Ir a la oficina del director por quedarse dormido parecía una tontería para Ezequiel Maverick, pero todo cambió cuando se enteró del "castigo" que le esperaba y quiénes lo iban a acompañar: Greta Baker, Bowie Howard y Elena Dunne Doyle Castro. Algun...
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El viento y pasos pausados sobre el concreto eran lo único que se escuchaba en el camino hacia Pinelands Regional Junior High School. Tal como se había determinado, los integrantes de la Red irían a las siete y tendrían su primera reunión donde se les explicará cómo iban a funcionar. Ezequiel ya estaba en la casa de su abuela y eso le permitió llegar cinco minutos antes. Para su sorpresa, Elena también estaba.
—Buenos días —exclamó el chico con una sonrisa burlona. Su compañera solo gruñó como respuesta—. Gracias por crear el grupo. Será bueno para lo que sea que vayamos a hacer.
—Seremos niñeros.
—¿Eh?
—Anoche estuve investigando. Hay poco —explicó Elena y le extendió su celular—. Pero nuestro trabajo será dar apoyo, preguntar y esas cosas.
El gesto de Ezequiel se torció por la explicación.
—¿Decepcionado? También yo —acotó la chica—. El álbum parecía divertido y creí que no sería una pérdida de tiempo. Incluso pensé en organizarme para darle prioridad —guardó su teléfono—. Aunque no tenía sentido emocionarse con algo que lleva diez años muerto.
—¡¿Diez años?! —el dato sobresaltó a Ezequiel—. ¿Nadie ha estado en la Red desde hace una década?
—Me alegra saber que investigaron.
La voz alertó a los adolescentes y se giraron con asombro. El sonido provenía de una mujer bastante joven. Llevaba una camisa a cuadros sobre una camiseta que tenía el dibujo de unos pinceles. En la parte inferior llevaba vaqueros y zapatillas.
Ezequiel y Elena compartieron una mirada rápida intentando deducir quién podría ser.
—Disculpen la interrupción. Es interesante que, aunque se les haya impuesto, tuvieran curiosidad —declaró y extendió su mano hacia los dos—. Soy Annick Doran. Seré su coordinadora.
—Soy Ezequiel Maverick —se presentó el muchacho—. Elena fue quien investigó.
—Elena Dunne Doyle Castro. Un gusto —contestó entonces la chica—. No hay ningún registro claro de la Red más allá del álbum que tiene el director. Entonces, me encontré con una nota que comentaba la suspensión del proyecto.
—Pareces una chica bastante aplicada —elogió Annick—. Y ese artículo estaba en lo cierto, el grupo lleva una década sin funcionar.
—¿Por qué tanto tiempo? —preguntó Ezequiel.
—Eso no lo sé. Pero me interesa perder el tiempo en cosas absurdas.
—¡Elena, por favor!
—¡Barritas, no empieces tan temprano!
Annick miró a los chicos discutir y sus recuerdos la llevaron a otra época. No obstante, un toque en su hombro la hizo girar. Una muchacha con expresión silenciosa y rostro decaído estaba ahí.
