ᴘʀᴇᴀᴍʙʟᴇ.

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El chofer de la familia Agreste desplazaba la limusina por las concurridas calles de Italia, llevando a un molesto rubio, rumbo a la casa de su novia.

—No tengo la mínima intención de regresar—  replicó el de ojos esmeralda. Apoyando su brazo en la ventana del auto, recargando su mejilla en la palma de su mano.
—No te lo estamos preguntando jovencito, te lo estamos avisando— objetó la madre del blondo, del otro lado de la línea.
—¡Entiendan, mi vida está aquí, al lado de la chica que amo!
—Te recuerdo que esa “chica” ¡Le coqueteo a tu padre en mi propia cara, es una desvergonzada!
—¡Mamá ella es carismática! Tu y tus celos hacia mí, te hacen ver cosas donde no las hay.
—¡No digas le digas mentirosa a tu madre!— replicó el padre del ojiverde. Entrando en la conversación telefónica.
—Y tiene razón, en dos días te irás de regreso a París para que realices tus estudios de pedagogía en la más prestigiosa universidad que hay en ese país, ya estás inscrito y debes presentarte… es nuestra última palabra— sin decir más el diseñador colgó la llamada de golpe provocando que el rubio aún en el interior del vehículo soltase un grito que pareció sacar toda la ira que estaba conteniendo

—¡Yo ya decidí quedarme aquí junto al amor de mi vida! La amo y le prometí que estaríamos juntos— se lamentaba incómodo en su asiento —Mi Lila, te prometo que todo estará bien y nadie podrá separarnos— prometió mientras miraba al techo del vehículo y juntaba sus manos en una especie de mudra seguido que las dirigió a su pecho en la altura de su corazón.
—Estudiaremos la universidad juntos y una vez que nos graduemos, nos casaremos y viviremos felices, sin nadie que nos separe. Gorila, déjame unas cuadras antes, compraré las flores favoritas de mi amada, yo te llamaré para que nos recojas, hice una reserva en el restaurant más caro de la ciudad.

El chofer acató la orden dejando al joven cerca de una floristería. Adrien compró unas rosas blancas, que, para él, representaban la pureza de su amor y que nadie podía separarlos jamás.
Finalizada su compra, caminó hasta la casa de su novia, quería sorprenderla así que decidió ingresar a la lujosa residencia, haciendo el menor ruido posible. Agradecía que la servidumbre no se encontrara a la vista en ese momento y con ello sonrió victorioso seguido que se dispuso a ir escaleras arriba con destino a la segunda planta.
Su ritmo cardíaco se encontraba acelerado, como era costumbre cada que veía a su amada o su razón de vivir, como él la llamaba. Con cada paso que daba su ilusión crecía más y su sonrisa se ensanchaba.

Pero al llegar a la mitad del pasillo comenzó a escuchar suspiros provenientes del cuarto de la joven de cabello castaño. Cosa que hizo al blondo extrañarse, pero aún así no le importó, dirigió las flores a su nariz para olfatear el aroma y siguió caminando hasta llegar a su puerta.
Sabía que no necesitaba tocar, y tras una profunda exhalación abrió el pórtico.

—Mi amor…
Sus palabras fueron interrumpidas por el sonido del ramo cayendo al suelo seguido por sus ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué significa todo esto?— Preguntó por lo bajo sin recibir respuesta y atónito por lo que veía.

ɴᴇᴡ ʀᴏᴍᴀɴᴛɪᴄs ||ᴀᴜ ᴀᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ|| +18 ғᴛ. ᴇsᴍᴇ ᴄᴀᴅᴇʟᴇᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora