Capítulo 10

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EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO.

CAPÍTULO  10.

—¿Miedo dices?

Empezó a caminar por el lugar, luego se sentó en el piso y empezó a acariciar los conejos que se le acercaban.

»¿Por qué lo preguntas? — susurró.

—No seas tramposa —caminé  y me senté frente a ella—, no me respondas con otra pregunta. 

—¿Por qué  habría de tenerte miedo? — desvió la mirada.

—Siento que a veces me evitas, como si me tuvieses miedo  por eso lo preguntaba. 

—¡Miedo! No — sonrió y me miró—,  para nada, es solo que…—se ruborizó.

—¿Qué? — Hice lo mismo que ella, empecé a acariciar los conejos. 

—A veces eres muy serio y me da pena, es todo. 

—¿Soy un amargado, verdad? — una hermosa sonrisa se dibujó en sus labios.

—Sólo un poco.

Elevé una ceja y ella soltó una risita.

—Es broma, antes sí te veía todo serio y me daba mucha pena hablarte, pero luego vi que eres amable —se acercó un poco, me entregó un conejo  blanco—,  es tan suave, le puse Algodón y ese de allá.

Me señaló uno que estaba en la esquina en un rincón.

»Es como tú.

—¿Cómo? —la miré con curiosidad, sonrió con las mejillas ruborizadas. 

—Sí, es un gruñón —solté una risita—,  no le gusta estar con los demás, siempre quiere estar solo. Los evita por alguna razón.

—¡¿Eso es lo que ves en mí?! — la miré y ella sostenía su mirada.

—Sí, eres muy amable y sociable cuando quieres, pero la mayor parte del tiempo te gusta estar solo y lejos de los demás, evitas mucho mezclarte y no entiendo porqué.

—Vaya —inhalé profundo—, parece que me conocieras muy bien.

—No te conozco, solo te he observando.  

—Déjame decirte que eres muy buena observadora —quería descifrar lo que sus ojos me decían cuando me miraba fijamente—, siempre trato de alejarme, no me gusta integrarme, creo que  me gusta la soledad. 

—Debe haber una razón. 

—Creo que desde niño fui así.

—Yo que pensaba que era solo conmigo — se levantó y  caminó hasta una pequeña ventanita. 

—¿Por qué lo dices? —la seguí.

—Porque sonríes y luego te quedas tan serio, pensé  que te molestaba mi presencia.

Sin pensarlo acaricié su mejilla.

El QUE NOQUISO LUCHAR FUI YO. 
 
 
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