⇀𝘗𝘢𝘳𝘬 𝘚𝘶𝘯𝘨 𝘏𝘰𝘰𝘯↽

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"(...) Y cuando ya se me hayan acabado todos los trucos. Cuando me equivoque más veces de las que acierte. Cuando dejen de hacerte gracia mis chistes repetidos. Sólo te pido una cosa. No me dejes."

Risto Mejide

Segunda parte

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Segunda parte

Las horas habían pasado con fluidez y la noche finalmente cayó sobre nosotros, que sin notarlo, seguimos divirtiéndonos entre almohadas y comida. Pero, por supuesto, por mucho que me gustara pasar tiempo con todos, la cantidad de trabajo que me esperaba al llegar a casa no dejaba de rondar por mi mente.

-Sunghoon-ah- te llamé, esperando que despegaras la vista del videojuego en el que te habías pasado las últimas horas-. Ya debo ir a casa.

Lo que pasó después, si bien me tomó desprevenida, no me pareció extraño. Quizá es porque soy muy distraída como para notar ciertos detalles, pero siendo sincera, ¿qué tenía aquello de raro? Por supuesto, Jay nunca fue una persona muy cariñosa, mucho menos conmigo. Pero aún así, que se acercara a darme un abrazo de despedida no tenía nada de malo y claro que lo acepté gustosa, ¿por qué no hacerlo?

Sin embargo, tú no pensaste lo mismo, ¿verdad, Sunghoon-ah? Así me lo hiciste saber en cuanto llegamos a casa, tu ceño fuertemente fruncido y tu voz hablándome con una rabia que jamás había escuchado, no de ti.

Tiempo atrás me habría disculpado, probablemente pediría de rodillas tu perdón. Pero aquella patética niña sin amor propio ya no existía. Así que en cuanto te escuche reclamarme aquello, no pude hacer más que enfurecer. ¿De verdad estabas diciéndome eso?

-¿No confías en mi?- te cuestioné, tu mirada no dejaba de evadir la mía y eso me frustraba aún más-. Contéstame.

-No lo sé- aquellas simples palabras terminaron por romperme y no hice más que mirarte, envuelta en una bruma de incredulidad-. Ya ni siquiera sé qué pensar de ti.

-Entonces, ¿por qué diablos sigues aquí? - escupí con rabia y tú te acercaste con rapidez hacia mi, como si finalmente hubieras caído en cuenta de la situación. Y me dolió, por supuesto que sí. La expresión en tu rostro no provocaba nada en mi más que pura agonía, pero, ¿qué podía hacer? El pitido cada vez más insistente en mis oídos no me dejaba pensar con claridad. ¿En serio eso estaba pasando?

-¿Quieres que me vaya? ¿Quieres que esto termine?

-¡Por supuesto que no!- te grité, mis dientes apretándose con fuerza en un desesperado intento por contener las lágrimas- Pero, ¿es que no te das cuenta de lo que estás diciendo? Ni siquiera es por la estúpida escena de celos, Sunghoon-ah. ¡Es porque no confías en mi! ¿Cómo puede ser que me creas capaz de engañarte con uno de tus mejores amigos? ¿Cómo siquiera puedes pensar que te traicionaría de esa manera? ¿De verdad piensas tan bajo de mi?

En ese momento creía que decir aquello había dolido más que nada, sin embargo, el silencio que siguió mis palabras dolió aún más. ¿No ibas a negarlo? ¿No ibas a decirme que estás equivocado? ¿Qué jamás podrías pensar que haría algo así?

-Olvídalo- solté entonces, tomando mis llaves-. Me iré yo.

Y en los escasos segundos que me tomaron llegar a la puerta, recé porque me detuvieras. Pero no lo hiciste.

Dejaste que me fuera, con el corazón roto y la amargura llenándome el pecho.

Las paredes del pasillo parecían cerrarse sobre mi, e incluso cuando me sentía morir, me negué rotundamente a quebrarme allí. Y es que no solo me sentía dolida, sino humillada. De verdad no podía creer lo que sucedía, ¿cómo es que habíamos llegado a ese punto? Después de todo lo que pasamos juntos, de lo mucho que nos confiamos al otro, ¿es así como terminaba? Habías dejado de confiar en mi, y por mucho que aquella decisión me doliera, no veía otra solución. Y es que ¿cómo podríamos seguir con nuestra relación si ya no existía la confianza?

El sólo recordar tus palabras provocaba que la bilis subiera por mi garganta. Lo habías dejado en claro, no sólo creías que te engañaba, sino con alguien tan cercano a ti como lo era Jay. Al menos, si no confiabas en mi, ¿no podías confiar en él?

La idea de que ustedes dos pelearan me golpeó y sentí miedo. No podía permitir que aquello sucediera, quizá por eso no había mencionado que fue el ahora rubio quien había comenzado el abrazo. Eso solo habría empeorado las cosas.

Era tanta la bruma que me invadía que tal vez por eso jamás me habría esperado lo que me encontré en cuanto atravesé el portal. Y en cierto punto, ver a los seis chicos parados allí me hizo sentir aún peor, pues no tendrían idea del infierno que se había desatado dentro, y seguro me veía como un maldito desastre.

Pero como dije anteriormente, siempre he sido distraída, nunca notando los pequeños detalles. Por lo que darme cuenta de que todo aquello había sido una muy mala broma, me tomó un largo minuto. El suficiente como para que mis rodillas fallaran y terminara por soltar las lágrimas que había contenido.

-Eres un idiota- te dije en cuanto sentí tus brazos envolverme-. Eso no fue nada divertido.

-¿Y crees que aquella vez lo fue para mi?- replicaste entre risas.

Y aunque las ganas de golpearte por hacerme sufrir de esa manera fueran enormes, el peso que había soltado de mis hombros era aún mayor. Por lo que cedí al calor de tu pecho y la comodidad de tu abrazo, ya tendría tiempo de vengarme luego.

 Por lo que cedí al calor de tu pecho y la comodidad de tu abrazo, ya tendría tiempo de vengarme luego

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