↬𝕁𝕒𝕪 ℙ𝕒𝕣𝕜↫

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"El café oscuro es el secreto del desvelo y no hablo precisamente del café tradicional, hablo de ese café que tomo de tu mirada, de ese que me desvela sin tomarlo y sin tenerlo, esa taza de besos que me acompaña mientras leo el libro de tu sonrisa."

Camilo Cruz

El olor a café recién hecho lo golpeó en cuanto hubiera dado un paso en el lugar

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El olor a café recién hecho lo golpeó en cuanto hubiera dado un paso en el lugar. La calidez del ambiente y la dulce música que sonaba de fondo confirmaban que aquella era, sin duda, su cafetería favorita.

Pero, por supuesto, asumir que esas eran las únicas razones sería tonto. Pues el motivo principal de su afición por el lugar se encontraba detrás del mostrador, tomando los pedidos con palabras dulces y suaves sonrisas.

Jay no supo nunca cuál fue el momento exacto en que aquellos profundos ojos llamaron su atención, simplemente se encontró siendo adicto a ellos, regresando todos los días solo para poder tener un poco más. Se mentiría a si mismo si dijera que no había intentado entablar una conversación más allá de preguntar por el pastel del día, pero los nervios se apoderaban de su lengua en cada ocasión, haciéndolo sentir torpe.

Sin embargo, la adorable chica nunca se rendía ante el intento de saber más sobre su persona, y eso le encantaba. Pues continuamente le hacía comentarios o preguntas y le sonreía con dulzura en busca de transmitirle calma, aunque aquello no tuviera otro efecto más que hacerlo caer cada vez más profundo. Incluso una vez le había contado sobre su bebida favorita, que ahora se había convertido en la suya.

—Vanilla Latte, por favor—pidió en cuanto fue su turno. La chica le sonrió con los ojos, de aquella manera que tanto le gustaba. Pero Jay no hizo más que mirarla fijamente, un tímido sonrojo alcanzando sus orejas.

Minutos después, sentado en la mesa, se reprochó aquello. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había dejado pasar una oportunidad. Jamás lograría nada si seguía siendo un cobarde, pero los nervios que se apoderaban de sus acciones le impedían cualquier avance.

—Aquí tienes—la melodiosa voz lo sacó de sus pensamientos. El chico la miró con confusión, pues allí, junto a su bebida, se hallaba un pequeño muffin de chocolate—. La casa invita—se apresuró a decir ella, entonces.

Por supuesto que no era tonto, aquel gesto provenía de la joven únicamente. Pero no se atrevió a nada más que soltar un tímido "gracias", mientras enfocaba su atención en la taza.

Se sentía abrumado, pues aquellos sentimientos eran tan intensos que desconocía como manejarlos. Por ello, tontamente, decidió evitar el lugar hasta que pudiera evitar sus pensamientos y armarse con el valor necesario. Ya sea para evitar el tema o atreverse a dar el gran paso de una vez.

Esto no hizo más que asustar a la chica. ¿Tal vez aquél gesto había sido demasiado? Estaba segura de haber visto claras señales, pero ¿y si lo había malinterpretado? Quizá aquellos sonrojos y tímidas miradas no eran más que incomodidad, después de todo, ella no podía quitarle la mirada de encima. Santo cielo, seguro se había visto como una acosadora. Tal vez el chico no volvería más, cansado de pasar un mal rato bajo el constante escrutinio de su parte. Probablemente la odiaba, no sentiría más que desprecio luego de que-

Tintín

El sonido de la campana la sacó de aquella maraña de pensamientos que la atormentaban, y obligándose a retomar la compostura, levanto la mirada.

—Bienve- —los ojos que la esperaban del otro lado le quitaron el habla. Se veía aún más etéreo que las otras veces, quizá simplemente por el hecho de que había extrañado su presencia. Una sonrisa se apoderó de su rostro, mientras la felicidad la invadía sin remedio.

—Soy Jay—soltó de repente, extendiendo una temblorosa mano que la chica no dudó en tomar.

—Es un gusto, Jay—respondió soltando una suave risa—. Entonces, ¿Vanilla Latte?

—Que sean dos.

—Que sean dos

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