↬𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕦𝕟 𝕎𝕠𝕠↫

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"Anoche el frío se apoderó de mi. Di vueltas en la cama, sin conciliar el sueño, pensando en ti. Extrañando tu canción en mis oídos. (...) Y esta mañana, cuando abrí mis ojos, me hiciste más falta. Tanta que me helaba los huesos. Las verdes montañas estaban escondidas tras las nubes. La niebla se apoderó de mi alegría. La lluvia se adueñó de mis ojos."

Jorge Narváez C

—Noona—los dolorosos sollozos del menor retumbaron por la solitaria habitación, su cuerpo acurrucado en las mantas en busca del calor necesario para amortiguar el gélido frío de la noche

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—Noona—los dolorosos sollozos del menor retumbaron por la solitaria habitación, su cuerpo acurrucado en las mantas en busca del calor necesario para amortiguar el gélido frío de la noche. Pero este no era culpa de la leve brisa que golpeaba su ventana, sino de la soledad que lo consumía nuevamente, como una vieja costumbre que lo esperaba cada vez que caía la noche.

La voz de la contestadora volvió a recibirlo y su llanto se transformó en lamento, su voz convertida en un grito de agonía.

Deseaba tanto escucharla una vez más, aunque solo fueran sus regaños. Que le reprochara por seguir despierto a tan altas horas de la noche, y le pidiera que dejara de llorar, por lo que seguro ella consideraría una tontería.

《No llores por eso, tonto. Estoy aquí, no me ido a ningún lado.》le diría, como lo había hecho tantas veces. Pero esta vez no era así, porque ella de verdad no estaba allí, a su lado.

El recuerdo de aquellos delgados y suaves dedos acariciando su cabello, causó que la agitada respiración se le atascara en la garganta.

Y es que no existía cosa que Sunoo extrañará más que la presencia de la chica. Incluso después de tanto tiempo, aún podía recordar las sensaciones que su presencia le causaba, el dulce aroma de su brillante cabello, la calidez de su mano sobre la suya, el alegre sonido de su risa.

La intensidad de sus sentimientos a menudo le sorprendía, pues jamás hubiera pensado que el dolor de su ausencia se clavaría en él de aquella manera. Pero así era. La noche se cernía sobre su frágil cuerpo, acurrucado entre las mantas, aplastando su pecho, quitándole el aliento. El silencio de la habitación, interrumpido por sus insistentes quejidos, lo abrumaba de tal manera que sentía enloquecer.

La contestadora volvió a saludarlo, y el pitido que siempre había ignorado sonó entonces.

《Te extraño》quiso decir, pero aquellas palabras sonaban tan vanas en comparación con el intenso sentimiento que lo desbordaba.

—No es justo—soltó en su lugar, el llanto amortiguando su voz—. Prometiste quedarte siempre a mi lado, y realmente creí en ello, pero ahora no estás. Y duele tanto que ya no puedo respirar, noona. ¿Cómo puedo seguir sin ti?

El quejido que abandonó su garganta le impidió continuar, por lo que terminó por abandonar la idea de seguir con aquello. No tenía sentido, después de todo. Ella no contestaría y el seguiría allí, con el corazón en la mano y la tristeza marchitándole el alma.

—¿Hyung?—un adormilado Jungwon lo observaba desde la blanca puerta de la habitación. Las manos que tallaban sus cansados ojos no impedían ver la expresión de preocupación que mostraba su rostro. La vista ante él aterrorizó al menor, y es que Sunoo era una persona tan brillante, tan alegre.

Verlo así, vulnerable, roto, era algo que jamás hubiera imaginado presenciar, y ahora que lo hacía, el miedo le impedía pensar con claridad.

Por otro lado, el triste chico, ahora sentado en la cama, intentaba, en vano, controlar su respiración. Negándose a que su menor lo viera en aquel estado, aunque para esto ya era demasiado tarde.

Supo que debía verse como un completo desastre, con el cabello desordenado y la cara roja e hinchada.

Ella lo habría llamado "adorable" y acariciaría sus mejillas. El pensamiento lo golpeó con una renovada ola de pesar.

—Ella no contesta, sigue sin responder mis llamadas—expresó, ante la silenciosa pregunta que los ojos del más pequeño le transmitían.

—Hyung, son las 3 de la mañana—se quejó en respuesta—. Noona debe estar dormida.

Pero Sunoo no se lo tragó. Ella siempre, sin excepción, contestaba sus llamadas. Incluso cuando estas la despertaban a mitad de la madrugada, en busca de consuelo ante el insomnio. Porque ellos tenían ese tipo de relación, esa única e irrompible conexión dónde siempre velaban por el bienestar del otro, aunque aquello significara sacrificar el suyo propio.

—Tampoco contestó anoche, ni la noche anterior a esa. No hemos hablado en una semana—refutó. Y es que la sensación de que algo andaba mal lo agobiaba. Sabía que la chica era una persona ocupada, pero ello jamás había impedido que tuvieran algún intercambio de palabras todos los días, incluso si fuera solo para decir que no podían hablar en ese momento. Sunoo hubiera preferido eso, un pequeño mensaje que le hiciera saber que estaba demasiado enfrascada en su trabajo como para contestarle, no pedía nada más.

Pero, en su lugar, la tortura de no saber lo que sucedía lo carcomía por dentro.

Jungwon, por otro lado, lo analizaba en silencio, inseguro de como proceder. No tenía idea de cómo consolar al desdichado castaño, quien aún sorbía intentando contener las lágrimas. Por lo que se limitó a acostarse a su lado, envolviendo brazos y piernas a su alrededor, en busca de reconfortarlo con su calor.

—Si noona estuviera en problemas le habría avisado, hyung. No piense demasiado y duerma— el menor tenía razón, y Sunoo lo sabía, pero aún así no podía evitar sentirse intranquilo—. A ella no le gustaría verlo así, ¿verdad?

El cansado muchacho asintió, un suspiro abandonando sus labios. Ella lo habría regañado, por supuesto.

《Llorando te ves feo》lo molestaría, pero su preocupación tomaría lugar, y terminaría por abrazarlo, susurrándole palabras dulces al oído, como lo había hecho en tantas ocasiones.

Los brazos de Jungwon eran cálidos para su cuerpo, pero el calor no llegaba al interior de su pecho, como los abrazos de su noona lograban. Aún así, permitió que la pausada respiración del menor lo calmara, y finalmente, se dejó llevar por los sueños.

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