Capítulo 40: El visitante de New York

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La habitación estaba llena y la presencia de personas aumentaba con rapidez

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La habitación estaba llena y la presencia de personas aumentaba con rapidez. Apenas había suficiente espacio como para salir del mostrador y atender. Greta caminó entre las personas hacia los vestidores para revisar, cada pisada las realizaba con moderación, para no tocar a nadie. Su destino parecía alejarse con cada consulta y compradores, los cuales no podía manejar como su madre. Solo era una adolescente de dieciséis años que no quería estar trabajando.

—¡Greta! —la voz de su madre resonó. La chica suspiró y se resignó a que nunca llegaría. Giró y una mujer de cabellos castaños claros la vislumbraba con mesura—. ¿Por qué saliste del mostrador?

—Hay personas que estoy atendiendo y tengo que ayudarlas —dijo Greta sin cautela. Se mordió el labio con frustración cuando su madre soltó un quejido que hizo crujir toda la habitación—. No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo.

—Deja de actuar como si hubieras sido humillada por tu malvada madre y ve al mostrador.

—Pero...

—Greta, obedece.

La chica frunció el ceño como respuesta. No sería intimidada y lo hizo notar, apenas enderezó su espalda, con la cabeza levantada para poder mirar directamente a los ojos de su madre.

—¿Vas a repetirlo o me puedo retirar? —exigió Greta, sus brazos se cruzaron con rudeza. Su madre se estiró, relajando los brazos a los costados. Discutir en público no era su costumbre—. Iré al mostrador.

Stella contempló cómo su hija se retiraba furiosamente. Era evidente que estaba alimentando una ira donde los padres eran los peores enemigos del mundo. Las situaciones de los últimos días en la tienda, así como su discusión de la noche anterior, no estaban haciendo ningún favor a la relación. Todo rasgo de simpatía de la chica se había ido con el último altercado.

—Es una chica inmadura —se lamentó la mujer, obligándose a sonar normal y volviendo a mirar a una clienta mientras inclinaba la cabeza con interés. Sus prendas aliviaban su malestar.

En el mostrador, Greta ajustó su trenza con nervios cuando el número de clientes se redujo, permitiendo que tuviera instantes para soltar un quejido y reflexionar. Con la Convención de la Asociación Directiva de New Jersey presente, no tendría clases hasta el martes. Eso significaba más trabajo, algo que no estaba soportando. Nada ponía de ánimos a su madre y eso parecía aprovecharlo para relucir que antes era mejor.

—¿Cuándo entenderá que no estaba bien? —expresó con enojo. Una escena del pasado apareció en su mente y la hizo suspirar, nerviosa—. Jamás tiene que repetirse lo que sucedió con Destiny.

Después, fue difícil concentrarse. Cuando la fila para pagar se volvió a llenar, una mujer hablaba en voz alta en su teléfono y dejó que Greta usará la tarjeta. Una pareja estaba detrás, platicando de sus compras mientras se miraban cariñosamente. La chica puso los ojos en blanco y preparó las bolsas, cuando una mano hizo presión en el mostrador.

Buscándote || Esto es crecer #1 || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora