T E R M I N A D A.
Logan es un torbellino de emociones.
Mainyl solo es una pequeña margarita rodeada de inseguridades.
Mainyl quería aprender a conducir, en su manía termina angustiada bajo una tormenta a lado de su padre, quién en mal momento decid...
Me crucé de brazos, el semáforo cambió de color, genial ahora vendría a darm su sermón. Respiré profundo, Adel tomó su mochila cruzando la calle, estaba tratando de formular las palabras correctas en mi mente cuando el sonido ruidoso de un motor llamó mi atención. Abrí mis ojos con asombro, una camioneta blanca se acercaba a toda velocidad hacia la morena. No pude moverme, no alcancé a elegir palabra alguna, ella giró, me miró y luego, sentí que todo se había detenido.
Mis oídos captaban tantos sonidos que, eran realmente molestos, me recargué a un lado del arbusto, tratando de que el aire llegará a mis pulmones, algunos gritos hacían contraste con una infinidad de maldiciones. Parpadeé confundida, sentí como el oxígeno entraba por mi boca hacia mis pulmones.
—Dios— susurré. Juin, el chico de Corea que conocimos está mañana, fue verdaderamente ágil, valiente, en jalar hacía atrás a la morena. Miré como ambos se pusieron de pie.
—¡Mainyl!— escuché el grito de Logan. Venía corriendo, se paró a lado de estos dos, seguramente inspeccionado que estuviesen bien, acto seguido cruzó la carretera llegando hasta donde me encontraba.
—¿Estás bien?— preguntó. Asentí con la cabeza, sentí mi brazo algo pesado, y el cuerpo extraño.
—Creo que se me bajó el azúcar, puedes, alcanzar un chocolate de mi mochila por favor— cerré los ojos un segundo, frunció el ceño confundido pero asintió con la cabeza. Buscó en el bolso trasero, era mi pequeño escondite de golosinas. Guardaba chocolates, gomitas, cualquier caramelo que tuviese sabor a fresa o cajeta.
Me tendió un dulce de leche que acepté gustosa. El pelinegro cruzó la calle junto con Adel, los presentes aún lucían sipremdidos.
—Tenemos que irnos Many, ahora— fruncí el ceño, Logan me tomó de la mano y empezamos a caminar hacia el estacionamiento.
—De que mierda estás hablando, suéltame Starex— Con la fuerza me solté. Adel llegó rápidamente, lucía asustada, el chico que la salvó caminaba de regreso al campus.
—Ese auto casi me mata— Murmuró.
—No fue un accidente, quería matarte, reconocí al hombre que manejaba, tenemos que salir de aquí ya— negué con la cabeza. No iría con él a ningún lado y por ningún motivo.
—No se que está pasando, ustedes me mintieron, no iré a ningún lado contigo Starex, por mi vete al diablo— me crucé de brazos.
—Entonces será a mi manera— Un jadeo salió de mi boca, rápidamente me colocó en su hombro.
