndose pequeño en su pecho y dejó salir un hilo de voz, un par de lágrimas se derramaron por sus mejillas, pero el nudo en su garganta no se iba y lo estaba torturando.

— Ya, tranquilo. Respira, inhala y exhala. Shh.

Pero la voz de su madre, a pesar de que estaba cerca de su oído, se hizo opaca, escuchándose cada vez más y más lejos, hasta convertirse en un murmullo casi inaudible.

Todo su alrededor se volvió negro, su propio llanto se disipó y cuando abrió los ojos, vio el techo de su pieza. Parpadeó varias veces, el cabello pegado a su frente por su propia transpiración y se sentó con cuidado, mirando a sus manos.

¿Uh?

— ¿Despertaste?

Miró a su lado, Tadashi estaba sentado a la orilla de la cama con un paño en su mano.

— ¿Qué...pasó? — susurró, más descolocado que de costumbre.

Tadashi sonrió apenas, sus ojos notándose cansados y secó la frente de Shōyō con el paño que llevaba. El aire estaba extraño, Shōyō lo notó al instante.

— ¿Qué pasó?

— Te desmayaste. — murmuró, bostezando sin querer y se estiró poquito — Nos preocupaste a todos ¿sabes? No despertabas. Estuviste así por un día completo.

— ¿Un día? — repitió quedándose sin aire. Se encogió y abrazó sus piernas, sintiendo los ojos y nariz picar, pero no se atrevió a llorar porque no tenía razón para hacerlo.

Tadashi se acercó y lo abrazó, sobando su espalda.

— ¿Qué te pasa Shōyō? Te quedas callado algunas veces, como si tu mente se fuera a otro mundo. Tus dolores de cabeza. Los mareos. Tus desmayos. — la angustia se podía notar en su voz y Shōyō alzó la cabeza para mirarlo, viendo las lágrimas que brotaban de los ojos del pecoso.

— Oh no, no, no, no. Tranquilo ¿sí?

— Es qu- es que. — un puchero apareció en sus labios — No te vas a morir ¿verdad?

Rompecabezas | Haikyū!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora