"Quedamos en vernos pronto. Me dio vergüenza decirle que deseaba verla al otro día o que deseaba seguir viéndola allí mismo, y que ella no debería separarse ya nunca de mi."
Ernesto Sabato
Cuando Jay había decidió invitarla a salir, se repitió que no debía darle vueltas. Sólo debía ir hacia ella, la chica que le robaba más de un suspiro, y simplemente preguntar.
Nada de prácticas, ni discursos previamente preparados. En su mente había parecido una idea genial, pedirle una cita no tenía porqué ser algo complicado. Pero en cuanto la tuvo frente a él y sus rodillas comenzaron a temblar, entendió que estaba en problemas.
—¿Estás bien?—le preguntó ella, la preocupación tintando su voz. El adorable chico, como ella lo veía, parecía enfermo, su cara había perdido el color y tenía la sensación de que vomitaría en cualquier momento.
Jay quiso responder, por supuesto que sí, pero las palabras se atoraron en su garganta y sólo pudo boquear como un pez fuera del agua.
—Vamos, dime ¿Qué pasa?—el muchacho se sintió morir en cuanto la mano de la chica se posó en su hombro. ¿Cómo era posible que fuera tan tibia? ¿Acaso había perdido finalmente la cordura?
La castaña parada frente a él se sentía nerviosa, verdaderamente le preocupaba el estado en el que el chico se encontraba, pero a su mente llegó aquel comentario que Jake le había hecho tiempo atrás; "creo que le gustas".
¿Tal vez era eso? Porque si la situación fuera aquella, estaba segura de que se vería igual de pálida que el muchacho. Aún así, no podía saberlo claramente. Quizá su mente la estaba llevando a algo que sólo existía en su imaginación, dándole esperanzas en vano.
Pero incluso aunque fuera así, sintió que aquella era su oportunidad. Aunque luego no pudiera volver a mirar al chico a la cara, reunió toda la fuerza y valentía para decir las siguientes palabras.
—Me gustas—le dijo, entonces. La mirada fija en el suelo, temerosa de que después de un solo vistazo al chico, la timidez la invadiría—. No estoy segura de que sientas lo mismo, y está bien. Pero no podía seguir callándolo, de verdad, me gustas.
Los segundos de silencio que acompañaron sus palabras le parecieron eternos, sintió ganas de salir corriendo. Pero su campo de visión se vio interrumpido por una mano que tomaba las suyas.
El castaño estaba listo para morir ahí mismo. Su corazón parecía querer saltar de su pecho y estaba seguro de que el tamaño de su sonrisa era perturbador, pero no le importó.
—Salgamos—le pidió, armándose con el valor que la confesión de la chica le había dado—. También me gustas, mucho, así que salgamos.
Cuando vio la sonrisa en el rostro de su amada, agradeció al tonto que le recomendó no practicar lo que diría. A veces las cosas solo debían fluir, sin guiones ni ensayos, lo aprendió quizá por las malas. Después de todo, sus sentimientos no eran algo que viniera con instrucciones sobre su funcionamiento, pero estaba más que dispuesto a descubrirlo junto a ella.
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𝔼ℕℍ𝕐ℙ𝔼ℕ
RastgeleBreve recopilación de escenas que escribo en mis ratos libres con los miembros de ENHYPEN como protagonistas. ➢Mucho fluff y extra dulzura, suficiente como para causarte una diabetes. Espero que disfruten y le den mucho amor L♡