Capitulo 2

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EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO.

Capítulo 2.

—No quiero molestar —me respondió tímidamente.

—No me molestas, me da gusto verte después de tantos años.

—Igualmente —sonrió, se sentó en la cama de mi hermanito.

—¿Te gusta leer? —la miré, ella siempre evitaba mirarme—, lo digo por el libro.

—Sí, me gustan mucho los libros, tu hermanito quería escuchar un cuento.

—Qué bien, ¿estás estudiando?

—Sí, estoy en bachiller, aún me falta un año —movió sus pies, al parecer no podía quedarse quieta—, ¿y usted ya terminó el colegio?

—Sí, estoy enfocado en mi carrera, falta poco para empezar a competir.

—Me da mucho gusto.

Sonrió y salió de la habitación. Era muy tímida, o aún sentía miedo por todo lo que le hacía. ¿Será que aún se acordaba? Me cambié de ropa, no le di mucha importancia a la visita de mi querida prima, los que no cabían de la dicha eran mis padres. Luego en la mañana me alisté para irme a entrenar como todos los días, mis compañeros me esperaban en la entrada y Sandra estaba en el patio con mi madre arreglando las flores. Me despedí lo más normal posible, con un simple “hasta luego”.

Saludé a mis compañeros, a quienes se les querían salir los ojos. Todos miraban a Sandra. Empezaron a preguntar que quién era esa niña tan bonita, que estaba hermosa. Me pedían que se la presentara. Les dije que era una niña y ellos eran muy grandes para ella. Seguían hablando de ella, no entendía qué le veían. Seguimos entrenando y resultó que todos querían entrar a mi casa en la tarde.

Terminé de entrenar. No sé quién aguantaba a mis amigos que querían entrar a la casa, entonces lo hicieron con la disculpa de querer algo para tomar. Entramos y Sandra estaba sentada en la sala. A mis amigos se les salían los ojos, ellos saludaron y ella respondió con una sonrisa y se fue a la habitación de mi madre. Ellos quedaron tristes porque querían verla por más tiempo, pero por lo que veía   Sandra no era como las demás mujeres que les encantaba que los hombres las admiraran.

Me daba risa la cara de desilusión de mis amigos, ellos pensaron que ella se quedaría platicando con ellos, mi madre nos preparó una jarra de jugo. Se quedaron media hora y Sandra no salió de esa habitación hasta que todos se marcharon. Se fueron tristes, yo me quedé en mi habitación descansando. Escuché que mi madre le dijo que iría a casa de una vecina y no demoraba, se fue con mi hermanito.

Sentí que Sandra salió al patio, luego de unos minutos decidí ir, estaba sentada en el corredor mirando pasar los autos. Me quedé observándola, al parecer aún no notaba mi presencia. Era tan tímida, pero sólo conmigo, porque con mi hermanito la escuchaba reírse a carcajadas. Caminé hasta ella, levantó la mirada, no pude descifrar lo que veía en ella.

—¿Qué haces? —pregunté.

—Aquí, viendo pasar los carros —sonrió—, sabes que donde vivo no se ven estas cosas, allá solo se ven los animales.

—¿Te gusta vivir allá? —me senté a su lado.

—Digamos que sí —sonrió—, me gustan mucho los animales, los amo, en el campo se pueden tener, lo único malo es que a veces me siento muy sola —fijó su mirada al frente.

—¿Y tus amigos o tu novio?

—Amigos no tengo muchos —sonrió con sus mejillas ruborizadas—. No tengo novio, mis padres no me dejan, soy muy chica.

El QUE NOQUISO LUCHAR FUI YO. 
 
 
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